Los escombros de Dios - Scott Adams

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Moderador: Pseudoabulafia

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Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por 1452 »

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Los escombros de Dios es el primer libro no humorístico de Scott Adams, creador de la exitosa tira cómica Dilbert. Adams describe esta obra como ‘un experimento mental envuelto en un relato’ que lo hará transitar por la perplejidad, la reflexión y el asombro.

Imagine que conoce a un hombre anciano que —como usted va notando poco a poco— lo sabe todo. Imagine que le explica los grandes misterios de la vida —la física cuántica, la evolución, Dios, la gravedad, la luz, los fenómenos psíquicos y la probabilidad— de un modo tan sencillo y convincente, que todo encaja y tiene sentido. ¿Qué se siente cuando de repente se entiende todo?
Sin embargo, la explicación del anciano contiene un error. El experimento consiste, precisamente, en descubrirlo. Es posible que no encuentre aquí la respuesta definitiva a la Gran Pregunta, pero este libro puede contener la interpretación del mundo más irresistible que haya visto.

Scott Adams es el creador de Dilbert (http://www.dilbert.com), que aparece en más de dos mil periódicos de cincuenta y ocho países. Ha publicado veintidós libros —con más de diez millones de ejemplares vendidos—, dos de los cuales han llegado al tope de la lista de best-sellers del New York Times. Es licenciado en Ciencias Económicas por la Hartwick College, y posee un máster en Administración de Empresas de la Universidad de California en Berkeley.
Agapea
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por 1452 »

Pues tal y como dice el autor, es difícil clasificar este libro; por una parte ficción, por otra no, en fin...
Me está gustando mucho, sobre todo porque da qué pensar, y esa una de las mayores virtudes que un libro puede tener.
Voy a transcribir un capítulo que me parece bárbaro.

"La verdadera creencia
Necesitaba refuerzos. "Mire" —le dije— "cuatro mil millones de personas creen en algún tipo de Dios y en la voluntad propia. No pueden estar todos equivocados".
"Muy poca gente cree en Dios", me contestó.
No entendía cómo podía negar lo evidente. "Por supuesto que cree en Dios. Miles de millones de personas creen en Dios".
El anciano se inclinó un poco hacia mí, sus codos apoyados sobre los brazos de la mecedora.
"Cuatro mil millones de personas dicen que creen en Dios, pero son pocos los que creen de verdad. Si creyeran en Dios, vivirían todos los minutos de sus vidas en apoyo de esa creencia. La gente rica daría toda la riqueza acumulada a los necesitados. Todo el mundo estaría buscando frenéticamente el modo de determinar cuál de las religiones es la auténtica. Nadie se sentiría cómodo con la idea de que tal vez haya escogido la religión equivocada y que como consecuencia esté condenado al castigo eterno o a una mala reencarnación o cualquier otra consecuencia impensable. Las personas dedicarían sus vidas a convertir a otros a sus religiones.
"La creencia en Dios exigiría una devoción obsesiva al cien por cien, ejerciendo influencia sobre todos los momentos conscientes de esta breve existencia en la tierra. Pero tus cuatro mil millones de supuestos creyentes no viven sus vidas de esa manera... a excepción de unos pocos. La mayoría cree en lo útil de sus creencias —una utilidad terrenal y práctica— pero no cree en la realidad subyacente".
No me podía creer lo que estaba escuchando. "Si les preguntara, dirían que creen".
"Dicen que creen porque es necesario aparentar que se cree para obtener los beneficios que ofrece la religión. Dicen a otras personas que creen y hacen cosas que creen que harían los creyentes, como rezar y leer libros sagrados. Pero no hacen las cosas que haría un verdadero creyente, las cosas que tendría que hacer un verdadero creyente".
"Si tú crees que se te viene encima un camión, te apartarás de su camino. Eso es creer en la realidad del camión. Pero si dices a los demás que temes al camión y, sin embargo, no haces nada para apartarte de su camino, eso no es creer en el camión. Del mismo modo, no es creencia decir que existe Dios y seguir pecando y acaparando riquezas mientras personas inocentes se mueren de hambre. Cuando la creencia no controla tus decisiones más importantes, no es creencia en la realidad subyacente, sino en la utilidad de creer".
"¿Me está diciendo que no existe Dios?", le pregunté, en un intento de que fuera al grano.
"Digo que la gente afirma creer en Dios, pero en su mayoría no creen literalmente en Dios. Solamente actúan como si creyeran porque existen beneficios terrenales al actuar así. Crean un engaño para sí mismos porque les hace sentir felices".
"¿Entonces usted cree que sólo los ateos creen en su propia creencia?", pregunté.
"No. Los ateos también prefieren el autoengaño", dijo.
"Entonces, según usted, nadie cree nada en lo que dice creer".
"Lo máximo que puede hacer cualquier ser humano es elegir el engaño que le ayude a afrontar y superar su existencia cotidiana. Esa es la razón por la que personas de diferentes religiones pueden, por lo general, vivir en paz. A cierto nivel, todos sospechamos que esas otras personas no creen en su propia religión, del mismo modo que nosotros no creemos en la nuestra".
No podía aceptar esta afirmación. "A lo mejor la razón por la que respetamos a otras religiones es que todas tienen un conjunto de creencias centrales en común, y sólo difieren en los detalles".
"Los judíos y los musulmanes creen que Cristo no es el Hijo de Dios", contestó. "Si tienen razón, los cristianos están equivocados en la esencia central de su religión. Y si los judíos o los cristianos o los musulmanes practican la religión correcta, entonces los hindúes y budistas, que creen en la reencarnación, se equivocan. ¿Te parece que se trata de meros 'detalles'?"
"Supongo que no", confesé.
"A cierto nivel de su conciencia, todo el mundo sabe que la probabilidad de escoger la religión verdadera —si es que existe tal cosa— es nula".
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RAOUL
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por RAOUL »

