Título original: Jonathan Livingston Seagull
Este es uno de esos libros difíciles de clasificar. Es una especie de novela corta, así que no me atrevía a catalogarlo como cuento. Personalmente tampoco puedo considerarlo un clásico. Al contrario, tal vez debería estar en literatura contemporánea, pero tiene tantos retazos de fantasía que he preferido considerarlo aquí, más cerca de libros que encubren filosofía y espiritualidad bajo el manto de la imaginación.Hay quien obedece sus propias reglas porque se sabe en lo cierto; quien experimenta un especial placer en hacer algo bien; quien adivina algo más que lo que sus ojos ven; quien prefiere volar a comprar y comer. Todos ellos harán amistad duradera con Juan Salvador Gaviota. Habrá también quienes volarán con Juan Gaviota por lugares de encanto y aventura, y gozarán como él de una luminosa libertad. Para unos y otros será una experiencia que jamás olvidarán. Ésta es una extraordinaria fábula cuyo mensaje intemporal y universal ha calado hondo en varias generaciones de lectores. Un libro que aún hoy sigue siendo imitado, con lo cual no se logra más que recordarnos la fuerza y autenticidad del original.
Es el segundo libro que releo en una semana (el otro fue El principito) y me ha ocurrido lo mismo. Me ha gustado más que cuando lo leí hace tiempo y he sabido disfrutar de él. Tal vez haya madurado como persona y vea más claramente el sentido de las cosas.
No me parece un gran libro, pero tiene buenos momentos. Mi padre me contó cuando lo vio en mis manos que un seminarista se lo había recomendado en los ochenta. Por lo visto el mensaje espiritual del libro encaja muy bien con la mentalidad cristiana. Y, cuando te pones a leer la novela, es cierto. La simbología, la metáfora recuerdan mucho la religión. Hay resurrecciones, ascensiones al cielo, gaviotas divinas, discriminación social (religiosa)... Una serie de ingredientes que coinciden con algunos pasajes del Nuevo Testamento.
Por lo demás, resulta divertido leer cómo las gaviotas hablan de kilómetros por hora (aquí Bach no fue suficientemente ingenioso, pues es algo que podía haber evitado) y se superan a sí mismas. Pero la profundidad del texto me parece un tanto pretenciosa, algo que no ocurre con las obras míticas de otros autores.
Podéis leerlo aquí.