"Pablo Gaudes llega a la ciudad en busca de horas muertas, horas sin obligaciones ni prisas. Pero desde el primer minuto la tranquilidad va a ser inexistente. El piso en que se aloja, propiedad de su amigo Alberto Salgado, es de repente el escenario por donde aparecen todo tipo de personajes, que no ocultan su necesidad de descubrir qué contiene la maleta que se halla en medio del salón. El humor, la ironía, la parodia, el desconcierto y el estribillo de una canción que Rita Hayworth no se cansa de repetir, son los principales ingredientes de esta historia, cuyo principal cometido es el de terminar, de una vez por todas, con las horas muertas de cualquier lector."
Javier cautiva al lector. Apenas llevo unas páginas de su segunda novela y ya me ha sorprendido, me ha llamado la atención con sus primeras frases. Tienes que seguir leyendo. Quizás porque está contando, aparentemente, la vida de una persona muy normal, que hace un viaje en tren, al encuentro de un cambio en su vida. Quizás porque esa persona tiene peculiaridades que, como a todos, les caracterizan.
Leyendo, descubro a Pablo y su lentitud al leer. Me ha recordado a un amigo que, hace pocos días, me confesaba eso mismo, su lentitud al leer, porque relee y analiza cada párrafo hasta lograr la serenidad en el descubrimiento de un nuevo libro.
Seguiremos leyendo.
El plazo de las horas muertas - Javier Lahoz
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