Mil, al leer ese fragmento que has tenido la amabilidad de reproducir, he recordado una de las mayores sorpresas que me llevé en mi infancia. Consistió simplemente en descubrir que el cristianismo, la religión en la que yo me educaba y con la que estaba familiarizado desde siempre, no era una religión universal. Había partes del mundo donde se profesaban otras creencias, donde incluso la palabra de Cristo no se había difundido en absoluto o sólo escasa, tarde y difícilmente. Para mí aquello supuso una conmoción.

"¿Cómo es posible - me preguntaba yo, asombrado- que Dios vinculara el conocimiento de Verdades trascendentales, la únicas Verdades importantes, a las dimensiones de la Geografía y a los vaivenes de la Historia? Pues, a fin de cuentas, ¿por qué soy yo cristiano? Simplemente porque he nacido en un territorio que es resto del antiguo Imperio Romano, porque ese movimiento espiritual que surgió hace dos mil años lo hizo en el seno de ese gran Imperio, porque se propagó hacia occidente y porque se impuso y triunfó por motivos históricos, culturales y sociales determinados. Incluso ese destino no fue inflexible ni inmutable; pudo cambiar, y de hecho cambió durante siglos hasta el punto de que no es descabellado pensar que lo mismo que ahora vivo rodeado de iglesias podría estarlo de mezquitas.
¿Cómo es posible que Dios no ofrezca las mismas posibilidades a todos los seres humanos? ¡Ah, Dios es como una emisora de radio pobre! Su mensaje, su voz, no llega con la misma fuerza a todos los lugares. Su señal se escucha con relativa nitidez -si bien distorsionada- en algunas partes del mundo; pero en otras... ¿Cómo puedo creer en la justicia de Dios, en la bondad de Dios, si Dios no considera de la misma forma a un campesino de la Alcarria que a un campesino de Manchuria? ¿Y cómo es comprensible que Dios se manifieste en un momento determinado de la Historia, condenando a la ignorancia a los millones de seres humanos que vivieron previamente? ¿Hay en eso lógica, justicia, bondad, amor?
En definitiva, ¿cómo es posible, si existe Dios y si Dios es la Bondad suprema, la Justicia suprema y el Amor supremo, que no haya una sola religión? ¿Cómo se explica esta diversidad de credos, esta complejidad y diferencia de ritos, esta confusión de dioses? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué sentido puede tener?"

