Peter Handke (1942) es uno de los escritores actuales más importantes, polémicos y populares en lengua alemana. Sus obras suelen gravitar en torno a las dificultades en la comunicación humana, la soledad o sus consecuencias, con un estilo original que no renuncia nunca al compromiso con la literatura. Publicada en 1989 e impregnada del mismo tono reflexivo de obras como «Ensayo sobre el jukebox» o «Ensayo sobre el día logrado», ENSAYO SOBRE EL CANSANCIO toma este estado como excusa o punto de partida para hilvanar en primera persona ideas que van más allá del mismo, en un discurso en el que lo que se busca no es tanto lo exacto ni lo riguroso como la relación personal con lo que se está explicando.
Ensayo sobre el cansancio - Peter Handke
Moderador: Pseudoabulafia
Ensayo sobre el cansancio - Peter Handke
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Bohemio...
Es muy breve , así que voy a ver si lo leo uno de estos días, Babel.
Edito al día siguiente:
Lo empecé anoche. Vaya pasada. Está escrito a modo de entrevista-interrogatorio consigo mismo, me parece llamativo. Muy psicoanalista.
Desde el cansancio culpable de la niñez, el cansancio en la juventud (pasmoso, yo pensaba que lo que él destaca cono "cansancio" era "hastío"), para pasar rápidamente al "cansacio de pareja".
Me está gustando bastante, aunque llevo muy poco.
Es muy breve , así que voy a ver si lo leo uno de estos días, Babel.
Edito al día siguiente:
Lo empecé anoche. Vaya pasada. Está escrito a modo de entrevista-interrogatorio consigo mismo, me parece llamativo. Muy psicoanalista.
Desde el cansancio culpable de la niñez, el cansancio en la juventud (pasmoso, yo pensaba que lo que él destaca cono "cansancio" era "hastío"), para pasar rápidamente al "cansacio de pareja".
Me está gustando bastante, aunque llevo muy poco.
Última edición por Hypathia el 06 Jun 2008 11:48, editado 1 vez en total.
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A mi también me está gustando, leí un poco ayer por la tarde, nada más. Es más denso de lo que esperaba y más profundo también: como dice Hyp, abarca muchos aspectos distintos y hay alguno curioso como el que citas, yo también lo habría llamado "hastío" pero con un punto más que ahora mismo no puedo precisar.
También me ha llamado mucho la atención la parte del insomnio (digo parte y no llega a una página): realmente buena
También me ha llamado mucho la atención la parte del insomnio (digo parte y no llega a una página): realmente buena
Sí, Madison. Al parecer el autor lo padece "crónico". Pero no habla demasiado, como dice Bohemio.madison escribió:Insomnio?
habla sobre el isomnio?
Por cierto, Bohe, vaya alegría que me has dado.También me ha llamado mucho la atención la parte del insomnio (digo parte y no llega a una página): realmente buena
Eso lo he notado yo justo después de hablar sobre el "cansancio de nosotros", ese cansancio colectivo, común, que une a la gente que ha trabajado codo a codo. Después de eso viene una parte un poco espesa, que me ha hecho preguntarme cuál será la ideología política de este hombre.Bohemio escribió:A mi también me está gustando, leí un poco ayer por la tarde, nada más. Es más denso de lo que esperaba y más profundo también
¿Has visto lo curiosa que es esa teoría suya sobre el "cansancio de pareja"? Es bastante acertado, ¿no? Claro, que si se piensa en superarlo, si no, es terrible. Qué angustia. Ese deseo de que la otra persona desaparezca, la inapetencia, las no-ganas de comunicarse.
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Os pongo un párrafo que me ha llamado mucho la atención:
"(...) con las horas el cansancio de las aulas llegaba a convertirme incluso en un ser rebelde y ansioso. Por regla general, no era tanto el aire enrarecido y el apiñamiento forzado de cientos de estudiantes como la falta de interés que los que daban las clases mostraban por la materia, una materia que en realidad debería ser la suya. Nunca más he vuelto a encontrarme con hombres menos poseídos por lo que llevaban entre manos que aquellos catedráticos y profesores de Universidad; cualquier empleado de banco, sí, cualquiera, contando los billetes, unos billetes que además no eran suyos, cualquier obrero que estuviera asfaltando una calle, en el espacio caliente que había entre el sol, arriba, y el hervor del alquitrán, abajo, daban la impresión de estar más en lo que hacían.
Parecían dignatarios rellenos de serrín a quienes ni la admiración (la que tiene el buen profesor por aquello que constituye el tema de sus explicaciones), ni el entusiasmo, ni el afecto, ni actitud interrogativa alguna, ni la veneración, ni la ira, ni la indignación, ni la conciencia de estar ignorando algo les hacía jamás temblar la voz, que más bien se limitaban a ir soltando una cantinela, a ir cum¬pliendo con distintos expedientes, a ir escandiendo frases —y no en el tono cavernoso de un Homero, sino en el de alguien que está anticipando el examen—, todo lo más, de vez en cuando, con el contrapunto de un chiste sin gracia o de una alusión maliciosa dedicada a los introducidos en la materia, mientras fuera, delante de las ventanas, se veían tonos verdes y azules, y luego oscurecía: hasta que el cansancio del oyente, de un modo repentino, se convertía en desgana, la desgana en hostilidad. "
Cansancio Desgana Hostilidad.
Me gusta cómo desmenuza.
"(...) con las horas el cansancio de las aulas llegaba a convertirme incluso en un ser rebelde y ansioso. Por regla general, no era tanto el aire enrarecido y el apiñamiento forzado de cientos de estudiantes como la falta de interés que los que daban las clases mostraban por la materia, una materia que en realidad debería ser la suya. Nunca más he vuelto a encontrarme con hombres menos poseídos por lo que llevaban entre manos que aquellos catedráticos y profesores de Universidad; cualquier empleado de banco, sí, cualquiera, contando los billetes, unos billetes que además no eran suyos, cualquier obrero que estuviera asfaltando una calle, en el espacio caliente que había entre el sol, arriba, y el hervor del alquitrán, abajo, daban la impresión de estar más en lo que hacían.
Parecían dignatarios rellenos de serrín a quienes ni la admiración (la que tiene el buen profesor por aquello que constituye el tema de sus explicaciones), ni el entusiasmo, ni el afecto, ni actitud interrogativa alguna, ni la veneración, ni la ira, ni la indignación, ni la conciencia de estar ignorando algo les hacía jamás temblar la voz, que más bien se limitaban a ir soltando una cantinela, a ir cum¬pliendo con distintos expedientes, a ir escandiendo frases —y no en el tono cavernoso de un Homero, sino en el de alguien que está anticipando el examen—, todo lo más, de vez en cuando, con el contrapunto de un chiste sin gracia o de una alusión maliciosa dedicada a los introducidos en la materia, mientras fuera, delante de las ventanas, se veían tonos verdes y azules, y luego oscurecía: hasta que el cansancio del oyente, de un modo repentino, se convertía en desgana, la desgana en hostilidad. "
Cansancio Desgana Hostilidad.
Me gusta cómo desmenuza.
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Grave ese cansancio en los profesores. Yo tampoco me reconozco en esa hostilidad, pero de ver en cuando sí me llevaba mis buenos cabreos después de salir de una clase con la sensación de haber perdido el tiempo. Tenía un profesor que se dedicaba a contarnos sus historias..., pero de esas en las que siempre salía victorioso, etc., para darse pistos. Uff, qué peñazo. Salías mosca de sus clases y encima sintiéndote una colilla.
Menos mal que de ésos no abundan.
Menos mal que de ésos no abundan.
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