Franz Kafka
Título original: Briefe an Felice
Traducción: Pablo Sorozábal
Editorial : Nórdica Libros; N.º 1 edición (25 noviembre 2013)
Formato: Tapa dura; edición bolsillo; eBook
Nro. páginas: 832
ISBN: 978-8415717645
Fecha edición: enero/2014
Sinopsis
amazon (y Primeras Páginas)Entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917 Franz Kafka escribió las más de quinientas cartas que componen este libro. Fueron dirigidas a la mujer con la que, tal cual era a veces su convicción, quería casarse, con la que se prometió en dos ocasiones y con la que rompió en otras tantas. Las escribe un joven Kafka que se debate entre dos pasiones: el amor por Felice y su entrega al oficio de escritor. «Últimamente he visto con asombro de qué manera se halla usted ligada íntimamente a mi trabajo literario», escribe en una de ellas el autor checo, y a lo largo de estas apasionadas y apasionantes páginas seremos testigos privilegiados del proceso de creación de sus principales obras. Además, nos sitúan en un tiempo y en un espacio: la Praga de Kafka, su casa y su trabajo, su familia y, especialmente, sus lecturas: «Siento como parientes consanguíneos míos a Grillparzer, Dostoyevski, Kleist y Flaubert [...] solamente Dostoyevski se casó, y quizás solo Kleist, cuando, bajo la presión de aflicciones externas e internas, se pegó un pistoletazo junto al Wannsee, encontró la salida que necesitaba». ««Las Cartas están llenas de temor, indecisión, desvalimiento y, en primer término, inconcebibles dosis de intimidad. Nadie se ha desnudado tan atrozmente como el hombre que se confiesa y flagela ante Felice. No obstante, todo está formulado de una manera que lo convierte en ley y conocimiento. Nada de lo que leemos se puede olvidar. Es como si hubiera sido escrito bajo nuestra piel.» José Emilio Pacheco
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Todavía no las tengo pero ya las he localizado en la biblioteca, en próximos dias podré sacarlas.
Esta que pongo a continuación es una reseña sobre el libro de Canetti El otro proceso de Kafka, donde las comenta y analiza, pero que habla más sobre las cartas que sobre el libro de Canetti, así que me parece muy adecuada para el caso ya que tampoco he encontrado otra mejor.
DICIEMBRE DE 1976
"El otro Proceso de Kafka (Sobre las Cartas a Felice)", de Elías Canetti
por José Emilio Pacheco
Traducido del alemán por Michael Faber-Kaiser y Mario Muchnik
Muchnik Editores,
Barcelona, 1976.
206 pp.
Hace nueve años un inesperado volumen se añadió como tomo décimo y final a las Gesammelte Werke de Franz Kafka: Briefe an Felice und andere Korrespondenz aus der Verlobungszeit, editadas por Erich Heller y Jürgen Born. Las Cartas a Felice, 750 páginas escritas de 1912 a 1918 pertenecen ala serie de insignes memorias, autobiografías y epistolarios de que se nutrió el propio Kafka y que por la investigación de un ser individual permiten avanzar en el conocimiento de nosotros mismos.
En 1955 la mujer a quien Max Brod y los otros biógrafos de Kafka se refirieron durante mucho tiempo únicamente por sus iniciales vendió las cartas para que se imprimiesen después de su muerte. A diferencia de Greta y Milena, las otras amadas de Kafka, Felice Bauer pudo sobrevivir al nazismo y murió en 1960.
Nadie mejor que Elías Canetti para comentar las Cartas a Felice. Como Kafka, Canetti ha descrito magistralmente las funciones del poder (Mass und Macht, su obra monumental, al fin ha sido publicada en castellano por el mismo editor y traductor de este libro). Sefardí nacido en Bulgaria, Canetti es un gran practicante de una literatura mineur en la connotación deleuziana del término: no es alemán pero escribe una prosa alemana tan admirable como la de Kafka. Esta versión la representa diestramente. A su vez José María Pérez Gay ha publicado buenas traducciones de Canetti en La Cultura en México.
