Hijos de la ira, Dámaso Alonso

¿Qué es poesía? Dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... ¡eres tú!

Moderadores: Tessia, lunallena

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nosin
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Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por nosin »

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12.0x18.0cm.
Nº de páginas: 184 págs.
Editorial: ESPASA-CALPE
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
ISBN: 9788467013252
Año edicón: 2003
Plaza de edición: MADRID
Sinopsis

Dámaso Alonso (1898-1990) ha definido Hijos de la ira (1944) como "un libro de protesta escrito cuando en España nadie protestaba. Es un libro de protesta y de indagación. Protesta ¿contra qué? Contra todo... Habíamos pasado por dos hechos de colectiva vesania, que habían quemado muchos años de nuestra vida, uno español y otro universal, y por las consecuencias de ambos. Yo escribí Hijos de la ira lleno de asco ante la estérol injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre. Es también un intento de indagación en la realidad del mundo, en su esencia, y de su primera causa...

Editado por moderación

No he preparado sinopsis porque creí que ya habría hilo abierto. Lo haré más tarde.

Los primeros poemas, en especial, se me han hecho durísimos. Me he lamentado de no leer la introducción antes de la obra (ya que aquí se me reprende si lo hago, por lo que me propongo corregir ese vicio :roll: ), y me he lamentado porque leerla después de la obra me hará repasar y comprobar lo que se explica en ella. Hay un grupo de poemas (sobre las páginas 90) donde se aplica constantemente el adjetivo amarillo, lo mismo para persona, animal o cosa, lo que me hace sospechar que tiene un claro significado (o quizá no). Esto tengo que investigarlo en la introducción... Creo que voy a volver a las andadas de leerla primero :lol:
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Katia
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por Katia »

De profundis

Si vais por la carrera del arrabal, apartaos, no os
/inficione mi pestilencia.
El dedo de mi Dios me ha señalado: odre de putrefacción
/quiso que fuera este mi cuerpo,
y una ramera de solicitaciones mi alma,
no una ramera fastuosa de las que hacen languidecer
/de amor al príncipe,
sobre el cabezo del valle, en el palacete de verano,
sino una loba del arrabal, acoceada por los trajinantes,
que ya ha olvidado las palabras de amor,
y sólo puede pedir unas monedas de cobre en la cantonada.
Yo soy la piltrafa que el tablajero arroja al perro
/del mendigo,
y el perro del mendigo arroja al muladar.
Pero desde la mina de las maldades, desde el pozo
/de la miseria,
mi corazón se ha levantado hasta mi Dios,


y le ha dicho: Oh Señor, tú que has hecho también
/la podredumbre,
mírame,
yo soy el orujo exprimido en el año de la mala
/cosecha,
yo soy el excremento del can sarnoso,
el zapato sin suela en el carnero del camposanto,
yo soy el montoncito de estiércol a medio hacer, que
/nadie compra,
y donde casi ni escarban las gallinas.
Pero te amo,
pero te amo frenéticamente.
¡Déjame, déjame fermentar en tu amor,
deja que me pudra hasta la entraña,
que se me aniquilen hasta las últimas briznas
/de mi ser,
para que un día sea mantillo de tus huertos!
NOTAS.

Verso 1. Inficione. Contagie, corrompa.
Verso 5. Cabezo. Pequeña elevación en el terreno.
Verso 8. Cantonada. Esquina.
Verso 9. Tablajero. Carnicero.
Verso 17. Carnero del camposanto: osario; lugar del cementerio donde se entierran los huesos sacados de las sepulturas temporales.
Verso 25. Mantillo. Abono que resulta de la descomposición del estiércol.

