Philip Larkin,
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Philip Larkin,
.
Ven al sol de Prestatyn
decía riendo la chica del cartel,
arrodillada en la arena
y de ajustado y blanco satén.
Tras ella un cacho de costa
y un hotel con palmeras parecían
brotarle de los muslos y los brazos
extendidos para alzarle los pechos.
La pegaron un día de marzo.
Un par de semanas después era bizca
y le habían pintado unos colmillos;
le marcaron con saña enormes tetas
y una raja en la entrepierna, y entre los muslos
le habían echo unos garabatos
que la dejaban bien abierta de piernas
sobre una polla tuberosa y sus cojones
con la firma de El Enano Thomas,
mientras que alguien había utilizado un cuchillo
o lo que fuera para apuñalarle
los labios con bigote de su sonrisa.
Era demasiado exquisita para esta vida.
Muy pronto, un gran desgarrón transversal
dejó solo una mano y un poco de azul.
Ahora hay un cartel de Lucha contra el cáncer.
Hace un mes, Antonio Colinas comenzaba así su habitual reseña en El Cultural (El Mundo): “Del amargo Philip Larkin, maestro sin duda de lo que entendemos por poesía de la experiencia –aquella que busca, sin más, la verdad en la realidad que los ojos ven–, se habían publicado ya, entre nosotros, los libros de poemas Ventanas altas (1989), Un engaño menor (1991), Poemas sueltos (1995) y El barco del norte (2003), la novela Jill (1991) y sus Escritos sobre jazz (2004), música de la que fue un entusiasta seguidor. Quizá sea esta música la que explique en el fondo ese otra música amarga que transparentan los poemas de Larkin; música del verso a la que él no renuncia, ni a un determinado tipo de belleza que él admira no en los románticos, sino en un autor como Thomas Hardy”.
Larkin (1922-1985) fue un escritor obsesionado con la soledad y la imposibilidad del amor:
A la una la botella está vacía.
a las dos el libro al fin cerrado,
a las tres los amantes ya duermen
dándose la espalda
terminados el amor y su comercio,
y ahora las luminosas manecillas
indican que son más de las cuatro,
esa hora de la noche en la que los vientos errantes
agitan la oscuridad.
Famoso por sus poemas sobre el fracaso.
cada día que empieza presagia
el hastío del amanecer, toda una extensión
de besos podridos, de adioses carroñeros.
Un escritor complejo y profundo:
Si me sintiera llamado
a fundar una religión
recurriría al agua.
Antonio Colinas dice en su reseña que ‘Las bodas de Pentecostés’ (que acaba de sacar Lumen, y al que pertenence el poema 'Al sol de Prestatyn') “es uno de los grandes libros que escribiera Larkin y el que sin duda le proporcionó esa fama externa que tanto contrarrestaba su vacilante soledad (…). La poesía de Larkin puede o no puede gustar, pero nunca se podrá negar su mundo, bien construido en su conjunto y revelador de una voz que se impone por encima de los temas tratados, más allá incluso de ese afán suyo de epatar al lector con improperios y salidas de tono. El poeta se desborda ya en el primero de los poemas del libro, “Aquí”, en el que hace una fiel semblanza de ese centro que ha hallado para su vida en Hull, el lugar “donde se alza el silencio”, “poblado de luz” y donde “acaba la tierra”. El siguiente, Ignorancia, es uno de los pomas del libro:
Es raro no saber nada, no estar seguro
de qué es cierto o qué es justo o qué es real,
sino hablar con matices, eso creo, o bueno,
así parece, alguien debe saberlo.
Es raro no entender como marchan las cosas,
la astucia humana para hallar lo necesario,
su sentido formal, su puntual fecundar, sí,
es raro hasta el gastar ese conocimiento,
pues la carne nos ciñe con sus propias decisiones,
y pasar sin embargo la vida en vaguedades,
que cuando comenzamos a morir
no tenemos ni idea de porqué.
Obsesionado con la muerte.
La vida primero es tedio, luego miedo.
La utilicemos o no, pasa,
y deja lo que algo ajeno a nosotros eligió,
y la vejez, y luego el único fin de la vejez.
Hay, dice Colinas, en estos poemas fluidos, “un afán de enumerar, levemente ensoñador, con cierto aire a lo Dylan Thomas (a veces, hasta en el arranque de los poemas: «Cuando estaba solo en Inglaterra…»), pero luego esa realidad gris en la que el poeta se deleita llega en otros poemas para disminuir la tensión poética. Expresiones como «tipejos asquerosos», «nos lo pasamos bomba» o «un bombón inglés de buena pechuga», o las reflexiones sobre las ropas de mujer en unos grandes almacenes, nada impresionan en un siglo en el que ya se ha escrito todo. Lo mejor está siempre en ese tono natural y fluido, tenso entre la tierra que parece huir y el amor que se escapa -cuyo ritmo el traductor ha apresado muy bien-, y en el que se nos revela un sosegado mundo de costumbres y normas rutinarias, muy inglés, nada estridente”. David Miralles, poeta y buen conocedor de la obra de Larkin, considera que “pocos poetas en lengua inglesa han sabido sintetizar los aportes de la mejor tradición de la poesía inglesa con los descubrimientos y magias de la vanguardia”.
