Lo que son las cosas, el paralelismo que yo le he encontrado a esta leyenda no ha sido con
Maese Pérez el organista, por mucho que
El miserere nos hable de música, sino con la de
Creed en Dios. Y no porque haya leído ambas seguidas, sino por el trasfondo religioso de conversión-expiación de los pecados que hay en ambas. De hecho en mi edición de las obras completas de Aguilar, bajo el título
El Miserere viene la acotación de
leyenda religiosa.
Y me voy a repetir una vez más, pero me maravilla lo buen escritor de relatos cortos de estilo romántico que era Bécquer. Sólo estoy leyendo dos al día porque no puedo dedicarle más tiempo, porque si no, en una sentada me habría leído todas las leyendas.
Marsten escribió:(...)Pero las frases finales me han descocertado, pues aun entendiendo la frase en latín no entiendo que comporta a la historia...
Y como no, narrado magistralmente con la gracia del maestro Bécquer.
Pues todo, Marsten, porque el músico protagonista está buscando la inspiración para componer un Miserere (una petición a Dios de perdón por el crimen que cometió en su país años atrás). El Miserere es el salmo 50 que fue compuesto por el rey David, arrepentido después de que el profeta Natán de parte de Dios le recriminara por haber tendido una trampa en la batalla a Urías (uno de sus generales) para que el enemigo lo matara y así poder casarse con su esposa Betsabé a quien David había seducido y dejado embarazada.
El texto del salmo 50 es éste (en negrita he puesto las frases que salen en la leyenda en latín; el músico escuchó y compuso hasta la tercera negrita):
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme,
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a tí.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.l
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado,
Tú no lo desrecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Y vuelvo a preguntarme qué movió a Bécquer a componer dos leyendas religiosas como
Creed en Dios y esta de
El Miserere. Klatu, ¿en tu edición de Cátedra dice algo al respecto?