Poeta, novelista y crítico de arte francés, nacido en París en 1821.
Al terminar sus estudios en Paris en 1834, fue enviado a las Antillas por su padrastro, quien quiso alejarlo de la vida bohemia y licenciosa que el joven llevaba. A su regreso a Paris inicia estudios de Derecho en 1840, incursiona en el ambiente literario entablando amistad con prominentes figuras del arte, y empieza a producir textos sobre crítica de arte y poesía.
Considerado como modelo y padre de la poesía moderna, publicó en 1857 su máxima obra, "Las flores del mal", desatando una gran polémica por considerarla como una ofensa contra la moral pública. Luego aparecieron "Pequeños poemas en prosa" y Paraísos artificiales publicados en 1860.
La sífilis que contrajo debido a su vida desordenada, le produjo afasia y una parálisis parcial que lo condujo a la muerte en 1867.
"Curiosidades estéticas", "El arte romántico", "Mi corazón al desnudo" y su "Epistolario" fueron publicados póstumamente.
¡Solo por fin! Ya no se oye mas que el rodar de
algunos coches rezagados y derrengados. Por unas
horas hemos de poseer el silencio, si no el reposo.
¡por fin desapareció la tiranía del rostro humano, y ya
sólo por mi sufriré!
¡Por fin! Ya se me consiente descansar en un baño de
tinieblas. lo primero, doble vuelta al cerrojo. Me
parece que esta vuelta de llave ha de aumentar mi
soledad y fortalecer las barricadas que me separan
actualmente
del mundo.
¡Vida horrible! ¡Ciudad horrible!
Recapitulemos el día: ver a varios hombres de letras,
uno de los cuales me preguntó si se puede ir a Rusia
por vía de tierra-sin duda tomaba por isla a Rusia-;
disputar generosamente con el director de una
revista, que, a cada objeción, contestaba:
"este es el partido de los hombres honrados";
lo cual implica que los demás periódicos están
redactados por bribones; saludar a unas veinte
personas, quince de ellas desconocidas; repartir
apretones de manos, en igual proporción, sin haber
tomado la precaución de comprar unos guantes; subir,
para matar el tiempo, durante un chaparrón, a casa
de cierta corsetera, que me rogó que le dibujara un
traje de Venustre; hacer la rosca al director de un
teatro, para que, al despedirme, me diga:
"Quizá lo acierte dirigiendose a Z....
es de tofos mis autores, el mas pesado, el más tonto
y el más célebre; con él podría usted conseguir algo.
Háblele, y allá veremos"; alabarme-¡por qué?- de
varias acciones feas
que jamás cometí y negar cobardemente algunas
otras fechorías que llevó
a cabo con gozo, delito de fanfarronería, crimen de
respetos humanos;
negar a un amigo cierto favor fácil y dar una
recomendación por escrito
a un tuante cabal. ¡Uf! ¿Se acabó?
Descontento de todos, descontento de mi, quisiera
rescatarme y cobrar un poco de orgullo en el silencio y
en la soledad de la noche.
almas de los que amé, almas de los que canté,
fortalecedme, sostenedme, alejad de mi la mentira y
los vahos corruptores del mundo; y vos, Señor,
Diso mío, concedeme la gracia de producir algunos
versos buenos
que a mi mismo me prueben que no soy el último de
los hombres,
que no soy inferior a los que desprecio.