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nosin
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por nosin »

Pongo un fragmento de Voz del árbol, y el enlace de la entrevista a Dámaso Alonso por Joaquín Soler Serrano en el programa "A fondo" : http://video.google.es/videoplay?docid= ... &plindex=3

Voz del árbol

(...) Entre el hombre y la roca,
¡ con qué melancolía
sabes comunicarme tu tristeza,
árbol, tú, triste y bueno, tú el más hondo,
el más oscuro de los seres¡ ¡Torpe
condensación soturna
de tenebrosos jugos minerales,
materia en suave hervor lento, cerrada
en voluntad de ser, donde lo inerte
con ardua afinidad de fuerzas sube
a total frenesí¡ ¡Tú genio, furia,
expresión de la tierra dolorida,
que te eriges, agudo, contra el cielo,
con un ay, como llama,
como un clamor¡ Al fin monstruo con brazos
garras y cabellera:
¡Oh suave, triste, dulce monstruo verde,
tan verdemente pensativo,
con hondura de tiempo,
con silencio de Dios¡

No sé qué altas señales
lejanas, de un amor triste y difuso,
de un gran amor de nieblas y luceros,
traer querría tu ramita verde
que, con el viento, ahora
me está rozando el rostro.
Yo ignoro tu mensaje
profundo. La he cogido, la he besado.
( Un largo beso)

Más no sé qué quieres decirme.
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nosin
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por nosin »

Hijos de la ira se publica en 1944. Algunos de sus poemas ya habían visto la luz en las revistas literarias republicanas (Revista de occidente y otras publicaciones en la península) Como sabéis, tras la guerra se dividen las publicaciones literarias en las afines al régimen y todas las demás, que eran las republicanas.

La crítica sitúa al libro en la corriente existencial y, ciertamente, la obra plasma el sentido existencial del hombre y su relación con Dios. Es la corriente que siguen muchos coetáneos en esos momentos (Blas de Otero etapa existencial, poesía religiosa...) Sin embargo, en la edición se lee que, en una entrevista, manifiesta Dámaso Alonso que por aquel entonces, aunque había curioseado la obra de Satre (Francia 1905-1980), desconocía en contenido de esta corriente.

Yo entiendo la obra más bien como poesía realista (dentro de la corriente rehumanizadora de posguerra) en un tiempo en que acaso la literatura podía camuflar la protesta social entre la lírica (cuando se podía). Los autores que se adhieren a esta corriente crean una poesía comprometida con la situación existencial e histórica del hombre; una poesía preocupada por el dolor humano. La revista Espadaña impulsa en la década de los cuarenta la poesía de testimonio que surgiría en la década de los cincuenta.

Desde este contexto, la obra Hijos de la ira refleja el dolor humano, la miseria moral, la desolación y desesperanza para el hombre. He aquí una muestra de uno de los más duros poemas que en ella se encuentran:


Monstruos


Todos los días rezo esta oración
al levantarme:

Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!

No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.

No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»
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Carmen Neke
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por Carmen Neke »

Dámaso Alonso escribió lo siguiente sobre Hijos de la ira:
He dicho varias veces que Hijos de la ira es un libro de protesta escrito cuando en España nadie protestaba. Protesta, ¿contra qué? Contra todo. Es inútil quererlo considerar como una protesta especial contra determinados hechos contemporáneos. Es mucho más amplia: es una protesta universal, cósmica, que incluye, claro está, todas esas iras parciales. Pero toda la ira del poeta se sume de vez en cuando en un remanso de ternura.


Un buen ejemplo de esa ira desatada es el poema que transcribió Nosin en el mensaje anterior. En cambio, este otro, dedicado a su madre, es de una ternura absolutamente conmovedora (muy largo, pero merece la pena leérselo entero)

La madre

No me digas
que estás llena de arrugas, que estás llena de sueño,
que se te han caído los dientes,
que ya no puedes con tus pobres remos hinchados,
deformados por el veneno del reuma.

No importa, madre, no importa.
Tú eres siempre joven,
eres una niña,
tienes once años.
Oh, sí, tú eres para mí eso: una candorosa niña.

