Theridiidae

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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1452
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Theridiidae

Mensaje por 1452 »

Lhia caminaba con cuidado entre las hojas caídas de los árboles; era otoño. Un color ocre cubría todo el bosque haciendo que éste pareciera un qran ámbar.
De repente, un sonido extraño llegó a sus oídos y la vio; era una joven corriendo a toda prisa, como si escapara de algo o alguien. Lhia se escondió. Pocos minutos después la vio pasar por delante del árbol donde se ocultaba; corría con desesperación y jadeaba, estaba exhausta. De vez en cuando miraba tras de si, seguramente para comprobar que aquello de lo que huía no estaba lo suficientemente cerca como para darle alcance. Tendría unos veinte años, vestía de blanco, y en uno de sus dedos refulgía una gran esmeralda en forma de reloj de arena, engarzada en un anillo de plata de complicadas formas: era una hermana.
Rápidamente, Lhia se dispuso a pronunciar la palabra:
-Shcheva.
Salió de su escondite en el mismo momento que un joven de nariz aguileña pasaba justo por allí:
-¿La ha visto?
-¿A quién? -preguntó haciéndose la despistada. -A la mujer de blanco.
-¿Qué mujer? -el joven la miró furioso y se dispuso a seguir su carrera, pero una mano en el hombro lo detuvo.
-Tenet enam tedulah -susurró Lhia en su oído. Poco después, el joven se iba por donde habla venido.
-¡Sal de donde estés! -gritó, cualquiera diría que al viento, pero no fue el viento quien se manifestó, sino la mujer de blanco. Entonces reconoció a Ferahira.
-¿Qué ha sucedido esta vez?
-Mhaela Lhia, él casi me convenció de que me quería, pero cuando... -la muchacha rompió a llorar.
-Ferahira, te lo he repetido tantas veces... Y lo peor de todo esto, aunque lo sienta como si fuera mio, no es tu dolor, es el peligro al que nos expones a todas cada vez que un muchachito te convence de su amor.
-Mhaela, lo siento -dijo abrazándose a Lhia. Ésta a su vez la abrazó, y unas lágrimas rodaron por sus pálidas mejillas al tiempo que las lágrimas de la muchacha mojaban su traje negro.
-Hija, nuestro mundo no es el de ellos, ni siquiera nuestro mundo es ya nuestro. No pertenecemos ni a aquél que dejamos ni a éste al que vinimos, no podemos confiarle nuestro secreto a nadie.

El forastero había llegado hacia unas semanas y se alojaba en el "Khanoon Hotel". Nadie sabía a qué habia venido ni cuáles eran sus intenciones, pero en la mirada se le notaba ese brillo especial que tienen aquellos a los que no les importa morir. Lhia lo advirtió desde el primer momento, y eso no le gustó nada. Aquel hombre era un riesgo en potencia para su hermandad. Tendría que hacer algo al respecto.
-Guapa, ¿me pones un whisky? -la camarera se lo quedó mirando como si se hubiera escapado de alguna película de serie B.
-¿Me permite acompañarle?
El hombre se giró al oír una melodiosa voz a su espalda: una mujer de unos treinta años, ojos negros y sonrisa complaciente.
-Por supuesto, ¿qué toma?
-Lo mismo que usted.
-¡Sea! -cuando la desconocida alargó el brazo para coger su vaso, observó que llevaba una piedra negra tallada de una forma bastante sorprendente, engarzada en un anillo -. ¿Es eso un reloj de arena? -preguntó señalando el anillo con un gesto de la cabeza.
-En efecto. ¿Le gustan los relojes de arena, señor...?
-Mharer, Lekhal Mharer. No siento una especial predilección por ellos, la verdad, ¿y usted señorita...?
-Lhia. Pues sí, señor Mharer, yo tengo una especial predilección por los relojes de, arena. Son el escudo de mi familia.
-¡Qué interesante! ¿Y qué familia es esa?
-Oh, por favor, tendrá que disculparme, pero no querría parecerle aburrida en nuestro primer encuentro, y la familia siempre es un aburrimiento, a menos que sea la propia. No seremos primos por casualidad, ¿no? -preguntó de forma irónica con una media sonrisa.
-No, no lo creo. De ser asi, créame que tendríamos un problema.
-Y eso, ¿por qué?
-Porque no creo que estuviera demasiado bien visto, que mirara a alguien de mi familia de la manera que la estoy mirando usted desde que se sentó a mi lado.
Lhia sonrió con coquetería y pensó para sus adentros que todos los hombres de la especie humana eran igual de simples.
-Bueno, afortunadamente no creo que tengamos que preocuparnos por eso, si usted fuera de mi familia yo le habría reconocido.
-¿Usted cree? -respondió el hombre con cierto aire desafiante.
-Muy seguramente. En mi familia se considera una obligación llevar bien visible nuestro escudo, para saber a qué rama de ésta pertenecemos.
-Oh, qué familia tan curiosa -él sonrió y bebió un trago de whisky.
"¿Será ella? ¿Es posible?", se preguntaba él.
"Ni la mitad de curiosa de lo que te va a parecer cuando termine contigo", dijo ella para sí misma.

