Vida veneciana.-William Dean Howells

En principio incluye biografías, autoayuda, libros de viajes, arte y otros que no sean ensayos o de divulgación.

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madison
La dama misteriosa
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Vida veneciana.-William Dean Howells

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VIDA VENECIANA
de HOWELS, WILLIAM DEAN
PAGINAS DE ESPUMA 2009
418 pags
Título original:Venetian Life
Traducción de Nuria Gómez Wilmes
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788483930168
Colección:
Nº Edición:1ª
Año de edición:2009
Plaza edición: MADRID 24.00€
Howells recoge en Vida veneciana sus recuerdos de los dos años en que, en la segunda mitad del siglo xix, residió en Venecia como miembro del cuerpo diplomático estadounidense. En estas páginas, según Henry James, Howells se muestra como uno de los escritores norteamericanos con mayor encanto, gracias a su agudeza y a su vivacidad como observador, y como un viajero sentimental, que nos sirve de guía por los lugares menos conocidos pero más cotidianos de la ciudad de los canales. Aunque los gloriosos años de la Serenísima República ya han pasado y la ciudad, tras perder su fulgor y su poder, permanece adormilada en manos de la dominación austríaca, aún son muchos los rincones y anécdotas donde late una vida llena de pasión y belleza. El libro está impregnado de cierto tono poético, y por sus mejores pasajes circulan personajes anónimos muy comunes de la vida cotidiana de la ciudad. Observador incansable y detallista, Howells nos llama la atención hacia gran cantidad de cosas insignificantes que conforman el día a día de una ciudad que no se resiste a olvidar las cosas que hacen que la vida resulte agradable. Howells, según Henry James, está a la altura de Hawthorne, y logra que la literatura sea una parte fascinante de nuestras vidas.
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madison
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Re: Vida veneciana.-William Dean Howells

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Vida veneciana es un libro autobiográfico de William Dean Howells, publicado por primera vez en 1866. Howells arribó a Venecia en 1862, y en este libro recoge sus recuerdos de los dos años en los que, en la segunda mitad del siglo XIX, residió en la Serenísima como miembro del cuerpo diplomático estadounidense. En estas páginas, según Henry James, Howells se muestra como uno de los escritores norteamericanos, junto con Nathaniel Hawthorne, con mayor encanto, gracias a su agudeza y a su vivacidad como observador, y como un viajero sentimental, que nos sirve de guía por los lugares menos conocidos pero más cotidianos de la ciudad de los canales.

Aunque los gloriosos años de la Serenísima República ya han pasado y la ciudad, tras perder su fulgor y su poder, permanece adormilada en manos de la dominación austríaca, aún son muchos los rincones y anécdotas donde late una vida llena de pasión y belleza. El libro está impregnado de cierto tono poético, y por sus mejores pasajes circulan personajes anónimos muy comunes de la vida cotidiana de la ciudad. Observador incansable y detallista, Howells nos llama la atención hacia gran cantidad de cosas insignificantes que conforman el día a día de una ciudad que no se resiste a olvidar las cosas que hacen que la vida resulte agradable. Según Henry James, William Dean Howells logra que la literatura sea una parte fascinante de nuestras vidas.
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William Dean Howells

(Martin's Ferry, 1837 - Nueva York, 1920) Escritor norteamericano. Descendía, por línea paterna, de una familia galesa y cuáquera; los abuelos maternos eran alemanes de Pennsylvania. Su padre, hombre de múltiples actividades, se dedicaba principalmente a la tipografía; y así, Howells, a los doce años era ya un hábil cajista, además de un poeta en ciernes.

Amante de los libros, estuvo dotado de gran sensibilidad y sentido crítico; sus numerosas obras basadas en recuerdos permiten vislumbrar una infancia no demasiado feliz. Autodidacto por excelencia, leyó afanosamente los clásicos ingleses y aprendió sin maestros el griego, el latín, el francés, el español y. el alemán. A los diecinueve años una misión periodística le llevó durante largo tiempo a la capital del estado y le introdujo en el ambiente de las señoritas de buena familia, que luego, junto con las ancianas de la misma clase social, constituyeron el público principal de Howells, quien escribió para ellas sin tener que violentar excesivamente sus propios gustos.

