Arthur Koestler
Título original: Sonnenfinsternis
Editorial: DeBolsillo
ISBN: 9788499087436
312 págs.
Rusbashov, miembro de la vieja guardia bolchevique y héroe de la Revolución Soviética, ha sido encarcelado acusado de traición al gobiernode Moscú. Es incitado a autoinculparse de una serie de delitos y traiciones que no ha cometido, pero termina por confesar a fin de salvar la Revolución. Esta obra cumbre de la literatura política nos ofrece un testimonio excepcional de la angustia que sufrieron cientos de antiguos miembros del Partido que desaparecieron, fueron encarcelados y juzgados o llegaron a autoinmolarse para salvarlo.
Fuente
-----------------------------------------------------------
Publicada en 1940, ilustra los mecanismos de la destrucción de la personalidad y el envilecimiento de las víctimas que pusieron en evidencia los procesos de Moscú de los años treinta.
La novela, una suerte de glacial teorema, transcurre en la prisión a la que ha sido conducido un dirigente de la vieja guardia bolchevique caído en desgracia, Rubashov, personaje, según cuenta Koestler en sus memorias, calcado en sus ideas de Nikolai Bujarin, y en su personalidad y rasgos físicos de León Trotski y Karl Radek. Para debilitar su resistencia, Rubashov es sometido a mortificaciones como impedirle dormir y enfrentarlo a reflectores deslumbrantes.
Koestler, que fue comunista convencido, escribe sobre los extraños procesos de Moscú, donde cientos de antiguos miembros del partido, de los primeros revolucionarios, se autoinmolan para salvar al partido, la idea stalinista del partido. Rubashov, uno de los héroes de la revolución, es encarcelado como todos sus antiguos compañeros, desaparecidos uno a uno. En la cárcel, Rubashov, entre los descansos de los interrogatorios, repasa algunos momentos de su vida al servicio de la revolución, su anteriores detenciones, la ilógica de las decisiones del partido, cómo era imposible la aparición del “yo”. A trompicones despierta del ideal comunista, aunque justifica la farsa de los juicios y las mentiras sobre las acusaciones como último deber hacia el partido.
Éste es un siglo enfermo, y aunque nosotros hemos diagnosticado su mal y las causas con una precisión microscópica, pero por cualquier lugar donde hayamos aplicado el bisturí ha aparecido una nueva pústula. Nuestra voluntad era pura y firme. Debíamos haber conquistado el amor del pueblo. Pero éste nos detesta. ¿Por qué somos tan odiados y detestados?
Nosotros os traíamos la verdad, y en nuestra boca sonaba mentira. Os hemos traído la libertad, y en nuestras manos se parece a un látigo. Os hemos traído la verdadera vida y allí donde se eleva nuestra voz, los árboles se desecan y se oyen crujir las hojas muertas. Os hemos traído la promesa del porvenir, pero nuestra, lengua tartamudea y se traba y salieron ladridos de nuestros labios...”