Dejà vu

[Alfredo Rueda]

va el ultimo, el de anoche, Jangel sin querer me dio el titulo.


Dejà vu

Me dirijo caminando hacia la iglesia de la ciudad, una construcción de estilo barroco del siglo XVII, enorme, imponente, poco iluminada y sumamente fría. He quedado de verme con Germán, un amigo de la infancia que trabaja en un taller de carpintería dentro de la parroquia ubicada en la parte posterior de la iglesia. Así pues entro en el monumental edificio atravesando todo el atrio principal, entrando en una puerta pequeña que comunica al patio posterior que media la distancia entre la iglesia y la parroquia. Germán me sonríe, yo le saludo con la mano a lo lejos, cruzo el patio hacia su pequeño taller, así pues comenzamos a platicar sobre varias cosas intrascendentes, sobre el verdadero motivo de mi visita, una mesa con una pata floja que esperaba pudiera arreglar, el tiempo se paso como agua con la charla tan amena, pronto fue hora de comer, el párroco entro y salió varias veces con el sacristán, varios monaguillos desfilaron con los atavíos pertinentes para la ceremonia, una señora barrió el patio, los monaguillos salieron nuevamente ahora sin sus roji-blancos atavíos, transcurría la tarde placidamente cuando sonaron campanas y el alboroto de la gente saliendo de la misa de 8:00 traspasaba el patio.
– ¡Las nueve!, el tiempo ha volado, me tengo que retirar. Le dije a Germán.
– No sin tomar un café. Me repondió.
Y se acerco a la vieja cafetera que tenía en el rincón, la llenó mientras sacaba dos tazas de barro y seguía platicando.
Pasaron así casi dos horas entre el café y la tertulia.
- Ahora si, me retiro. Dije mientras me levantaba de la improvisada mesita.
Me despedí de mi amigo fijando la fecha para su visita a mi casa.
- Disculpa que no te acompañe hasta la puerta, tengo que acomodar unas cosas antes de cerrar y estoy retrasado, ten cuidado que está oscuro.
- No te preocupes, se el camino.
Le respondí mientras me dirigía al enorme patio enlozado, una hermosa luna llena reflejaba mi sombra distorsionada por las piedras, miro el reloj 10:45 que tarde.
Por fin abro la puertita que comunica al patio con la iglesia, y esta a su vez hacia la única puerta de acceso a la entrada y salida. Cierro la puerta tras de mi y una oscuridad me inunda, dios ¡que frío y que oscuro esta este lugar!, voy caminado a tientas por miedo a tropezar con algo mientras trato de recordar el camino hacia la puerta, unos pasos mas y doy con una banca, ¡Podría jurar que no había una banca cuando entré! La rodeo y ahora decido bordear con mis manos la pared, ¡Que horror, esto es lo que sienten los ciegos! Voy caminando con las manos sobre la pared cuando un escalón me derriba, con las manos ahora sobre el piso subo y cuento: 1, 2, 3… ¡Cuatro escalones!, ¿Dónde estoy?, me reincorporo y ahora avanzo con pasos mas pequeños, midiendo con el pie antes de asentarlo, he tenido suerte, el tropiezo con los escalones ha sido de subida, ahora nuevamente con las manos sigo recorriendo el lugar con un miedo extraño en mi persona, el lugar nunca me pareció tan lúgubre, ni tan grande, no se cuanto llevo recorriendo el lugar pero, debía haber salido hace tiempo, sigo caminando y meditando cuando mis manos tocan un objeto metálico, ¡Un florero!, unas velas, ¡esto… quien sabe!, por aquí debe estar la esquina que dobla hacia la puerta, pero al parecer no, esto no tiene esquinas, la iglesia no es circular, debe haber una puerta, ahora si comienzo a sentir pánico, tan inusual situación me hace pensar en muchas cosas, las leyendas que me contó mi padre sobre la iglesia de su pueblo, de momento me vino a la mente que las iglesias tan viejas son también cementerios de curas, mi corazón late de prisa, me siento en medio de la nada, completamente desamparado y a merced de lo que sea, suelto la pared y decido atravesar el lugar, camino ahora de frente, sin el resguardo de la pared, de súbito un terrible estruendo metálico me vuelca el corazón, ¡Malditos floreros de bronce! Casi me matan. Sigo pues de frente hasta topar nuevamente con pared, ¡Maldita pared!, ¡Maldita iglesia!... he reído un poco a causa de los nervios, ¡Buen lugar para maldecir!, siguen mis manos tentando la pared y descubren un bulto, una mano helada de yeso, recuerdo que de niño no me gustaba mirar a los santos de las iglesias, sentía sus miradas sobre mi, unos piadosos, otro dolorosos en penitencia o torturados, incluso sentía claramente como me seguían con sus rostros ensangrentados. De verdad que siento miedo, estoy desesperado por salir cuanto antes de ese lugar, de pronto mis manos tocan un apagador, ¡Por fin! Enciendo las luces y de súbito todo cambia a mi alrededor, un hermoso sol de mas de medio día entra por las ventanas y los vitrales, la puerta está al fondo, yo atónito me doy cuenta que es de día, y no sólo eso, la iglesia está llena de gente y un padre oficia misa, me encamino hacia la puerta sin saber exactamente que ha pasado, ¡Que alucinación… que sueño!.
Estoy por fin a punto de cruzar el umbral de la enorme puerta de madera cuando un tipo idéntico a mi esta entrando, no es posible… soy yo, me detengo asombradísimo, ¡Si, soy yo!, el o yo va caminando tranquilamente hacia la puertita que comunica al patio, incrédulo me sigo, entro nuevamente a la iglesia, cruzo el atrio y alcanzo a ver como mi doble cruza la puertita que comunica al patio y la cierra tras de si, yo por mi parte corro hacia la pequeña puerta, la entre abro, asomo la cabeza y veo como mi doble responde al saludo de Germán alzando la mano mientras se encamina al taller.
Eso es lo único que tengo el valor de ver, cierro la puertecilla, atravieso el atrio, cruzo el umbral de la puerta y salgo de la iglesia.

[lucia]

Alfredo, me encantan estos cuentos tuyos. Son la clase de terror que me recuerda a los fuegos de campamento y las historias de miedo que nos contábamos

[JANGEL]

Alfredo, me encantan estos cuentos tuyos. Son la clase de terror que me recuerda a los fuegos de campamento y las historias de miedo que nos contábamos

Es verdad. Son historias geniales. ¿Pero tú duermes bien, Alfredo? Con estos sueños tan intensos temblarás entre las sábanas...

[Alfredo Rueda]

Es verdad. Son historias geniales. ¿Pero tú duermes bien, Alfredo? Con estos sueños tan intensos temblarás entre las sábanas...

si, duermo como un muerto, super tranquilo, soló recuerdo un sueño que me ha levantado aterrado, sudando y llorando, pero eso fue cuando tenía como 9 años, desde entonces pocos me asustan, algunos me intranquilizan, pero casi siempre logro darme cuenta que es un sueño.

[JANGEL]

Pues entonces sigue soñando y cuéntanos tus sueños.

[Alfredo Rueda]

jejeje mientras los recuerde.

[Agatha]

Alfredo, yo ya soy fan tuya... me has cautivado con esos sueños....

[Alfredo Rueda]

jejeje, gracias Agatha