Una alma perdida

[icrave]

Ahí va algo que necesitaba escribir.

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- Yo me voy ya. Hasta esta noche.
Se acercó y me dio un beso en la mejilla, rápido y frío, no había tiempo que perder. Yo seguía mirando la taza que sostenía entre mis manos. Balaceándola. La misma taza desde hacía 10 años. Ella ya había desaparecido de mi vista, debía de estar cogiendo el abrigo y el bolso. El sonido de la puerta al abrirse me trajo de nuevo a la cocina. Abrí los ojos.
- Date prisa o llegaras tarde a trabajar.
La puerta se cerró.

¿Que me importaba llegar tarde a trabajar?. Daba vueltas a la taza entre mis dedos, intentando saber que secreto me escondía aquel estúpido objeto. No, mejor, retrocedamos.

¿Que me importaba trabajar?. Sí, ese debería ser el punto de partida. Iba camino de cumplir algo menos de medio siglo de vida y llevaba mas de un mes haciéndome esa pregunta cada vez que me levantaba. Cada vez que veía el sol y cada vez que observaba la taza entre mis manos.

¿Que era para mí el trabajo?. No podía dejar de pensar en mi desdichado destino, ahora que podía vislumbrar la recta final de mi existencia me daba cuenta de que no me sentía realizado conmigo mismo. Hasta este momento no había podido ser capaz de apearme y sentarme en un banco para pensar en lo que estaba haciendo. ¿Valía la pena?. ¿Me sentía realizado con mi trabajo?. No. Estaba claro que no. De ninguna puñetera manera mi trabajo podía llenar mi espíritu y hacerlo crecer. ¿Que clase de simio se sentiría realizado cuando su ocupación durante unos 30 años había sido cambiar unas cajas por otras?. Al menos, yo no.

Y pensar que un día aspiré a tantas cosas. Pensar que hubo un tiempo en el que sentí que algo podía llenarme. Inútil de mi que no tuve la fuerza para seguir el camino. Recuerdo exactamente las ansias que tenía, sobretodo, por viajar. Por coger un pantalón cómodo, una camiseta holgada y una mochila a la espalda, en su mayor parte vacía, y ponerme rumbo a alguna parte. daba igual el destino. Lo importante era satisfacer las ansias que tenía por vivir todo tan intensamente como me fuera posible.

Me moría por despertarme cada día en un sitio diferente. En un hostal, en una estación de tren, en el interior de un coche, en casa de algún desconocido o en la misma calle, en bancos o parques. Había esquinas sucias y malolientes que se me hacían mucho mas apetecibles que mi cama. Me moría por ver amanecer el sol desde mil lugares diferentes.

Deseaba hablar con millones de personas. Pero no con las personas que podía hablar durante mi día a día. No, esas no. Esas se podían ir al infierno. Yo quería hablar con las personas que encontrara en MI CAMINO. Gente extravagante y con las mismas ansias de vivir que tenia yo. Vagabundos, delincuentes, buscavidas, indigentes y drogadictos. En su mayoría dementes y perturbados. Las mejores conversas que uno podía tener eran con esa gente.

Quería pasarme cada una de las noches en un bar diferente, bebiendo lo que se me antojara. Sin ninguna preocupación mas que acabarme la bebida que tenia enfrente y decidir que tugurio visitaría después. Quería despertar sin recordar cuando me dormí.

Hubiera matado por conseguir desprenderme de todas las preocupaciones que abarrotaban mi cabeza, gran parte de ellas debidas a las posesiones personales. No quería armarios llenos de ropa, no deseaba muebles caros que limpiar cada día. No deseaba pagar una hipoteca, ni tener un trabajo fijo, ni tener un coche que asegurar, ni siquiera amar a alguien tan profundamente que no la pudiera olvidar en menos de lo que tardara por amanecer al día siguiente. Todo eran ligaduras. Yo quería ser libre.