Y verás que es verdad si te sumerges en esas lentas aguas,
en esas aguas poderosas,
que te han traído a esta ribera desolada.
Sumérgete, nada a contracorriente, cierra los ojos,
y cuando llegues, espera allí a tu hijo.
Porque yo también voy a sumergirme en mi niñez antigua,
pero las aguas que tengo que remontar hasta casi la fuente,
son mucho más poderosas, son aguas turbias, como teñidas
de sangre.
Óyelas, desde tu sueño, cómo rugen,
como quieren llevarse al pobre nadador.
¡Pobre del nadador que somorguja y bucea en ese mar
salobre de la memoria!

... Ya ves: ya hemos llegado.
¿No es una maravilla que los dos hayamos arribado a
esta prodigiosa ribera de nuestra infancia?
Sí, así es como a veces fondean un mismo día en el
puerto de Singapoor dos naves,
y la una viene de Nueva Zelanda, la otra de Brest.
Así hemos llegado los dos, ahora, juntos.
Y ésta es la única realidad, la única maravillosa realidad:
que tú eres una niña y que yo soy un niño.

¿Lo ves, madre?
No se te olvide nunca que todo lo demás es mentira,
que esto solo es verdad, la única verdad.
Verdad, tu trenza muy apretada, como la de esas niñas
acabaditas de peinar ahora,
tu trenza, en la que se marcan tan bien los brillantes
lóbulos del trenzado,
tu trenza, en cuyo extremo pende, inverosímil, un pequeño
lacito rojo;
verdad, tus medias azules, anilladas de blanco, y las puntillas
de los pantalones que te asoman por debajo de la falda;
verdad, tu carita alegre, un poco enrojecida, y la tristeza
de tus ojos.
(Ah, ¿por qué está siempre la tristeza en el fondo de
la alegría?)
¿Y adonde vas ahora? ¿Vas camino del colegio?

Ah, niña mía, madre,
yo, niño también, un poco mayor, iré a tu lado,
te serviré de guía,
te defenderé galantemente de todas las brutalidades de
mis compañeros,
te buscaré flores,
me subiré a las tapias para cogerte las moras más negras,
las más llenas de jugo,
te buscaré grillos reales, de esos cuyo cricrí es como un
choque de campanitas de plata.
¡Qué felices los dos, a orillas del río, ahora que va a
ser el verano!

A nuestro paso van saltando las ranas verdes,
van saltando, van saltando al agua las ranas verdes:
es como un hilo continuo de ranas verdes,
que fuera repulgando la orilla, hilvanando la orilla con
el río.
¡Oh qué felices los dos juntos, solos en esta mañana!
Ves: todavía hay rocío de la noche; llevamos los zapatos
llenos de deslumbrantes gotitas.

¿O es que prefieres que yo sea tu hermanito menor?
Sí, lo prefieres.
Seré tu hermanito menor, niña mía, hermana mía, madre
mía.
¡Es tan fácil!
Nos pararemos un momento en medio del camino,
para que tú me subas los pantalones,
y para que me suenes las narices, que me hace mucha falta
(porque estoy llorando; sí, porque ahora estoy llorando).

No. No debo llorar, porque estamos en un bosque.
Tú ya conoces las delicias del bosque (las conoces por
los cuentos,
porque tú nunca has debido estar en un bosque,
o por lo menos no has estado nunca en esta deliciosa
soledad, con tu hermanito).
Mira, esa llama rubia que velocísimamente repiquetea
las ramas de los pinos,
esa llama que como un rayo se deja caer al suelo, y
que ahora de un bote salta a mi hombro,
no es fuego, no es llama, es una ardilla.
¡No toques, no toques ese joyel, no toques esos diamantes!
¡Qué luces de fuego dan, del verde más puro, del tristísimo
y virginal amarillo, del blanco creador, del más hiriente
blanco!
¡No, no lo toques!: es una tela de araña, cuajada de
gotas de rocío.
Y esa sensación que ahora tienes de una ausencia invisible,
como una bella tristeza, ese acompasado y ligerísimo
rumor de pies lejanos, ese vacío, ese presentimiento
súbito del bosque,
es la fuga de los corzos. ¿No has visto nunca corzas
en huida?
¡Las maravillas del bosque! Ah, son innumerables; nunca
te las podría enseñar todas, tendríamos para toda una
vida...

