Calor - Bill Buford
Moderador: magali
Calor - Bill Buford
CALOR
Bill Buford
Todo empieza cuando Bill Buford invita a cenar a su casa a Mario Batali, el exuberante cocinero que sedujo, desde su restaurante de tres estrellas, a los paladares más refinados de Nueva York. Buford escribe un artículo sobre el pantagruélico chef, pero también quiere aprenderlo todo sobre el mundo de la cocina profesional y averiguar qué clase de cocinero habría podido ser él. Entonces Bu-ford se alista en la dantesca cocina de Batali, donde comenzará a trabajar como aprendiz y ascenderá entre quemaduras y humillaciones la empinada escala que va de pinche a cocinero. Pero el viaje de Buford no acaba tras unos meses en la testosterónica cocina: marchará a Italia a trabajar junto a un carnicero que recita pasajes del Inferno de Dante y a un restaurante donde le enseñan que los tortellini perfectos son como el ombligo de una mujer; y también a Londres, con Marco Pierre White, el más temperamental de los cocineros de Gran Bretaña.
Editado por Anagrama en Panorama de narrativas.
No sé si todo es pura invención o tiene un carácter "reportero" además de novelístico pero me ha resultado llamativo. En la contraportada se hace mención además a los paralelismos y sugerencias de la cocina y el sexo, el amor, la amistad...
Bill Buford
Todo empieza cuando Bill Buford invita a cenar a su casa a Mario Batali, el exuberante cocinero que sedujo, desde su restaurante de tres estrellas, a los paladares más refinados de Nueva York. Buford escribe un artículo sobre el pantagruélico chef, pero también quiere aprenderlo todo sobre el mundo de la cocina profesional y averiguar qué clase de cocinero habría podido ser él. Entonces Bu-ford se alista en la dantesca cocina de Batali, donde comenzará a trabajar como aprendiz y ascenderá entre quemaduras y humillaciones la empinada escala que va de pinche a cocinero. Pero el viaje de Buford no acaba tras unos meses en la testosterónica cocina: marchará a Italia a trabajar junto a un carnicero que recita pasajes del Inferno de Dante y a un restaurante donde le enseñan que los tortellini perfectos son como el ombligo de una mujer; y también a Londres, con Marco Pierre White, el más temperamental de los cocineros de Gran Bretaña.
Editado por Anagrama en Panorama de narrativas.
No sé si todo es pura invención o tiene un carácter "reportero" además de novelístico pero me ha resultado llamativo. En la contraportada se hace mención además a los paralelismos y sugerencias de la cocina y el sexo, el amor, la amistad...
Última edición por Bohemio el 11 Nov 2008 13:48, editado 2 veces en total.
el baile de comas le alegra a uno el día por un momentomadison escribió:Por eel momento creo que me gusta Bohemio, es divertido,
Lo mismo digo por lo que llevo: sobre todo ameno, divertido e interesante (incluso ya se pueden ir sacando ideas para recetas). Hacía tiempo que no leía un libro tan.... a falta de otra palabra mejor, "cómodo". Me explico: aun no tengo claro si es o no es un relato semi-periodístico pero desde luego lo parece. Es directo, ágil y con un buen ritmo. No exige gran cosa y sin embargo entretiene. Lo dicho, me está gustando en este comienzo.
No he podido avanzar todo lo que quisiera pero está dando más de si de lo que preveía.
En los sucesivos capítulos, el autor va intercalando su propia experiencia personal de primera mano en la cocina con la historia y evolución de Mario Batali y, en relación con él, de otros cocineros de su nivel (Marco, hasta este punto). Me interesa algo más lo primero pero conocer la vida y milagros de estos maestros del exceso es también muy interesante.
Locos, temperamentales, juerguistas irredentos, perfeccionistas enfermizos, volubles, imprevisibles, dedicados en cuerpo y alma a su profesión, aunque bien podría decirse que es más bien su religión (de la que ellos, lo quieran o no, son fundamentalistas)... bienvenidos al mundo del chef.
Y en medio de todo ello, consejos culinarios al margen, pequeñas historias como la de los hispanoamericanos y su "mundo aparte" (o apartados del mundo) y esos distintos momentos en que uno u otro cocinero, y el propio Bill, viajan a Italia para encontrarse con la verdadera esencia de su cocina: un mundo aparte con otras leyes, basadas en la tradición y en la sabiduría popular. En esos momentos la narración pasa a otra velocidad, pero sin disminuir el ritmo.
