Cartas a Felice - Franz Kafka

Aquellas maravillosas cartas.

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Josek
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Cartas a Felice - Franz Kafka

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Cartas a Felice
Franz Kafka


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Título original: Briefe an Felice
Traducción: Pablo Sorozábal
Editorial : Nórdica Libros; N.º 1 edición (25 noviembre 2013)
Formato: Tapa dura; edición bolsillo; eBook
Nro. páginas: 832
ISBN: 978-8415717645

Fecha edición: enero/2014

Sinopsis
Entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917 Franz Kafka escribió las más de quinientas cartas que componen este libro. Fueron dirigidas a la mujer con la que, tal cual era a veces su convicción, quería casarse, con la que se prometió en dos ocasiones y con la que rompió en otras tantas. Las escribe un joven Kafka que se debate entre dos pasiones: el amor por Felice y su entrega al oficio de escritor. «Últimamente he visto con asombro de qué manera se halla usted ligada íntimamente a mi trabajo literario», escribe en una de ellas el autor checo, y a lo largo de estas apasionadas y apasionantes páginas seremos testigos privilegiados del proceso de creación de sus principales obras. Además, nos sitúan en un tiempo y en un espacio: la Praga de Kafka, su casa y su trabajo, su familia y, especialmente, sus lecturas: «Siento como parientes consanguíneos míos a Grillparzer, Dostoyevski, Kleist y Flaubert [...] solamente Dostoyevski se casó, y quizás solo Kleist, cuando, bajo la presión de aflicciones externas e internas, se pegó un pistoletazo junto al Wannsee, encontró la salida que necesitaba». ««Las Cartas están llenas de temor, indecisión, desvalimiento y, en primer término, inconcebibles dosis de intimidad. Nadie se ha desnudado tan atrozmente como el hombre que se confiesa y flagela ante Felice. No obstante, todo está formulado de una manera que lo convierte en ley y conocimiento. Nada de lo que leemos se puede olvidar. Es como si hubiera sido escrito bajo nuestra piel.» José Emilio Pacheco
amazon (y Primeras Páginas)
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Todavía no las tengo pero ya las he localizado en la biblioteca, en próximos dias podré sacarlas.
Esta que pongo a continuación es una reseña sobre el libro de Canetti El otro proceso de Kafka, donde las comenta y analiza, pero que habla más sobre las cartas que sobre el libro de Canetti, así que me parece muy adecuada para el caso ya que tampoco he encontrado otra mejor.


DICIEMBRE DE 1976

"El otro Proceso de Kafka (Sobre las Cartas a Felice)", de Elías Canetti
por José Emilio Pacheco


Traducido del alemán por Michael Faber-Kaiser y Mario Muchnik
Muchnik Editores,
Barcelona, 1976.
206 pp.

Hace nueve años un inesperado volumen se añadió como tomo décimo y final a las Gesammelte Werke de Franz Kafka: Briefe an Felice und andere Korrespondenz aus der Verlobungszeit, editadas por Erich Heller y Jürgen Born. Las Cartas a Felice, 750 páginas escritas de 1912 a 1918 pertenecen ala serie de insignes memorias, autobiografías y epistolarios de que se nutrió el propio Kafka y que por la investigación de un ser individual permiten avanzar en el conocimiento de nosotros mismos.

En 1955 la mujer a quien Max Brod y los otros biógrafos de Kafka se refirieron durante mucho tiempo únicamente por sus iniciales vendió las cartas para que se imprimiesen después de su muerte. A diferencia de Greta y Milena, las otras amadas de Kafka, Felice Bauer pudo sobrevivir al nazismo y murió en 1960.

Nadie mejor que Elías Canetti para comentar las Cartas a Felice. Como Kafka, Canetti ha descrito magistralmente las funciones del poder (Mass und Macht, su obra monumental, al fin ha sido publicada en castellano por el mismo editor y traductor de este libro). Sefardí nacido en Bulgaria, Canetti es un gran practicante de una literatura mineur en la connotación deleuziana del término: no es alemán pero escribe una prosa alemana tan admirable como la de Kafka. Esta versión la representa diestramente. A su vez José María Pérez Gay ha publicado buenas traducciones de Canetti en La Cultura en México.