... para toda una vida. He mirado, de pronto, y he visto
tu bello rostro lleno de arrugas,
el torpor de tus queridas manos deformadas,
y tus cansados ojos llenos de lágrimas que tiemblan.
Madre mía, no llores: víveme siempre en sueño.
Vive, víveme siempre ausente de tus años, del sucio mundo
hostil, de mi egoísmo de hombre, de mis palabras
duras.
Duerme ligeramente en ese bosque prodigioso de tu
inocencia,
en ese bosque que crearon al par tu inocencia y mi llanto.
Oye, oye allí siempre cómo te silba las tonadas nuevas
tu hijo, tu hermanito, para arrullarte el sueño.

No tengas miedo, madre. Mira, un día ese tu sueño candido
se te hará de repente más profundo y más nítido.
Siempre en el bosque de la primer mañana, siempre en
el bosque nuestro.
Pero ahora ya serán las ardillas, lindas, veloces llamas,
llamitas de verdad;
y las telas de araña, celestes pedrerías;
y la huida de corzas, la fuga secular de las estrellas a la
busca de Dios.
Y yo te seguiré arrullando el sueño oscuro, te seguiré
cantando.
Tú oirás la oculta música, la música que rige el universo.
Y allá en tu sueño, madre, tú creerás que es tu hijo quien
la envía. Tal vez sea verdad: que un corazón es lo que
mueve el mundo.
Madre, no temas. Dulcemente arrullada, dormirás en el
bosque el más profundo sueño.
Espérame en tu sueño. Espera allí a tu hijo, madre mía.
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julia
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por julia »

ESte libro es un libro libro clave para la poesia española, y es aqui Donde Damaso Alonso se siente el de verdad, no terminaba de encontrarse demasiado en la anterior a la guerra.

Son muy significativos los dos que habeis puesto pero el que abandera todo este cambio es este:

Insomnio

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según
las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como
un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre
caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por
qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el
mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
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Carmen Neke
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por Carmen Neke »

Efectivamente Julia, ese poema es tremendo. Es uno de los más famosos del autor, y muy merecidamente.

Los poemas de Hijos de la ira son como un grito de revulsión del poeta. Contra el mundo, contra Dios (ese Dios al que tanto ama, a quien se dirige constantemente sin recibir respuesta), contra los hombres. Y sobre todo contra sí mismo, contra ese ser de 45 años en el que se encuentra encerrado y con el que no consigue identificarse. El poeta se siente exactamente igual que su famosa "Mujer con alcuza", que se despierta en ese tren que no va a ninguna parte y descubre que está sola:


Y esta mujer se ha despertado en la noche,
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola,
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren,
de un vagón a otro,
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola,
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
quién movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética,
en el enorme tren vacío,
donde no va nadie,
que no conduce nadie.
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julia
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por julia »

Ahora iba a buscar Mujer con Alcuza, es el otro que mas representa esta obra..

No se si has visto la entrevista de A Fondo, me encanto Damaso Alonso, como expresaba unos comentarios afilados con ese tono tranquilo.
Una de las mejores de toda la serie sin duda.
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Carmen Neke
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por Carmen Neke »

(Julia, vi la magnífica entrevista cuando Nosin colgó en vídeo en el hilo. Puse un comentario al respecto, pero se perdió con la última caída del servidor :( )

Este es uno de mis poemas favoritos del libro. Aquí don Dámaso no puede esconder su vena gongorina, dicen los rumores que Dámaso Alonso era capaz de recitar de memoria la Soledad Primera de Góngora!!
El vocabulario extraño y arcaico que utiliza sirve para dar una enorme sonoridad expresiva al lenguaje del poema.


HOMBRE

Hombre,
garrula tolvanera
entre la torre y el azul redondo
vencejo de una tarde, algarabia
desierta de un verano.

Hombre, borrado en la expresión, disuelto
en ademan; sólo flautín bardaje,
sólo terca trompeta,
híspida en el solar contra las tapias.