El episodio del "castigo" cual niño pequeño pasó de chocante a divertido. Se describe un proceso de iniciación al que todo neófito debe someterse... y que acaban agradeciendo. Acabo de leer el capítulo en el que Buford se da cuenta de que el modo en que se aprende es como el de los niños, basado en imitar, observar, repetir y repetir hasta asimilar y, de algún modo, pasar a intuir.
Y una vez comprendido eso, llega por fin al verdadero punto de partida (tras meses de duro trabajo): acaba de aprender lo mucho que le queda por aprender.
PD.- ¡quiero hacer pasta!
En los sucesivos capítulos, el autor va intercalando su propia experiencia personal de primera mano en la cocina con la historia y evolución de Mario Batali y, en relación con él, de otros cocineros de su nivel (Marco, hasta este punto). Me interesa algo más lo primero pero conocer la vida y milagros de estos maestros del exceso es también muy interesante.
Locos, temperamentales, juerguistas irredentos, perfeccionistas enfermizos, volubles, imprevisibles, dedicados en cuerpo y alma a su profesión, aunque bien podría decirse que es más bien su religión (de la que ellos, lo quieran o no, son fundamentalistas)... bienvenidos al mundo del chef.
Y en medio de todo ello, consejos culinarios al margen, pequeñas historias como la de los hispanoamericanos y su "mundo aparte" (o apartados del mundo) y esos distintos momentos en que uno u otro cocinero, y el propio Bill, viajan a Italia para encontrarse con la verdadera esencia de su cocina: un mundo aparte con otras leyes, basadas en la tradición y en la sabiduría popular. En esos momentos la narración pasa a otra velocidad, pero sin disminuir el ritmo.
El episodio del "castigo" cual niño pequeño pasó de chocante a divertido. Se describe un proceso de iniciación al que todo neófito debe someterse... y que acaban agradeciendo. Acabo de leer el capítulo en el que Buford se da cuenta de que el modo en que se aprende es como el de los niños, basado en imitar, observar, repetir y repetir hasta asimilar y, de algún modo, pasar a intuir.
Y una vez comprendido eso, llega por fin al verdadero punto de partida (tras meses de duro trabajo): acaba de aprender lo mucho que le queda por aprender.
PD.- ¡quiero hacer pasta!
Sigo sin avanzar por razones que nada tienen que ver con el libro que, repito, es de fácil lectura.
El último capítulo que he leído es el dedicado a la pasta, que a partir de ahora me temo voy a asociar con un ombligo de mujer (esa es la pasta bien hecha, y luego se distingue entre los ombligos hacia dentro y hacia fuera). La prueba de fuego que pone a cada uno en su sitio (revelándole su edad si fuera necesario). Es todo un mundo, entre tantos que contiene el universo culinario.
Continúa el tono divertido en comentarios como este (el último que he leído):
El último capítulo que he leído es el dedicado a la pasta, que a partir de ahora me temo voy a asociar con un ombligo de mujer (esa es la pasta bien hecha, y luego se distingue entre los ombligos hacia dentro y hacia fuera). La prueba de fuego que pone a cada uno en su sitio (revelándole su edad si fuera necesario). Es todo un mundo, entre tantos que contiene el universo culinario.
Continúa el tono divertido en comentarios como este (el último que he leído):
Con el jaleo de cenas foriles navideñas me ha parecido apropiado.No es difícil conseguir cenar en un restaurante cuya cocina está cerrando. Pero la próxima vez que intentéis convencer a un maître para que os permita hacerlo -inclinándoos miserablemente ante él, pidiéndole disculpas, culpando al tráfico, al gentío, dando muestras del más obsequioso servilismo, con un billete nuevo en la mano-, recordad que los empleados de la cocina saben que estáis allí. Esperan vuestros pedidos agrupados alrededor de la impresora, contando los segundos y maldiciendo vuestra lentitud para decidiros. Hacen conjeturas: ¿será algo ligero, quizá un solo plato? [....] ¿O los clientes -a los que llegan tarde se les llama simplemente "esos cabrones"- serán tan torpes como para pedir un menú degustación de cinco platos? A veces ocurre, y la respuesta de la cocina -un rugido de indignación- es tan estruendosa que todo el mundo debe de oírla en el restaurante [.... cuenta el estado de la cocina y personal a esas horas, más descuidado, sucio, cansados, empezando a beber] Lo expresaré de otro modo: ¿Alguien cree que, si su comida es el último pedido llegado a la cocina, puede prepararse con amor?