http://www.acantilado.es/images/dossier ... nticos.pdf«Porque el autor es chileno y hace a Parra personaje de un poema, parece inevitable hablar de “antipoemas”; porque es muy conocido como narrador, resulta lógico referirse a sus poemas narrativos. Ambas cosas responden a la realidad; no sería menos exacto decir que, en Bolaño, la narrativa en prosa es una forma, apenas enmascarada, de poema e incluso de antipoema. Sus ficciones, en modo alguno realistas salvo como metáfora y parodia, no ya de la realidad, sino de sí mismas, en la fecunda frontera ambigua en que colindan el pastiche y el homenaje, son tan poéticas co mo narrativos son sus poemas/antipoemas. Y, en cuanto poeta en verso, acaso sea, efectivamente, su aportación y su mérito mayor el hecho de reconquistar un territorio—el poema narrativo de apariencia coloquial—que parecía usufructuado o usurpado definitivamente por los epígonos del realismo de bolsillo, para los dominios de la aventura y de la imaginación a la vez cotidiana y visionaria.»
En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.