Hombre,
melancólico grito
¡oh solitario y triste
garlador! ¿Dices algo, tienes algo
que decir a los hombres o a los cielos?
¿Y no es esa amargura
de tu grito, la densa pesadilla
del monólogo eterno y sin respuesta?

Hombre,
cárabo de tu angustia,
agüero de tus dìas
esteriles, ¿qué aullas, can, qué gimes?
¿Se te ha perdido el amo?

No: se ha muerto.
¡Se te ha podrido el amo en noches hondas,
y apenas sólo es ya polvo de estrellas!
Deja, deja ese grito,
ese inùtil plañir, sin eco, en vano.
Porque nadie te oirá. Solo. Estas solo.
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Lucin
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por Lucin »

"Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según
las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna."

Para llegar a escribir esto, para sentirlo, creo que deben confluir un montón de vectores en el poeta.
Vaya por delante que Dámaso Alonso es uno de mis poetas favoritos... No soy nada objetivo, pues.

Son versos muy duros, pero hay que recordar el contexto. La posguerra aquí fue eterna, cruda, depresiva. Alguien que vivió otros tiempos, con otra edad, le debía parecer un vivir en las ciénagas del infierno, sin expectativas, sin ilusión....

De ahí tanta desolación, pienso.
Pero que grande era Dámaso.
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nosin
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por nosin »

Lucin escribió:Son versos muy duros, pero hay que recordar el contexto. La posguerra aquí fue eterna, cruda, depresiva. Alguien que vivió otros tiempos, con otra edad, le debía parecer un vivir en las ciénagas del infierno, sin expectativas, sin ilusión....

De ahí tanta desolación, pienso.
Pero que grande era Dámaso.
Y aún siendo poemas tan duros, se disfruta de la obra por el acierto con que Don Dámaso plasma ese contexto y la desolación que tú describes, Lucin.
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madison
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Los hijos de la ira.-Dámaso Alonso

Mensaje por madison »

LOS HIJOS DE LA IRA
DÁMASO ALONSO
Imagen
ESPASA-CALPE
12.0x18.0 cm
Nº páginas: 184 pags
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
ISBN: 9788467013252
Colección: COLECCION AUSTRAL (NUEVA)
Nº Edición:1ª
Año de edición:2003
Plaza edición: MADRID
8.00€
Dámaso Alonso (1898-1990) ha definido Hijos de la ira (1944) como "un libro de protesta escrito cuando en España nadie protestaba. Es un libro de protesta y de indagación. Protesta ¿contra qué? Contra todo... Habíamos pasado por dos hechos de colectiva vesania, que habían quemado muchos años de nuestra vida, uno español y otro universal, y por las consecuencias de ambos. Yo escribí Hijos de la ira lleno de asco ante la estérol injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre. Es también un intento de indagación en la realidad del mundo, en su esencia, y de su primera causa...
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por Melinoe »

El martes iré a la Biblio a buscarlo, pero para "calentar motores" leí algo de una versión que circula en Scribd. El primer poema Insomnio me encantó, creo que es un claro ejemplo de la poesía desarraigada, con la que no estoy familiarizada y de la que he leído algo en la web a propósito del MC. En lo que he consultado se menciona la pregunta constante por la inacción y el mutismo de Dios ante el dolor humano, un fragmento de dicho poema es claro ejemplo:

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por
qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el
mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?


Me he entusiasmado mucho porque es algo que no conocía. Seguiré comentando.
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Judy Bolton
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por Judy Bolton »

Se supone que había un mc a partir del 15 ¿no?. Yo lo he sacado pero no sé cuándo me podré poner, además me parece complicado. A ver si se anima gente que sin una ayudita no sé si me atrevo.
Recuento 2024
:101: Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres - Irene Solà

I read The Hobbit in 1937 when it first came out. (Bucky Barnes)
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madison
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Re: Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Mensaje por madison »

Cierto Judy, me falta acabar de poner el comentario de Platero y empiezo con este
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