Cartas de la ayahuasca.-Allen Ginsberg y Willian Burroughs

Aquellas maravillosas cartas.

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madison
La dama misteriosa
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Cartas de la ayahuasca.-Allen Ginsberg y Willian Burroughs

Mensaje por madison »

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Las cartas de la ayahuasca
Autor: Allen Ginsberg y William S. Burroughs
Título original:
Traducción Roger Wolfe
Editor Anagrama
Fecha de publicación mayo 2006
Colección Panorama de narrativas
Número de Páginas 107


Las cartas de la ayahuasca, libro publicado originalmente en 1963, es un volumen de correspondencia y otros escritos de William Burroughs y Allen Ginsberg. La mayor parte de estos textos datan de 1953, y son la crónica del viaje que hizo Burroughs a la selva amazónica en busca del yagué o la ayahuasca, una planta de míticas propiedades alucinógenas y telepáticas. Burroughs comparte con Ginsberg anécdotas, historias y ciertos conceptos que más tarde utilizaría en novelas como El almuerzo desnudo. El volumen termina con una larga carta de Ginsberg, escrita en 1960, en la que le relata a Burroughs los experimentos que él mismo realizó también con la ayahuasca. Al final del libro se incluyen dos epílogos: una breve nota de Ginsberg, escrita tres años después de los hechos narrados, en la que proclama su mística permanencia entre los vivos, y un hiperlisérgico y apoteósico de Burroughs titulado «¿Me estoy muriendo, míster?».
Editorial Anagrama

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Josek
No tengo vida social
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Re: Cartas de la ayahuasca.-Allen Ginsberg y Willian Burroughs

Mensaje por Josek »

También es conocida esta obra como Cartas del yage, o del yague, que es el nombre de la ayahuasca en Colombia, a mi me gustó mucho sobre todo las de Burroughs, que son las más extensas, yo creo que este hombre desperdició en parte su indiscutible talento con sus experimentaciones literarias, El almuerzo desnudo, Expreso nova, etc., que no quiere decir que no tengan calidad pero su dificil comprensión las hacen poco accesibles, en sus escritos más convencionales se nota su gran categoria de escritor. En cuanto Ginsberg, como sabeis, destaca por su obra poética, sobre todo la fantástica Aullido, aunque no soy un gran lector de poesía, a mí, me pareció buenísima.


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...“Dos minutos después me invadió una oleada de vértigos y la choza
empezó a dar vueltas. Era como dormirse con éter o cuando uno está muy
borracho, se acuesta y la cama da vueltas. Vi luces azules frente a los ojos. La
choza cobró un aspecto arcaico del lejano Pacífico, con cabezas de las Islas
Orientales talladas en los postes que sostenían la choza. El ayudante estaba
afuera, oculto, con la intención evidente de matarme. De pronto me agarraron
unas náuseas violentas y corrí hacia la puerta golpeándome en el hombro
contra la Jamba de la puerta. Sentí el golpe pero no el dolor. Apenas podía
caminar. No tenía ninguna coordinación. Los pies eran como bloques de
madera. Vomité con violencia apoyándome contra un árbol y caí al suelo en
una desamparada desdicha. Me sentía tan embotado como si hubiera estado
cubierto por capas de algodón. Me esforzaba por salir de ese embotamiento y
mareo, y repetía sin cesar: “Lo único que quiero es salir de aquí”. Una
incontrolable incapacidad mecánica se apoderó de mí. Repeticiones
hebefrénicas sin sentido. Seres larvales desfilaban ante mis ojos en una bruma
azul y cada uno de ellos emitía un ruido obsceno y burlón (más tarde reconocí
en esos ruidos el croar de los sapos); debo de haber vomitado seis veces.
Estaba en cuatro patas, convulsionado por las contracciones de las náuseas.
Oía los vómitos y los gemidos como si provinieran de algún otro. Estaba
tirado Junto a una roca. Debieron pasar horas. El brujo estaba de pie a mi lado.
Me quedé mirándolo largo rato antes de creer que realmente me estaba
diciendo ¡”¿Quiere entrar en la casa?” Dije: “No”, y él se encogió de hombros
y se alejó.
Mis brazos y mis piernas empezaron a sacudirse incontrolablemente.
Busqué el nembutal con mis dedos dormidos, como de madera. Debí poner
diez minutos para abrir el frasco y verter cinco cápsulas. Tenía la boca seca
pero de algún modo mastiqué y tragué el nembutal. Poco a poco las sacudidas
espasmódicas cesaron y me sentí algo mejor y entré en la choza. Todavía
seguía viendo las luces azules. Me eché y me cubrí con una manta. Tenía
escalofríos como de paludismo. De pronto me sentí con mucho sueño. A la
mañana siguiente me sentía perfectamente bien, salvo una cierta sensación de
cansancio y un ligero estado nauseoso. Pagué al brujo y caminé de vuelta al
pueblo”...

Burroughs a Ginsberg



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madison
La dama misteriosa
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Re: Cartas de la ayahuasca.-Allen Ginsberg y Willian Burroughs

Mensaje por madison »

es que de verdad, tienen o tenían una pinta...
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