Pasó un mes desde su primer encuentro, un mes en el que se vieron casi a diario, sin embargo, Lhia no consiguió averiguar nada sobre él, excepto algunos detalles vagos y sin importancia. No le gustaba hablar sobre sí mismo, decía, pero ella creía que era otra la razón de su mutismo.
A pesar de sus sospechas, Lhia empezó a tener serios problemas con el forastero, cuando tomó conciencia de que se estaba empezando a implicar personalmente; sentía afecto por aquel hombre un poco rudo, cínico, y con una chispa de inteligencia siempre asomada a sus ojos.
La idea de plantear el caso ante el consejo le pasó fugazmente por la mente, pero fue entonces cuando se dio cuenta de hasta qué punto se hallaba implicada: no quería que otra se le acercara. Estaba pensando en esto cuando escuchó que algo se movía detrás de ella, se llevó la mano a la cadera y rozó el puñal que tenía guardado.
-¿No te da miedo pasear sola por aquí?
Era Mharer. Retiró la mano de su cadera y esperó a hasta que él se acercó lo suficiente para decirle:
-¿Y qué se supone qué es eso que tendría que darme tanto miedo?
-Pues no sé, pero son las tres de la madrugada y estás sola en pleno bosque.
-¿Estás preocupado por mí? -preguntó con una sonrisa divertida.
-¿Y si así fuera? -respondió molesto.
-Me sorprendería, pensé que tú sólo te preocupabas por ti mismo.
-Y así era.
Aquella madrugada, Lhia cambió su cálido túnel por la habitación número noventa y cuatro del "Khanoon Hotel".
-¿Sabes que eres bellísima? -preguntó él apoyado sobre su codo derecho, mientras la observaba fijamente. Estaba sentada en una silla frente a la ventana, completamente desnuda; la luz de la luna bañaba sus pechos. Ella le devolvió la mirada pero permaneció callada. Él se tumbó con los brazos detrás de la cabeza, mirando al techo, entonces le preguntó- Lhia, ¿puedo confiar en ti?
Un silencio sepulcral llenó la estancia y lo siguiente que Lekhal escuchó, fue un portazo y unos pasos apresurados bajando las escaleras. Se incorporó y vio la silla desocupada. ¿Cómo diablos había conseguido salir sin que la escuchara?
Se vistió deprisa y bajó los escalones de tres en tres, pero cuando llegó a la calle y miró en derredor, ya no había ni rastro de ella. Subió de nuevo a su cuarto y se sentó en la cama, mientras observaba cómo la luna incidía en la silla vacía.
"¿Quién eres realmente?".
Metió la mano en el bolsillo izquierdo de su pantalón y extrajo un reloj de cuarzo; sus eslabones estaban compuesta de ocho hileras simétricas: cuatro blancas y cuatro rojas.
"Mañana lo sabré".