(Y evidentemente este discurso que hacía desde una óptica cristiana lo mismo hubiera hecho desde el punto de vista de cualquier otra religión).

Mi conclusión final venía a ser la siguiente:
"Si no hay una única religión en el mundo es que no existe una religión verdadera. No hay Dios verdadero porque no hay Dios sincero. Y si no hay Dios sincero no hay Dios."

En fin, no me enrollo más. Simplemente quiero decir que esas preguntas que se formulaba un niño ingenuo y perplejo tampoco puede contestarlas de manera satisfactoria el hombre en que se ha convertido. Incluso el hombre es más cochambroso que el niño, porque si el niño al menos se atrevía a sacar una conclusión, el hombre hecho y derecho duda de cualquier conclusión.

Lo que sí opino es que el creyente auténtico y firme es una rareza. Por tanto,
cuando el anciano afirma que muy poca gente cree -lo que se dice creer de verdad- estoy de acuerdo con él (y tampoco pienso que haya descubierto América). Discrepo, eso sí, de la argumentación con que acompaña su afirmación. Yo la simplificaría bastante: "Mire Ud. hay pocos creyentes auténticos por la misma razón que hay poca gente capaz de mover sus orejas. Es que es muy difícil. Y lo muy difícil, ya se sabe... es cosa de muy pocos".
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por 1452 »

RAOUL, es muy interesante lo que dices. Y estoy de acuerdo contigo y con el Sr. Avatar :lol: en que creyentes verdaderos, hay pocos, muy pocos.
Desde luego, no estoy de acuerdo con algunas cosas de las que estoy leyendo en este libro, pero no se puede negar la lucidez que desprenden muchas de las ideas plasmadas en él; te hace reflexionar, y eso es muy bueno.
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RAOUL
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por RAOUL »

¿Sr. Avatar? :D .Bueno, tienes razón. Es bueno que un libro te haga pensar. Pero el que no hace pensar también puede estar muy bien, ¿eh? :wink:

Por eso a mí me gustó el de Dragó -"Carta de Jesús al Papa"-, como ya te comenté, porque con independencia de que se esté de acuerdo o no en según qué planteamientos, creo que pone el dedo en la llaga de bastantes cuestiones. Y va al fondo del asunto.

De todos modos, también te digo que reflexionar sobre estas cosas tiene algo de laberíntico. Uno acaba desesperándose y sin ver salidas.

Y sobre los creyentes... Damos por hecho que son los menos, pero realmente ¿cuál es su mérito? ¿Cuál es el mérito de la fe si la fe es un don? :roll:
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por 1452 »

Sí, el Sr. Avatar es como se llama el abuelito que habla sobre todo esto con el protagonista del libro :lol:

Fíjate, no es que haya pensado demasiado en ello, pero, así a bote pronto, yo no considero que la fe sea un don. Aunque, quizás, si reflexionara a fondo sobre ello, no digo yo que no llegara a la misma conclusión que tú.