Felice Bauer dirigía una empresa en Berlín. El 13 de agosto de 1912, en tránsito hacia Budapest, se detuvo en Praga para visitar a la familia Brod. Allí conoció a Kafka quien le llevaba a Max, su mejor amigo, el manuscrito de su primer libro, Contemplación. Kafka se enamoró de Felice, empezó a enviarle cartas cotidianas, a veces dos o tres al día. En los siete meses transcurridos antes de que volvieran a verse escribió aproximadamente la mitad de toda su correspondencia.
No se conservan las respuestas de Felice, mujer de negocios, resuelta, activa, compacta, a la que Kafka intenta atrapar mediante la escritura. Oralmente nada comunicativo, en la libertad de las cartas puede exteriorizarlo todo, intentar establecer nexos entre su debilidad, su indecisión, y la salud hacendosa de Felice; quejarse sin escrúpulos de todas las cosas y hacerse autorreproches: "¿Todavía no te produce náuseas mi presencia?" "Soy un blando gusano que se arrastra por el suelo."
En medio del desaliento y el fracaso hay posibilidades de fuerza y felicidad: simultáneamente a su autodenigración Kafka establece su dignidad personal como escritor. En los tres primeros meses de correspondencia escribe La condena, "El fogonero" y otros cinco capítulos de América, y sobre todo La metamorfosis, cima de su maestría. Trabaja gracias a las cartas. Sin este alimento el escribir se volvería imposible. (De hecho la productividad se interrumpe en enero de 1911) Felice le da cuanto necesita: seguridad lejana, fuente de fuerza que no trastorna su sensibilidad mediante contactos demasiado estrechos. Es una mujer a su disposición sin esperar de él más que palabras.
Aunque Felice lo conoció como escritor, pasan años antes de que lea Contemplación. Entretanto lo llena de celos literarios hacia autores que ella admira y él sabe que le son inferiores. Declara: "no puedo vivir con la gente" y teme que el matrimonio signifique la invasión de su cuarto, amenace la noche solitaria en que puede ser él mismo. Su justificación, su única y verdadera vida, su sola manera de enfrentarse al terrible mundo es la literatura.
No ama a Felice: la adora, espera de ella auxilio y bendición. Quiere mantenerla a distancia, evitar el acercamiento físico, la irrupción en su vida. Sufre mucho a causa de su delgadez, respeta a las personas rotundas como su padre (¿y Felice?). Se fija en su cuerpo, adquiere una inquebrantable convicción de debilidad y pequeñez, vista como sinónimo de impotencia. Esta vigilancia lo conduce al insomnio. El miedo ante la supremacía del prójimo es un tema central en Kafka. Su forma de librarse de ella es volverse pequeño a fin de ahorrarle a los demás la culpa que cargan por no amar y por vejar a sus semejantes.
Las Cartas están llenas de temor, indecisión, desvalimiento y, en primer término, inconcebibles dosis de intimidad –pero aun más íntima es La metamorfosis. Nadie se ha desnudado tan atrozmente como el hombre que se confiesa y flagela ante Felice. No obstante, todo está formulado de una manera que lo convierte en ley y conocimiento. Nada de lo que leemos se puede olvidar. Es como si hubiera sido escrito bajo nuestra piel.
Kafka no quiere exponerse al horror de ser padre. El matrimonio se le parece como un patíbulo al que las parejas suben atadas. Cuando al fin le pide que sea su esposa, con su autoconocimiento despiadado le da una imagen para que Felice se espante. Desea y provoca una renuncia por parte de su prometida y al mismo tiempo espera que la fuerza de Felice elimine todas las dificultades. Al señalar el miedo y la indiferencia como sus principales sentimientos frente a los otros. Kafka se vuelve el primero que retrató a nuestro mundo, precisamente dominado por el miedo y la indiferencia.
Kafka deja de escribirle; Felice envía como mediadora a su amiga Grete Bloch. Entonces Kafka dirige sus cartas de amor ya no a Felice sino a Grete. Se vuelve compañera de sufrimiento, centro de su interés, alter ego. Más vivaz, receptiva y apasionada que Felice, Grete es igualmente hábil en los negocios. También por ella, como más tarde por Milena, el amor nace de la palabra escrita. En el curso de su lucha con Felice, Kafka se enamora de Grete. Sin ella no hubiera sobrevivido al combate. No sabemos lo que ocurrió entre los dos. Canetti no menciona una versión, recogida por Marthe Robert en 1960, según la cual Grete llegó a tener de Kafka un hijo que murió a los siete años.
