Felix de Azua

¿Qué es poesía? Dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... ¡eres tú!

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madison
La dama misteriosa
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Registrado: 15 May 2005 21:51

Felix de Azua

Mensaje por madison »

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Edpylp escribió:Poeta, novelista y ensayista nacido en Barcelona. Licenciado en Filosofía, profesor de Estética y colaborador habitual del diario El País, fue conocido gracias a su inclusión en la antología Nueve novísimos poetas españoles, editada en 1970 por Josep María Castellet, junto a Manuel Vázquez Montalbán, Leopoldo María Panero y Antonio Colinas, entre otros. Anteriormente había publicado los libros de poemas Cepo de nutria (1968) y El velo en el rostro de Agamenón (1971); y después La lengua de cal (1972) y Farra (1983). Su poesía completa está reunida en el volumen Poesía (1968-1989). Pero es en el campo novelístico dónde ha conseguido más éxito y reconocimiento, sobre todo a partir de Historia de un idiota contada por el mismo (1986) y Diario de un hombre humillado (1987), con el cuál obtuvo el Premio Herralde; y más tarde con Demasiadas preguntas (1994) y Momentos decisivos (2000). Su parcela ensayística es amplia y destacada, Los ensayos de Baudelaire (1978), La Venecia de Casanova (1990) y La invención de Caín (2001), en el que ha reunido la mayoría de sus escritos sobre ciudades y ciudadanos, sobre las urbes y sobre algunos urbanistas. Escritor curtido en todos los géneros, su obra se caracteriza por un corrosivo sentido del humor y una profunda capacidad de análisis
AHORA ES MI TURNO, CUANDO CIERRO LOS OJOS...

Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos
y me olvido de ti, de tu salvaje higuera y tus higos salvajes,
cuando tu carne, como un libro de cuentos, resplandece en la noche
a la luz de un hogar mediterráneo;
y me dejo cegar por el brillo solar de la memoria
mientras mi cuerpo entero se quema en un chispazo.

Ahora infantiles yemas te descubren, y entre las llamas muertas
rescato el viejo yugo, los utensilios viejos y las viejas guirnaldas
del buey, de la cebada y de la Pascua de Resurrección.
Es mi turno, no el tuyo. Te levanto en mis palmas
como se exponen los recién nacidos
a las nubes plomizas, irritadas
como vacas repletas que atronan el establo
los campos secos, el pozo, la uva amarga.

Pero tú, hecha una niña, también tientas las ubres, y arqueada
jadeas entre brasas; es mi turno y tú danzas
resonando perpleja y sonriente,
átomo, brizna, astilla de una combustión
que no puedo pensar sin sentirme infinito.

Tus yemas y tu sonrisa atónita me invitan al incendio...
pero me venden luego por la espalda como cosa fútil,
como ese azar minúsculo, gratuito
que te alcanza las nubes y se empeña en durar.

Y mientras tú contratas con terribles clientes
a los que yo sólo conozco por el nombre,
y cuyas sombras, mantos, miradas esquinadas,
me hacen alzar la sábana aterrado;
hundido al fin, hundido,
olvidado por fin, perdido y solo, cobijado en mí mismo,
puedo gritar, gritar hasta romper el techo y por la grieta ver
la esplendorosa faz sin ojos y sin boca
que me agarra del cuello y me disuelve en risas,
fuego de azufre, espanto y aroma de castaños.
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