Sí, tienes razón, reflexionar sobre ciertas cuestiones es algo laberíntico, pero qué le vamos a hacer, quien tiene tendencia a hacerlo no puede evitarlo.
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RAOUL
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por RAOUL »

1452 escribió:Sí, el Sr. Avatar es como se llama el abuelito que habla sobre todo esto con el protagonista del libro :lol:
Fíjate que cuando has dicho que estabas de acuerdo con el Sr. Avatar he creído que te referías a mi avatar. Y he pensado: "Demonios, ¿es que il signore Arcimboldo ya dejó dicho lo que ahora digo yo? ¿No me estará poseyendo lentamente y sin que me dé cuenta el espíritu de ese pittore descacharrado?" :cunao:

Y los laberintos son muy divertidos también. A mí me gustan mucho. Pero también son peligrosos.
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por 1452 »

RAOUL escribió:Fíjate que cuando has dicho que estabas de acuerdo con el Sr. Avatar he creído que te referías a mi avatar. Y he pensado: "Demonios, ¿es que il signore Arcimboldo ya dejó dicho lo que ahora digo yo? ¿No me estará poseyendo lentamente y sin que me dé cuenta el espíritu de ese pittore descacharrado?" :cunao:
:cunao:
RAOUL escribió:Y los laberintos son muy divertidos también. A mí me gustan mucho. Pero también son peligrosos.
Cierto, pueden ser peligrosos, pero resulta tan estimulante recorrerlos, que a alguien con curiosidad natural le resulta casi imposible no hacerlo, aunque en muchas ocasiones no encuentre la salida y acabe con más dudas de las que tenía antes de entrar.
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Un libro excepcional para reflexionar, para cuestionarse a uno mismo y sus ideas.
Hay que leerlo con la mente abierta, sean cuales sean las creencias personales de uno.