Para desatar el embrollo Kafka es citado ante un tribunal en el hotel Askanischer Hof de Berlín (julio 12, 1914). Como ningún acusado, Kafka preparó en contra suya a sus jueces. No se defiende durante el juicio: el compromiso matrimonial queda disuelto. Era lo que deseaba. Acaso Grete evitó un enlace del que se sentía celosa. Entonces inicia sus sesiones el juicio universal: estalla la Primera Guerra. El proceso desarrollado en su correspondencia con Felice se transforma en Der Process, nexo entre su íntimo infierno y el infierno del mundo.
El análisis de Canetti es insuperable. Con todo, hay un detalle mínimo que no llamó su atención y puede ser significativo. Así como Fraulein F.B. de El proceso tiene las iniciales de Felice, en la tercera línea de América sabemos que Karl Rossmann es enviado por sus padres al otro continente "porque lo había seducido una sirvienta que luego tuvo de él un hijo". En la realidad como en la buena y mala literatura los señoritos seducen a las sirvientas. Lo inverso, dadas las relaciones de poder, es insólito. Ya que en su Diario la primera referencia a Felice es "Cuando llegué a casa de Broad, el 13, estaba comiendo con ellos; sin embargo la tomé por una criada", acaso esta identificación inconsciente traduzca que Kafka interiorizó su dependencia hacia Felice como una seducción de que él era sujeto pasivo. Es decir, sintió que al no rechazarlo, como era su temor y su esperanza, Felice lo estaba seduciendo.
Mediante sus cartas Kafka denigraba a "Franz". Pero el simple hecho de escribirlas ofrecía a "Kafka", el escritor incomparable, como amante a distancia de Felice. Impedida por natural falta de perspectiva de ver en "Franz" a "Kafka", Felice no se interesaba en la figura literaria y aspiraba a una relación normal (sexual) con la persona. Por lo demás, al definir a Felice como una criada, Kafka la despoja de su jerarquía, de su poder. La derroca del sitio en que, como gerente, tiene personas que ejecutan sus órdenes. Simbólicamente la sitúa en el plano de aquellos sin poder cuya única función es la obediencia.
Mientras Europa arde y se desangra, Felice y Kafka se reúnen en Bodenback. Cuando puede verla con tan poca piedad como a sí mismo, Kafka deja de estar sometido e indefenso. Luego promete escribirle y no lo hace, desoye sus ofertas de encontrarlo, se identifica con los humillados, se alegra de su propio desclasamiento, trata de desaburguesar a Felice. Pasan unos días dichosos, los únicos, en Marienbad. En 1917 se establece un nuevo compromiso matrimonial. Pero Kafka rechaza la victoria. Se libra para siempre de Felice diciéndole que ha contraído la tuberculosis. Poco después Felice se casa; Kafka inicia sus relaciones con Milena.
En la irrefutable interpretación de Canetti, a contracorriente de las escuelas críticas en boga, Kafka es el exento de poder que intenta sustraerse al poder en todas sus formas. Es el mayor experto en este problema urgente y aterrador. Nada más natural que uno de sus temas capitales sea la humillación y que la imagen del perro surja una y otra vez en sus escritos. Kafka sufre las humillaciones como un perro, un caballo, un topo, un escarabajo, un gusano. Las humillación nos identifica con los animales. En un mundo regido por nosotros ser animal entraña recibir infinitas humillaciones, representar un objeto sobre el cual hasta el más inerme de los humanos ejerce un poder absoluto.
La lucha de Kafka contra su padre y contra Felice –a quienes amaba– no fue sino el combate contra un poder superior. En esta guerra no hay fronteras, treguas ni refugios. Como lo demuestran las cartas y la obra toda de Kafka, la vida privada asume siempre las características del orden social a que pretende sustraerse. El poder externo reproduce en las salas y las alcobas la ferocidad de sus leyes. Aterradoramente Kafka nos descubrió que esta batalla iniciada con el nacimiento nada más terminará con nuestra muerte. En vida no llegaremos a un armisticio con el poder. "Uno sólo puede desear la paz para sus cenizas".
Fuente
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Actualizado (Enero/2021)