“Mis poemas se explican tan bien solos que cualquier comentario sería superfluo. Todos derivan de cosas que he visto, pensado o hecho, y dudo que entre sus temas haya nada extraordinario” (Philip Larkin).
Lumen acaba de publicar en castellano su novela ‘Jill’ (21 euros), en la que narra, durante los penosos años de la guerra, la llegada de un estudiante, John, a Oxford, y abre un mundo nuevo lleno de incertidumbre y miedos. Para combatir los desdenes de que es objeto, se inventará un romance con una joven, que acabará convirtiéndose en una obsesión autodestructiva.
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Ven al sol de Prestatyn
decía riendo la chica del cartel,
arrodillada en la arena
y de ajustado y blanco satén.
Tras ella un cacho de costa
y un hotel con palmeras parecían
brotarle de los muslos y los brazos
extendidos para alzarle los pechos.
La pegaron un día de marzo.
Un par de semanas después era bizca
y le habían pintado unos colmillos;
le marcaron con saña enormes tetas
y una raja en la entrepierna, y entre los muslos
le habían echo unos garabatos
que la dejaban bien abierta de piernas
sobre una polla tuberosa y sus cojones
con la firma de El Enano Thomas,
mientras que alguien había utilizado un cuchillo
o lo que fuera para apuñalarle
los labios con bigote de su sonrisa.
Era demasiado exquisita para esta vida.
Muy pronto, un gran desgarrón transversal
dejó solo una mano y un poco de azul.
Ahora hay un cartel de Lucha contra el cáncer.
Hace un mes, Antonio Colinas comenzaba así su habitual reseña en El Cultural (El Mundo): “Del amargo Philip Larkin, maestro sin duda de lo que entendemos por poesía de la experiencia –aquella que busca, sin más, la verdad en la realidad que los ojos ven–, se habían publicado ya, entre nosotros, los libros de poemas Ventanas altas (1989), Un engaño menor (1991), Poemas sueltos (1995) y El barco del norte (2003), la novela Jill (1991) y sus Escritos sobre jazz (2004), música de la que fue un entusiasta seguidor. Quizá sea esta música la que explique en el fondo ese otra música amarga que transparentan los poemas de Larkin; música del verso a la que él no renuncia, ni a un determinado tipo de belleza que él admira no en los románticos, sino en un autor como Thomas Hardy”.
Larkin (1922-1985) fue un escritor obsesionado con la soledad y la imposibilidad del amor:
A la una la botella está vacía.
a las dos el libro al fin cerrado,
a las tres los amantes ya duermen
dándose la espalda
terminados el amor y su comercio,
y ahora las luminosas manecillas
indican que son más de las cuatro,
esa hora de la noche en la que los vientos errantes
agitan la oscuridad.
Famoso por sus poemas sobre el fracaso.
cada día que empieza presagia
el hastío del amanecer, toda una extensión
de besos podridos, de adioses carroñeros.
Un escritor complejo y profundo:
Si me sintiera llamado
a fundar una religión
recurriría al agua.
Antonio Colinas dice en su reseña que ‘Las bodas de Pentecostés’ (que acaba de sacar Lumen, y al que pertenence el poema 'Al sol de Prestatyn') “es uno de los grandes libros que escribiera Larkin y el que sin duda le proporcionó esa fama externa que tanto contrarrestaba su vacilante soledad (…). La poesía de Larkin puede o no puede gustar, pero nunca se podrá negar su mundo, bien construido en su conjunto y revelador de una voz que se impone por encima de los temas tratados, más allá incluso de ese afán suyo de epatar al lector con improperios y salidas de tono. El poeta se desborda ya en el primero de los poemas del libro, “Aquí”, en el que hace una fiel semblanza de ese centro que ha hallado para su vida en Hull, el lugar “donde se alza el silencio”, “poblado de luz” y donde “acaba la tierra”. El siguiente, Ignorancia, es uno de los pomas del libro:
Es raro no saber nada, no estar seguro
de qué es cierto o qué es justo o qué es real,
sino hablar con matices, eso creo, o bueno,
así parece, alguien debe saberlo.
