Historia de la eternidad - Jorge Luis Borges

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Fley
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Historia de la eternidad - Jorge Luis Borges

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Editorial ‏ : ‎ DEBOLSILLO; 002 edición (6 mayo 2011) (*)
Idioma ‏ : ‎ Español
Libro de bolsillo ‏ : ‎ 176 páginas
ISBN-10 ‏ : ‎ 8499089534
ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8499089539
Primera publicación: 1936

Sinopsis

Una de las obras clave de Borges: una reflexión sobre el tiempo, el infinito y lo finito.

«Si los destinos de Edgar Allan Poe, de los vikingos, de Judas Iscariote y de mi lector secretamente son el mismo destino -el único destino posible-, la historia universal es la de un solo hombre.»

En los tratados contenidos en este volumen, Borges habla de la esencia del tiempo, que se concreta bien en el mecanismo de una metáfora, bien en una refutación filosófica. El asunto es la coincidencia, la ocupación de un mismo lugar físico o mental, la repetición, la versión. Así, el ensayo sobre los traductores de Las mil y una noches tiene su eco en los símiles de la literatura germánica antigua; la doctrina de los ciclos halla su espejo en las enseñanzas de la termodinámica. Historia de la eternidad, cuya primera edición data de 1936, prefigura ya los contornos del Borges del medio siglo posterior.
No se bien cómo definir este libro. Es un compendio de estudios y comentarios de Borges sobre la eternidad. Lo he visto esta tarde en la biblioteca de mi barrio y me he puesto a leerlo. Desgrana pensamientos de Nietzsche, sobre el eterno retorno, y de Schopenhauer y su inmortalidad inconsciente entre otros, pasando por los posicionamientos platónicos sobre la idea del tiempo y la eternidad.
Está dividido en varios capítulos. En otros posteriores habla sobre el concepto cíclico de la historia. En otro ilustra "condicionamientos culturales e históricos de la labor de traducción"(según contraportada).
Notas, apuntes, y algún artículo sobre la injuria y sobre la novela imaginaria.
Si ya conoceis a Borges, aún no lo he terminado, pero parece ser otra clase de saber del genio.

Os dejo lo que pone en la contraportada;

"Leemos en el Timeo de Platón que el tiempo es una imagen móvil de la eternidad, y ello es apenas un acorde que a ninguno distrae de la convicción de que la eternidad es una imagen hecha con sustancias de tiempo", dice Jorge Luis Borges en el primer trabajo que da a este volumen. Se incluye además La doctrina de los ciclos, que reformula irónicamente la teoría del eterno retorno y El tiempo circular, donde se definen los tres modos fundamentales de esta teoría. La preocupación de Borges por La metáfora queda de manifiesto también en Las kenningar, recurso estilístico utilizado por los antiguos bardos escandinavos. Asimismo hay un estudio sobre los traductores de Las mil y una noches, libro que ha influido en su formación de cuentista. Por último se agregan dos notas, El acercamiento a Almostásim y El arte de injuriar. (Ed. Emecé)"


Y un pequeño extracto;


"En aquel capítulo de su Lógica que trata de la ley de la causalidad, John Stuart Mill declara que es concebible -pero no verdadera- una repetición periódica de la historia, y cita la “egloga mesiánica” de Virgilio:

Jam redit et virgo, redeunt Saturnia regna...

Nietzsche, helenista, ¿pudo acaso ignorar a esos precursores? Nietzsche el autor de los fragmentos sobre los presocráticos, ¿pudo no conocer una doctrina que los discípulos de Pitágoras aprendieron? Es muy difícil creerlo -e inútil. Es verdad que Nietzsche ha indicado, en memorable página, el preciso lugar en que la idea de un eterno retorno lo visitó: un sendero en los bosques de Silvaplana, cerca de un vasto bloque piramidal, un mediodía del agosto de 1881 - “a seis mil pies del hombre y del tiempo”. Es verdad que ese instante es uno de los honores de Nietzsche. Inmortal el instante, dejará escrito, en que yo engendré el eterno regreso. Por ese instante yo soporto el Regreso (Unschuld des Werdens, II, 1308). Opino, sin embargo, que no debemos postular una sorprendente ignorancia, ni tampoco una confusión humana harto humana, entre la inspiración y el recuerdo, ni tampoco un delito de vanidad. Mi clave es de carácter gramatical, casi diré sintáctico. Nietzsche sabía que el Eterno Retorno es de las fábulas o miedos o diversiones que recurren eternamente, pero también sabía que la más eficaz de las personas gramaticales es la primera. Para un profeta, cabe asegurar que la única. Derivar su revelación de un epítome, o de la Historia philosophiae graeco-romanae de los profesores suplentes Ritter y Preller, era imposible a Zaratustra, por razones de voz y de anacronismo -cuando no tipográficas. El estilo profético no permite el empleo de las comillas ni la erudita alegación de libros y autores...

Si la carne humana asimila carne brutal de ovejas, ¿quién impedirá que la mente human asimile estados mentales humanos? De mucho repensarlo y de padecerlo, el eterno regreso de las cosas es ya de Nietzsche y no de un muerto que es apenas un nombre griego. No insistiré: ya Miguel de Unamuno tiene su página sobre esa prohijación de los pensamientos.

Nietzsche quería hombres capaces de aguantar la inmortalidad. Lo digo con palabras que están en sus cuadernos personales, en el Nachlass, donde grabó también estas otras: Si te figuras una larga paz antes de renacer, te juro que piensas mal. Entre el último instante de la conciencia y el primer resplandor de una vida nueva hay “ningún tiempo” -el plazo dura lo que un rayo, aunque no basten a medirlo billones de años. Si falta un yo, la infinitud puede equivaler a la sucesión.

Antes de Nietzsche la inmortalidad personal era una mera equivocación de las esperanzas, un proyecto confuso. Nietzsche la propone como un deber y le confiere la lucidez atroz de un insomnio. El no dormir (leo en el antiguo tratado de Robert Burton) harto crucifica a los melancólicos, y nos consta que Nietzsche padeció esa crucifixión y tuvo que buscar salvamento en el amargo hidrato de cloral. Nietzsche quería ser Walt Whitman, quería minuciosamente enamorarse de su destino. Siguió un método heroico: desenterró la intolerable hipótesis griega de la eterna repetición y procuró educir de esa pesadilla mental una ocasión de júbilo. Busco la idea más horrible del universo y la propuso a la delectación de los hombres. El optimista flojo suele imaginar que es nietzscheano; Nietzsche lo enfrenta con los círculos del eterno regreso y lo escupe así de su boca.

Escribió Nietzsche: No anhelar distantes venturas y favores y bendiciones, sino vivir de modo que queramos volver a vivir, y así por toda la eternidad. Mauthner objeta que atribuir la menor influencia moral, vale decir practica, a la tesis del eterno retorno, es negar la tesis -pues equivale a imaginar que algo puede acontecer de otro modo. Nietzsche respondería que la formulación del regreso eterno y su dilatada influencia moral (vale decir practica) y las cavilaciones de Mauthner y su refutación de las cavilaciones de Mauthner, son otros tantos necesarios momentos de la historia mundial, obra de las agitaciones atómicas. Con derecho podría repetir lo que ya dejó escrito: Basta que la doctrina de la repetición circular sea probable o posible. La imagen de un mera posibilidad nos puede estremecer y rehacer. ¡Cuánto no ha obrado la posibilidad de penas eternas! Y en otro lugar: En el instante en que se presenta esa idea, varían todos los colores- y hay otra historia. "


(*) Imagen, datos y sinopsis añadidos por moderación, junio 2022
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