Si, eso. Libertad. Libertad para decidir que quería hacer con mi tiempo de vida. Eso es lo que se me ha negado desde que nací. Estuve obligado a estudiar. Estuve obligado a practicar algún deporte. Estuve obligado a relacionarme. Estuve obligado a formarme en alguna especialidad. Estuve obligado a conseguir un medio de transporte. Estuve obligado a encontrar un trabajo. Estuve obligado a encontrar una mujer. ¡Como si fuera un objeto mas con que adornar nuestro hogar!. Todo me parecía tan superfluo y vacío, que muchas veces me encontré debatiendo con la cuchilla de afeitar si valía la pena seguir obedeciendo ordenes.

No, no os confundáis. Vivir no obliga a realizar todas esas cosas. Nuestro modelo de vida es lo que te obliga. Vivir no es seguir unas pautas. Me niego a creer que lo sea. Vivir es reír. Vivir es sufrir. Vivir es moverse. Vivir es disfrutar de cada minuto que pasa. Vivir es conocer. Vivir es descubrir. Vivir es aprender. Vivir es experimentar. Vivir es observar flores en campos verdes. Vivir es mirar al cielo y ver algo mas que edificios. Vivir es ver tu cuerpo como algo mas que un recipiente, un obrero de la sociedad.
Todo bien mezclado y tomado de un trago. Rápido. Pues vivir es una experiencia mas fugaz de lo que la mayoría piensa.
Eso era lo realmente auténtico y por lo que valía la pena luchar.

Me quedaba la mitad de mi existencia para cumplir todo eso. Por desgracia las cadenas pesaban demasiado y yo ya era una alma perdida.

Me acabé el café, cogí la chaqueta y salí.
Iba a perder el tren.

[HERMANN]

Muy bueno Icrave. Son reflexiones que a menudo nos hacemos muchos, pero, hay algo a la hora de leerlas que nos alivia.
La clave está en pensar si con la alternativa seríamos más felices y creo que no, que tampoco.

Lo decía Camus: Los hombres nacen, se mueren y no son felices.
O Borges: He cometido el peor de los pecados: he vivido y no he sido feliz.

En fin. Un saludo.

[icrave]

Creo que la cuestión reside mas en la posibilidad de tener o al menos conseguir imaginarse alternativas, y no tanto en el poder realizarlas.


Gracias por el comentario.

[JANGEL]

Me ha gustado, Icrave. Haces que se sienta cierta angustia al seguir los pasos del narrador. Es verdad, a veces, en los días depresivos, pensamos como él, aunque tengamos más o menos años. Cómo dependemos de las experiencias que vivimos, de la vida que llevamos...

[Fenix]

Estoy de acuerdo con Hermann, Icrave: no creo que la otra alternativa fuese mejor. Esa libertad absoluta, hoy aquí, mañana allí, ligero de equipaje, es soportable en períodos muy precisos de nuestras vidas, cuando la edad te lo admite. Luego, la edad nos aburguesa, necesitamos el confort, e incluso la rutina. Efectivamente, como bien dices, la cuestión reside mas en la posibilidad de imaginarse esas alternativas que fueron posibles un día y que, ahora, son imposibles.
Al final, y eso es lo dramático de la historia, toma la chaqueta y sale para no llegar tarde a su trabajo: la madurez ha matado la ilusión.

[icrave]

Lo que me aterra es que no sea la madurez y la edad quien mata la ilusión, sino la sociedad actual y su modelo de vida; me aterra que directamente no exista esa época en la cual es posible vivir la libertad total, ya que desde que una persona nace se ve atada a responsabilidades, obligaciones y deberes que en otra época hubiera adquirido con la madurez.

Para acabar, añado una frase de Edgar Allan Poe que leí hace unos días:

No tengo fe en la perfección humana. El hombre es ahora más activo, no más feliz, ni más inteligente, de lo que lo fuera hace 6000 años.

Gracias por los comentarios, animáis a seguir tecleando.

[Fenix]

Yo, a pesar de la sociedad actual y su asquerosa forma de vida, no pienso tirar por la borda 2000años de progreso