Es raro no entender como marchan las cosas,
la astucia humana para hallar lo necesario,
su sentido formal, su puntual fecundar, sí,
es raro hasta el gastar ese conocimiento,
pues la carne nos ciñe con sus propias decisiones,
y pasar sin embargo la vida en vaguedades,
que cuando comenzamos a morir
no tenemos ni idea de porqué.
Obsesionado con la muerte.
La vida primero es tedio, luego miedo.
La utilicemos o no, pasa,
y deja lo que algo ajeno a nosotros eligió,
y la vejez, y luego el único fin de la vejez.
Hay, dice Colinas, en estos poemas fluidos, “un afán de enumerar, levemente ensoñador, con cierto aire a lo Dylan Thomas (a veces, hasta en el arranque de los poemas: «Cuando estaba solo en Inglaterra…»), pero luego esa realidad gris en la que el poeta se deleita llega en otros poemas para disminuir la tensión poética. Expresiones como «tipejos asquerosos», «nos lo pasamos bomba» o «un bombón inglés de buena pechuga», o las reflexiones sobre las ropas de mujer en unos grandes almacenes, nada impresionan en un siglo en el que ya se ha escrito todo. Lo mejor está siempre en ese tono natural y fluido, tenso entre la tierra que parece huir y el amor que se escapa -cuyo ritmo el traductor ha apresado muy bien-, y en el que se nos revela un sosegado mundo de costumbres y normas rutinarias, muy inglés, nada estridente”. David Miralles, poeta y buen conocedor de la obra de Larkin, considera que “pocos poetas en lengua inglesa han sabido sintetizar los aportes de la mejor tradición de la poesía inglesa con los descubrimientos y magias de la vanguardia”.
“Mis poemas se explican tan bien solos que cualquier comentario sería superfluo. Todos derivan de cosas que he visto, pensado o hecho, y dudo que entre sus temas haya nada extraordinario” (Philip Larkin).
Lumen acaba de publicar en castellano su novela ‘Jill’ (21 euros), en la que narra, durante los penosos años de la guerra, la llegada de un estudiante, John, a Oxford, y abre un mundo nuevo lleno de incertidumbre y miedos. Para combatir los desdenes de que es objeto, se inventará un romance con una joven, que acabará convirtiéndose en una obsesión autodestructiva.
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Re: Philip Larkin,
Dinero
Cada tres meses, me parece, el dinero me reprocha:
“¿Por qué me dejas aquí inútilmente?
Yo soy todos los bienes y el sexo que nunca has tenido.
Aún podrías conseguirlos escribiendo algunos cheques”.
Entonces miro a otros, lo que hacen con el suyo:
Ellos de seguro no lo guardan en la buhardilla.
Al día de hoy ya tendrán una segunda casa y carro y esposa:
Obviamente el dinero tiene algo que ver con la vida.
De hecho, si me preguntan, tiene mucho que ver:
No puedes aplazar ser joven hasta el día de tu jubilación.
Y comoquiera que te abstengas del sexo, el dinero que ahorres
A la larga no te comprará más que una afeitada.
Escucho cantar al dinero. Es como mirar
Desde unas grandes puertaventanas hacia una ciudad de provincia,
Los tugurios, el canal, las recargadas y enloquecidas iglesias
A la hora del crepúsculo. Es intensamente triste.
Cada tres meses, me parece, el dinero me reprocha:
“¿Por qué me dejas aquí inútilmente?
Yo soy todos los bienes y el sexo que nunca has tenido.
Aún podrías conseguirlos escribiendo algunos cheques”.
Entonces miro a otros, lo que hacen con el suyo:
Ellos de seguro no lo guardan en la buhardilla.
Al día de hoy ya tendrán una segunda casa y carro y esposa:
Obviamente el dinero tiene algo que ver con la vida.
De hecho, si me preguntan, tiene mucho que ver:
No puedes aplazar ser joven hasta el día de tu jubilación.
Y comoquiera que te abstengas del sexo, el dinero que ahorres
A la larga no te comprará más que una afeitada.
Escucho cantar al dinero. Es como mirar
Desde unas grandes puertaventanas hacia una ciudad de provincia,
Los tugurios, el canal, las recargadas y enloquecidas iglesias
A la hora del crepúsculo. Es intensamente triste.
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Re: Philip Larkin,
La Mejor Compañía
Cuando era niño, pensaba,
Casualmente, que la soledad
Nunca precisa de ser buscada.
Era algo que todo el mundo tenía,
Como la desnudez, estaba a la mano,
Ni especialmente buena ni especialmente mala,
Una cosa abundante y obvia,
De ningún modo difícil de entender.
Entonces cumplí los veinte, se volvió
Más difícil de conseguir
Y más deseada, aunque a la vez
También más indeseable; porque
Estar solo requiere, para alcanzar
El rango de los hechos, ser expresado
En términos de los otros, si no, es sólo
Un artificio compensatorio.