Lhia corría por la calle principal sin apenas ver el camino, tenía los ojos anegados en lágrimas. Se había condenado; no podía traicionarle a él ni traicionarlas a ellas, lo había jurado. Hacía ya cientos de años que habían dejado atrás su natural antagonismo, y ahora trataban de sobrevivir apoyándose las unas en las otras, ¿qué iba a hacer ahora? Quería alejarse de él,de ellas, irse de allí, pero no podía, ella era la Mhaela.
Por otra parte, no sabía qué había ido a hacer alli Mharer, pero no podia correr riesgos; había pocos cazadores, pero los pocos que existían eran muy peligrosos; sólo ellos conocían la manera de acabar con sus vidas... ellos y los de su propia especie. Sí, algunos machos lograron penetrar en el círculo cuando invocaron a Shcheva, y esto les había otorgado la misma capacidad de volverse humanos que ellas tenían. Pero esto tuvo un alto precio, ya que los machos se volvieron rencorosos y las perseguían de manera más enconada que los propios cazadores. Esto era algo que Lhia no alcanzaba a comprender; cierto era que la vida de un macho de su especie no era demasiado halagüeña, pero eran ellos mismos quienes en multitud de ocasiones se sacrificaban "motu proprio".
De repente recordó que faltaban pocos días para su Myncarha, entonces podría decidir qué hacer con su vida: volverse humana o ser fiel a su naturaleza animal. Si decidía lo primero, sería perseguida a lo largo de toda su existencia por las que ahora eran sus hermanas, si decidía lo segundo, moriría poco tiempo después de la ceremonia.
Que ellas se dedicaran a perseguir a quiénes decidían ser humanas no era crueldad ni mucho menos, era tan sólo instinto de supervivencia. Cuando una dejaba atrás su especie, perdía todos los recuerdos asociados a ésta y se convertía ella misma, sin saberlo, en enemiga de su propia naturaleza.
Estaba amaneciendo, pronunció la palabra y se escondió debajo de una piedra.

Cuatro noches más tarde, Lhia caminaba por el bosque mientras pensaba en su Myncarha. De repente, una mano la agarró por el brazo y la obligó a girar sobre sí misma.
-¿Dónde has estado? ¡Te he estado buscando por todas partes! -Lhia lo miró sin pronunciar palabra. Sólo miraba su reloj-. Eres tú, ¿verdad? -interrogó él, sabiendo ya la respuesta.
Ella intentó salir corriendo, pero él la retuvo ejerciendo todavía más presión sobre su brazo. Ella lo miró con los ojos llenos de odio.
-Puedes hacer lo que has venido a hacer. No pierdas el tiempo intentando arrancarme ni una sola palabra, hagas lo que hagas, te aseguro que no conseguirás nada de mí.
Él la soltó y ella lo miró sorprendida.
-¿Por qué? -preguntó.
-No lo sé.
Se miraron en silencio. Y ella en voz alta, pronunció su supuesto apellido.
-Mharer... Mhalel -él asintió en silencio.
-Y supongo que tengo el placer de conocer a la Mhaela -ella asintió-. Llevamos juntos más de diez minutos y todavia ninguno de los dos está muerto, supongo que esto es algún tipo de avance -ella sonrió levemente-. ¿Por qué no terminaste conmigo cuando tuviste la oportunidad? -Lhia bajó la mirada al suelo. Él la tomo en sus brazos mientras le susurraba al oído-. Te quiero.
Ella se deshizo de su abrazo y se puso el dedo Índice sobre los labios para indicarle que no podían hablar allí. De la mano, se dirigieron a la habitación del hotel. Una vez en ella, Lhia se deshizo de su anillo y Lekhal de su reloj, y por unas horas, fueron simplemente humanos.

No muy lejos de allí...
-Lo he visto con mis propios ojos, estaban los dos en el bosque -dijo la muchacha a la multitud.
-Tenemos que hacer algo, Mhinlel -se elevó otra voz.
-Es nuestra Mhaela y nos está traicionando, ¿quién sabe si no le habrá dicho ya a ese indeseable dónde nos reunimos? dijo otra con la voz impregnada de odio, y las demás miraron a su alrededor con temor.
-¡Silencio! -una mujer de unos sesenta años, de mejillas arrugadas y mirada dura, se levantó de su asiento, y este simple gesto hizo que todas las demás se sentaran-. No dudo de tu palabra, Ferahira, pero esto es algo muy serio, y no haré nada hasta estar segura de que la acusación es cierta. Yo misma hablaré con ella.
-¡No! -una mujer de ojos azules fríos como el hielo se habia levantado-. ¡Queremos que la sometas al consejo!
La anciana suspiró, sabía que no podía negarse a ello, aun cuando todavía no se hubiera constatado la traición de su maestra, cualquiera de ellas tenía derecho a pedir la intervención del consejo. La vieja Ghalea supo que Lhia estaba perdida.
-Está bien. Dentro de tres días el consejo se reunirá con Mhaela Lhia.
-¡Tres días! -exclamó la de los ojos azules.
-Khelma, no dudo de que tú sola sabrías dirigir al consejo, ser Mhaela y Mhinlel al tiempo, pero no es ese el caso, así que te ruego que hagas el favor de mostrar el debido respeto que me debes a mí y a mis decisiones.
-¿Estás con ella? -se oyó un murmullo a lo largo de toda la sala.
-Si alguien duda de mí, no tenéis más que pedir mi dimisión y el cargo estará en vuestras manos en menos de dos minutos.
Ghalea era la única de ellas que habla logrado sobrevivir más de dos años, cosa excepcional, puesto que su naturaleza no les otorgaba mucho más de un año de vida, por ello, todas sus compañeras respetaban a Ghalea mucho más de lo que respetaban a cualquier otra.
Ghalea miró a la joven directamente a los ojos como si quisiera fulminarla, y ésta se sentó de nuevo.
-Bien. Esto es todo. Dentro de tres días el consejo se reunirá y Lhia responderá ante todas nosotras.
Cuando todas se fueron y las puertas se cerraron tras ellas, a la anciana le resbaló una lágrima por las arrugadas mejillas. Miró su mano y deslizo él anillo por su dedo, lo dejó sobre la larga mesa, se levantó y se dispuso a salir de aquella sala para siempre.
-Theridiidae -se dirigía a una magnífica escultura situada en la entrada- perdóname a mí y ayúdala a ella -dicho esto se arrodilló ante ella-. Shcheva.