"Los escombros de Dios
"¿Está diciendo que Dios se hizo añicos y nosotros somos lo que ha quedado de la explosión?", le pregunté.
"No es exactamente eso", contestó.
"Entonces, ¿qué?"
"Los escombros se componen de dos cosas. Primero, están los elementos más ínfimos de la materia, muchos estratos por debajo de las cosas más diminutas que los científicos han llegado a identificar".
"¿Más pequeños que los quarks? No sé qué es un quark, pero creo que es pequeño".
"Todo está hecho de otra cosa. Y esas otras cosas están hechas, a su vez, de otras cosas. Durante los próximos cien años, los científicos descubrirán capa tras capa de ladrillos que componen el edificio de la existencia, cada capa más pequeña que la anterior. A cada capa nueva que descubran, las diferencias entre tipos de materia serán menores que en la capa anterior. Y en la capa más baja de todas, todo es exactamente igual. La materia es uniforme. Esos son los trozos de Dios".
"¿Cuál es la segunda parte de los escombros?", pregunté.
"La probabilidad".
"¿Afirma usted entonces que Dios —un ser todopoderoso con una conciencia que se extiende a todas las cosas, cruzando todo el tiempo— no es más que polvo y probabilidad?"
"No lo subestimes. La probabilidad es una fuerza infinitamente poderosa. ¿Te acuerdas de la primera pregunta que te hice, la de la moneda?"
"Sí. Me preguntó por qué al lanzar la moneda sale cara la mitad de las veces".
"La probabilidad es omnipotente y omnipresente. Influye cada moneda en cualquier momento y en cualquier lugar, de forma instantánea. No se puede blindar o alterar. Puede que veamos la aleatoriedad en el resultado de un solo lanzamiento de la moneda, pero a medida que aumenta el número de lanzamientos, la probabilidad ejerce un firme control del resultado. Y no se limita al lanzamiento de monedas y dados o a las máquinas tragaperras. La probabilidad es la fuerza que guía todo lo que hay en el universo, vivo o no, cercano o lejano, grande o pequeño, ahora o en cualquier momento".
"Es el escombro de Dios", murmuré, masticando la idea tanto con la boca como con la mente, para ver si eso me ayudaba. Era un concepto fascinante, pero demasiado extraño como para suscribir a la primera, sin más. "Usted dijo antes que no cree en Dios. Ahora dice que sí cree. ¿En qué quedamos?"
"Rechazo tu definición excesivamente complicada de Dios —la que imagina que tiene deseos y necesidades y emociones como un ser humano al mismo tiempo que posee el poder infinito—. Y rechazo tu complicada noción de una realidad fija que la mente humana, por un prodigioso golpe de suerte, pueda asimilar".
"No está rechazando la idea de una realidad inamovible", argumenté. "Está diciendo que el universo está compuesto de los escombros de Dios. Eso es una realidad inamovible".
"Nuestro lenguaje y nuestras mentes son demasiado limitados como para tratar cualquier cosa que no sea una realidad fija, por mucho que no exista tal cosa. Lo mejor que podemos hacer es actualizar nuestro conjunto de engaños para adaptarnos a los tiempos. Vivimos en una sociedad cada vez más basada en lo racional, en lo científico. Las metáforas religiosas del pasado ya no son reconfortantes. La ciencia arremete contra ellas desde todos los ángulos. La humanidad necesita una metáfora que permita que convivan Dios y la ciencia, al menos en nuestras mentes, durante los próximos mil años".
"Si su Dios no es más que una metáfora, ¿por qué debo preocuparme de él? Sería un ente irrelevante", dije.
"Porque todo lo que percibes es una metáfora de algo que tu mente no está equipada para comprender. Dios es tan real como la ropa que llevas y la silla en la que estás sentado. Son metáforas de algo que nunca comprenderás".
"Eso es ridículo. Si todo lo que percibimos es falso, si no es más que una metáfora, ¿cómo conseguimos hacer cosas, terminarlas, completarlas?"
"Imagínate que te criaran para creer que las zanahorias son patatas y las patatas, zanahorias. Imagínate también que vives en un mundo donde todos menos tú conocen la verdad sobre estos alimentos. Cuando pensabas que te comías una patata en realidad comías una zanahoria, y viceversa. Suponiendo que gozabas de una alimentación equilibrada, tu engaño acerca de las zanahorias no tendría ningún efecto real sobre tu vida, salvo las continuas discusiones que tendrías con los demás sobre la verdadera naturaleza de las zanahorias y las patatas. Ahora supongamos que todos estaban equivocados y que zanahorias y patatas eran alimentos completamente diferentes. Pongamos por ejemplo que en realidad eran manzanas y remolachas. ¿Tendría alguna importancia?"
"He perdido el hilo. Entonces... ¿Dios es una patata?", bromeé.
"Entiendas o no la verdadera naturaleza de lo que comes, el hecho es que tienes que comer. Y en mi ejemplo, poco importa si no sabes diferenciar una zanahoria de una patata. Sólo podemos actuar en función de nuestras percepciones, por muy erróneas que sean. A lo máximo que podemos aspirar es a ajustar nuestras percepciones —nuestros engaños— periódicamente para que cuadre mejor con nuestra lógica y nuestro sentido común".
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SusanCalvin
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por SusanCalvin »

Esta pequeña maravilla la encontré en una diminuta librería en Tenerife hace años. Lo mejore es el final, sin duda, aunque hay algo que nunca me quedó claro:

Sin embargo, la explicación del anciano contiene un error. El experimento consiste, precisamente, en descubrirlo. Es posible que no encuentre aquí la respuesta definitiva a la Gran Pregunta, pero este libro puede contener la interpretación del mundo más irresistible que haya visto.

Incluso se proponían pistas en Internet acerca de este pequeño "juego", aunque nunca llegué a ninguna conclusión. En cuanto a las órbitas y probabilidades, esa parte se me hizo algo extraña...

Una obra curiosa, distinta y valiente. Sin duda.

Un saludo
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por 1452 »

Buscando hoy otro libro me he topado de nuevo con éste (uno más que tengo que releer si se deja), y me he dado cuenta de que lo ubiqué mal.
¿Me mueves a "Ensayo y Divulgación", Madison? Bueno, a mí no, al libro :lol:
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madison
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Re: Los escombros de Dios - Scott Adams

Mensaje por madison »

Lo muevo, lo muevo Mil :P
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