¡Mucho mejor estar acompañado!
Para amar debes tener a alguien más,
El acto de dar requiere un legatario,
Los buenos vecinos necesitan otros vecinos
Sobre quienes serlo –en resumen,
Nuestras virtudes son todas sociales, si
Privado de la soledad te enfadas,
Es claro que no eres de los virtuosos.
Entonces con violencia, cierro mi puerta con llave.
El calentador de gas respira. Afuera, el viento
Anuncia la lluvia nocturna. Una vez más
La incontrovertible soledad
Me sostiene en su enorme palma;
Y como una anémona de mar
O un simple caracol, allí, con cautela,
Se despliega, se asoma, lo que soy.
Traducción de Wladimir Uscáteg
Cuando era niño, pensaba,
Casualmente, que la soledad
Nunca precisa de ser buscada.
Era algo que todo el mundo tenía,
Como la desnudez, estaba a la mano,
Ni especialmente buena ni especialmente mala,
Una cosa abundante y obvia,
De ningún modo difícil de entender.
Entonces cumplí los veinte, se volvió
Más difícil de conseguir
Y más deseada, aunque a la vez
También más indeseable; porque
Estar solo requiere, para alcanzar
El rango de los hechos, ser expresado
En términos de los otros, si no, es sólo
Un artificio compensatorio.
¡Mucho mejor estar acompañado!
Para amar debes tener a alguien más,
El acto de dar requiere un legatario,
Los buenos vecinos necesitan otros vecinos
Sobre quienes serlo –en resumen,
Nuestras virtudes son todas sociales, si
Privado de la soledad te enfadas,
Es claro que no eres de los virtuosos.
Entonces con violencia, cierro mi puerta con llave.
El calentador de gas respira. Afuera, el viento
Anuncia la lluvia nocturna. Una vez más
La incontrovertible soledad
Me sostiene en su enorme palma;
Y como una anémona de mar
O un simple caracol, allí, con cautela,
Se despliega, se asoma, lo que soy.
Traducción de Wladimir Uscáteg
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Re: Philip Larkin,
Lugares, Amados Lugares
No, nunca he encontrado
El lugar del que pueda decir
Este es mi sitio,
Aquí debería quedarme;
Ni he encontrado aquel ser especial
Que reclame al instante
Todo lo que poseo
Incluido mi nombre.
Encontrar tan cosa parece probar
Que no quieres elegir dónde
Echar raíces, o a quién amar;
Tú pides que te echen
De manera irrevocable,
De modo que no sea tu culpa
Si el pueblo se torna monótono
Y la chica una tonta.
Así, después de perderlas, estás
Atado, nada menos que a actuar,
Como si lo que plantaste,
Ahora te destrozara.
Así que lo más sabio será que te abstengas
De pensar que aún podrías encontrar
Sin nombrarlo hasta ahora,
Tu mujer, tu lugar.
Traducción de Wladimir Uscáteg
No, nunca he encontrado
El lugar del que pueda decir
Este es mi sitio,
Aquí debería quedarme;
Ni he encontrado aquel ser especial
Que reclame al instante
Todo lo que poseo
Incluido mi nombre.
Encontrar tan cosa parece probar
Que no quieres elegir dónde
Echar raíces, o a quién amar;
Tú pides que te echen
De manera irrevocable,
De modo que no sea tu culpa
Si el pueblo se torna monótono
Y la chica una tonta.
Así, después de perderlas, estás
Atado, nada menos que a actuar,
Como si lo que plantaste,
Ahora te destrozara.
Así que lo más sabio será que te abstengas
De pensar que aún podrías encontrar
Sin nombrarlo hasta ahora,
Tu mujer, tu lugar.
Traducción de Wladimir Uscáteg
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- Mensajes: 14
- Registrado: 29 Ene 2012 14:53
Re: Philip Larkin,
para todos los amantes de Philip Larkin, recomiendo este video del Poema Here. está en su lenguia original, pero vale la pena... Saludos!
Enlace
Enlace
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Re: Philip Larkin,
Sergi he editado tu mensaje porque no habías puesto bien el enlace del video
Bienvenido
Bienvenido
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Re: Philip Larkin,
¿cómo podré decirte que
la pasada noche acudiste,
sin querer, como en un sueño?
¿Y cómo olvidar
que desgastamos nuestro amor, de buena gana
y hablando a trompicones
como amigos, como lo que acabarán siendo
aquellos que han dejado que la pasión se les muera
dentro del corazón?
la pasada noche acudiste,
sin querer, como en un sueño?
¿Y cómo olvidar
que desgastamos nuestro amor, de buena gana
y hablando a trompicones
como amigos, como lo que acabarán siendo
aquellos que han dejado que la pasión se les muera
dentro del corazón?
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