-¿Qué vamos a hacer?
-Sinceramente, no lo sé.
-¿Por qué no regresas de nuevo a tu hogar y hacemos como si nada de esto hubiera sucedido?
-No estoy dispuesto a dejarte aquí -dijo mientras le besaba el hombro-. No, tendremos que buscar otra salida.
-No hay salida, Lekhal, eso es lo que no quieres comprender.
-La encontraremos -dijo sonriendo, pero su sonrisa no estaba exenta de preocupación.
-Dentro de seis días es mi Myncarha -él la miró alarmado-. ¿Cuánto falta para el tuyo?
-Se celebró hace cuatro meses.
-Entonces... -él asintió-. ¿Y por qué estás aquí? ¿Te has convertido en un cazador? -asintió de nuevo-. ¿Y por qué guardas el reloj?
-Porque soy el cazador de ellos -ella no comprendía-. Me convertí, pero prometí ser fiel, no es que recuerde nada de ello, pero hubo unos documentos por medio y mi firma está en ellos. De esa manera descubrí lo que había sido antes de ser... ¿qué es lo que soy ahora? -preguntó con un gesto de dolor. Ella lo abrazó. Y en aquel mismo momento, supo qué era lo que tenía que hacer.
Cuando salió de la habitación, él dormia profundamente. Se encaminó hacia el bosque, pero antes de abandonar la avenida principal, divisó a Ghalea escondida en un callejón; le hacía gestos para indicarle que se acercara a ella. Era consciente de que podía ser una trampa, pero le dio igual.- ¿Qué haces aquí?
-Te van a someter al consejo -Lhia no pareció sorprendida-. ¿Ya lo sabías?
-Vi a Ferahira escondida debajo de una hoja en el bosque cuando Mharer vino a buscarme.
-¿Qué vas a hacer? No puedes regresar al bosque, tienes que salir de aquí.
-No. Ir al bosque es precisamente lo que voy a hacer. Me someteré al consejo, y si el consejo no me encuentra culpable, el Myncarha será mi segunda oportunidad.
-¿Oportunidad para qué? No puedes estar pensando en... ¡No lo voy a permitir!
-No puedes hacer nada para evitarlo -le acarició la mejilla dulcemente-. Abuela, la decisión está tomada.
-¿Es por él? -preguntó al tiempo que señalaba una ventana del hotel con un gesto de la cabeza. Lhia asintió
-Si me voy con él como pretende, ellos no lo dejarán tranquilo nunca, lo buscarán hasta que consigan dar con él y entonces...
-Siempre ha sido así.
-En su caso no, ha llegado a un acuerdo con su propia gente. Si hace lo que tiene que hacer, vivirá -besó a Ghalea y se alejó.

Cuando despertó se encontró solo. ¡Maldita sea! ¿Dónde habría ido? En estos momentos no podía pasear por ahí como si nada sucediera. Seguramente la estarían buscando y si daban con ella no tendría muchas posibilidades de salir con vida. Se vistió rápidamente y corrió hacia el bosque, lo recorrió una y otra vez de arriba a abajo, sin encontrar el menor rastro ni de ellas ni de Lhia. Pasó en el bosque dos días más, buscándola sin éxito.