Consiguió notoriedad con algunas poesías al estilo de Heine, Longfellow y Tennyson, y tan pronto como le fue posible emprendió la consabida peregrinación a Nueva Inglaterra -entonces la Jerusalén de las letras norteamericanas-, que describió en Amistades y relaciones literarias (Literary Friends and Acquaintances). Como les ocurrió después a muchos otros hijos del Middlewest adoptó a Nueva Inglaterra como patria ideal; y, en realidad, por temperamento era en muchos aspectos más bostoniano que los mismos bostonianos.

Una biografía de Lincoln, escrita a los veintitrés años, le valió como recompensa el nombramiento de cónsul norteamericano en Venecia. Allí pasó el quinquenio siguiente, hasta el final de la guerra civil, entregado al estudio sereno de las literaturas italiana e inglesa, al arte de las musas y a la descripción de viajes: Vida veneciana (Venetian Life) y Viajes por Italia (Italian Journeys).

En París contrajo matrimonio con una mujer de Nueva Inglaterra. A su regreso de Europa trabajó en Nueva York como periodista independiente. Luego, en Boston, fue nombrado primero subdirector y finalmente director del Atlantic Monthly, la revista contemporánea más importante, que, con su refinada y elegante gravedad, contribuyó a formar el gusto de Howells; éste desempeñó el cargo hasta 1881. Entre los jóvenes autores cuyos textos publicó el nuevo director figura Henry James. Con Mark Twain, de quien fue al mismo tiempo mentor y conciencia literaria, trabó una amistad jamás interrumpida y celebrada en el bellísimo libro Mi Mark Twain (1910).

Mientras tanto, sus descripciones de viajes empezaron a transformarse en novelas. Un afectuoso interés por lo costumbrista, lo cotidiano, lo no excepcional y lo normal -no la "divina normalidad" mística de Whitman, sino la prosaica y secular de las existencias comunes- dio lugar, en Un encuentro casual (1873), a la primera de sus innumerables e impecablemente cuidadas interpretaciones de las costumbres y formas de vida de la clase media norteamericana. Un volumen tras otro -Conclusión omitida, La dama del Aroostook, El país desconocido, Veranillo de San Martín, etcétera-, fue elaborando su retrato de las "cosas tal cual son". En Un ejemplo moderno, de 1882, plantea abierta y explícitamente los principios fundamentales de la moral, y éstos -según el estilo de Nueva Inglaterra- constituyeron, en 1885, el tema de La ascensión de Silas Lapham, probablemente su obra maestra.

El año 1886 mareó un importante cambio de rumbo en la vida de Howells y en la historia de la literatura norteamericana. El conocimiento de La guerra y la paz, de Tolstoi, recién traducida, determinó profundos cambios en su mundo espiritual ("Jamás volveré a ver -escribió luego- la vida como la veía antes de su lectura"). Aquel mismo año el traslado de Howells de Boston a Nueva York señaló el término de la dinástica autoridad ejercida hasta entonces en la literatura norteamericana por Nueva Inglaterra. Como director, y después colaborador fijo del Harper's Magazine, dio a conocer en América a los realistas europeos -Verga, Pérez Galdós, Ibsen, Turguenev, Dostoievski, Tolstoi, etc.- y defendió la causa de un realismo norteamericano fiel a los "aspectos más sonrientes de la vida".

Al conocimiento de las novelas de Tolstoi se unió luego en Howells el del socialismo, y a su interés por la moralidad el que experimentó en favor de la justicia social. Tales preocupaciones dieron lugar en 1890 a En busca de nuevas fortunas, estudio panorámico de Nueva York que abarca todas las clases sociales. Howells siguió componiendo novelas y artículos mensuales hasta su muerte. Su preeminencia y autoridad se vieron casi universalmente reconocidas; y así, en 1909 fue el primer presidente de la Academia Norteamericana de Letras y Artes. El año de su fallecimiento, Main Street, de Sinclair Lewis, confirmaba definitivamente el triunfo del "realismo" en Norteamérica, pero las circunstancias ya no eran las mismas: el mundo de Howells había pasado a la historia.
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