Abderramán III El gran califa de Córdoba
Cuando el joven Abderramán III subió al trono, al-Andalus era un territorio minado por las disensiones internas, empobrecido e inestable. A su muerte, el esplendor de Córdoba eclipsaba al de la misma Bizancio, y Madinat al-Zahrâ o Medina Azara -la ciudad-palacio que el califa hizo construir como homenaje a la más amada de sus concubinas, Azahra- era un símbolo para todo el mundo conocido de la fuerza política y la riqueza cultural de la España musulmana. Pero para saborear estos triunfos, el monarca tuvo que renunciar, con frecuencia, a los deseos de su corazón.
Una relectura.