El consejo se reunió, se celebró un juicio y fue encontrada culpable gracias a su confesión. Horas después, su cuerpo inerte descansaba a los pies de la cama de él.
Cuando se levantó aquella mañana y la vio, un grito de dolor se escuchó en todo el pueblo. La cogió entre sus manos y la observó, era tan bella con aquel reloj de arena rojo grabado en su cuerpo.
En ese instante entró el dueño del hotel con expresión alarmada:
-¿Se encuentra bien, señor? Hemos escuchado... -de pronto reparó en su mano izquierda-. Ah, esas malditas arañas son un verdadero problema en este pueblo, están por todas partes.
Mharer le dio un puñetazo con su mano libre, que lo hizo caer de espaldas, y salió con la pequeña viuda negra, dispuesto a darle un entierro digno.
-Mhalea Lhia, Io tenet ahéa –dijo al tiempo que las lágrimas bañaban la tierra bajo la cual descansaba el cuerpo inerte de la mujer de su vida.
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Aprendiz de Meiga
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Re: Theridiidae

Mensaje por Aprendiz de Meiga »

Qué historia de amor más bonita, Mil! Con tu sello: el reloj y los nombres tan originales. Hubo algunas cosas que tuve que releer, aunque en general me ha gustado la historia y se lee bien. Al principio por ejemplo, da la impresión de que su condición es eterna y luego explica que no sobrevivían más de un año o dos.

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1452
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Re: Theridiidae

Mensaje por 1452 »

Me alegro de que te haya parecido bonita la historia, Meiga :D

Algunas de las palabras extrañas, están extraídas de un libro de magia, pertenecen a talismanes.
Y el título corresponde al nombre de la familia de esta belleza:
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:60:
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Sunrise
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Re: Theridiidae

Mensaje por Sunrise »

Mil, esa belleza es por casualidad
una viuda negra?
entonces parte de los protagonistas
¿son viudas negras? (pregunto mientras se me eriza la piel)
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1452
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Re: Theridiidae

Mensaje por 1452 »

Sí, Sunrise, en efecto, es una viuda negra.
Me fascinan las arañas :D Aunque por otra parte, me dan un poco de "cosa"; es un sentimiento extraño el que me despiertan.
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SHardin
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Re: Theridiidae

Mensaje por SHardin »

Saludos. ¡Pues mira! Llevo un tiempo rumiando una historia que debo y ya la tengo medio completa y al leer esta se me han quitado las ganas de seguir. Es una historia de amor imposible ¡y salía una viuda negra! Pero ahora no la concibo tras leer esta bella historia.

Me sucede como a Meiga, tengo que leer despacito pues tantos nombres y palabras pueden perder, pero merece la pena el esfuerzo pues es mucho el encanto que aportan. Una historia bastante complicada narrada de forma perfecta pues no me perdí y me entere de todo. Me gusta. Instinto contra moral, callejón sin salida.
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1452
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Re: Theridiidae

Mensaje por 1452 »

¿Por qué no la concibes, SHardin? ¡Termínala! ¡Yo quiero leerla! :evil:
Hmmm... instinto contra moral. Le has encontrado algo al relato que no estaba en mi mente consciente cuando lo escribí :D
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lucia
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Re: Theridiidae

Mensaje por lucia »

Cuando ví el título quise ver de que bichito se trataba, pero me has sorprendido con los firos de la historia. Lástima que Lhia al final muera :(
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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1452
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Re: Theridiidae

Mensaje por 1452 »

Me alegro de haberte sorprendido, Lucía.
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Emma
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Re: Theridiidae

Mensaje por Emma »

He entrado pensando que era un poema y me encuentro con un cuento...me lo leo otro ratito :wink:
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Sunrise
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Re: Theridiidae

Mensaje por Sunrise »

Mil, hace unos pocos días estuve hablando sobre este relato tuyo con una amiga que siente también ese extraño amor-odio hacia estos insectos, recuerdo que cuando lo leí, como te comenté, se me erizó la piel y no pude decirte que me gustaba porque realmente creo que no lo sentí asi, al asociarlo a esos bichos, pero al hablarlo con mi amiga, me di cuenta de que se lo conté con todo lujo de detalles, se me quedó grabado, lo que me hizo pensar que a mucha gente, más de la que imaginamos, creo que a mi también después de escucharme, les sucede esta atracción fatal con
las arañas
.
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Emma
La Gruñ
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Re: Theridiidae

Mensaje por Emma »

El cuento me gustó aunque el final me sorprendió…pensaba en hadas y esas cosas, no en arañas :lol: Las arañas me repelen :?
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