Felice Bauer dirigía una empresa en Berlín. El 13 de agosto de 1912, en tránsito hacia Budapest, se detuvo en Praga para visitar a la familia Brod. Allí conoció a Kafka quien le llevaba a Max, su mejor amigo, el manuscrito de su primer libro, Contemplación. Kafka se enamoró de Felice, empezó a enviarle cartas cotidianas, a veces dos o tres al día. En los siete meses transcurridos antes de que volvieran a verse escribió aproximadamente la mitad de toda su correspondencia.

No se conservan las respuestas de Felice, mujer de negocios, resuelta, activa, compacta, a la que Kafka intenta atrapar mediante la escritura. Oralmente nada comunicativo, en la libertad de las cartas puede exteriorizarlo todo, intentar establecer nexos entre su debilidad, su indecisión, y la salud hacendosa de Felice; quejarse sin escrúpulos de todas las cosas y hacerse autorreproches: "¿Todavía no te produce náuseas mi presencia?" "Soy un blando gusano que se arrastra por el suelo."

En medio del desaliento y el fracaso hay posibilidades de fuerza y felicidad: simultáneamente a su autodenigración Kafka establece su dignidad personal como escritor. En los tres primeros meses de correspondencia escribe La condena, "El fogonero" y otros cinco capítulos de América, y sobre todo La metamorfosis, cima de su maestría. Trabaja gracias a las cartas. Sin este alimento el escribir se volvería imposible. (De hecho la productividad se interrumpe en enero de 1911) Felice le da cuanto necesita: seguridad lejana, fuente de fuerza que no trastorna su sensibilidad mediante contactos demasiado estrechos. Es una mujer a su disposición sin esperar de él más que palabras.

Aunque Felice lo conoció como escritor, pasan años antes de que lea Contemplación. Entretanto lo llena de celos literarios hacia autores que ella admira y él sabe que le son inferiores. Declara: "no puedo vivir con la gente" y teme que el matrimonio signifique la invasión de su cuarto, amenace la noche solitaria en que puede ser él mismo. Su justificación, su única y verdadera vida, su sola manera de enfrentarse al terrible mundo es la literatura.

No ama a Felice: la adora, espera de ella auxilio y bendición. Quiere mantenerla a distancia, evitar el acercamiento físico, la irrupción en su vida. Sufre mucho a causa de su delgadez, respeta a las personas rotundas como su padre (¿y Felice?). Se fija en su cuerpo, adquiere una inquebrantable convicción de debilidad y pequeñez, vista como sinónimo de impotencia. Esta vigilancia lo conduce al insomnio. El miedo ante la supremacía del prójimo es un tema central en Kafka. Su forma de librarse de ella es volverse pequeño a fin de ahorrarle a los demás la culpa que cargan por no amar y por vejar a sus semejantes.

Las Cartas están llenas de temor, indecisión, desvalimiento y, en primer término, inconcebibles dosis de intimidad –pero aun más íntima es La metamorfosis. Nadie se ha desnudado tan atrozmente como el hombre que se confiesa y flagela ante Felice. No obstante, todo está formulado de una manera que lo convierte en ley y conocimiento. Nada de lo que leemos se puede olvidar. Es como si hubiera sido escrito bajo nuestra piel.

Kafka no quiere exponerse al horror de ser padre. El matrimonio se le parece como un patíbulo al que las parejas suben atadas. Cuando al fin le pide que sea su esposa, con su autoconocimiento despiadado le da una imagen para que Felice se espante. Desea y provoca una renuncia por parte de su prometida y al mismo tiempo espera que la fuerza de Felice elimine todas las dificultades. Al señalar el miedo y la indiferencia como sus principales sentimientos frente a los otros. Kafka se vuelve el primero que retrató a nuestro mundo, precisamente dominado por el miedo y la indiferencia.

Kafka deja de escribirle; Felice envía como mediadora a su amiga Grete Bloch. Entonces Kafka dirige sus cartas de amor ya no a Felice sino a Grete. Se vuelve compañera de sufrimiento, centro de su interés, alter ego. Más vivaz, receptiva y apasionada que Felice, Grete es igualmente hábil en los negocios. También por ella, como más tarde por Milena, el amor nace de la palabra escrita. En el curso de su lucha con Felice, Kafka se enamora de Grete. Sin ella no hubiera sobrevivido al combate. No sabemos lo que ocurrió entre los dos. Canetti no menciona una versión, recogida por Marthe Robert en 1960, según la cual Grete llegó a tener de Kafka un hijo que murió a los siete años.

Para desatar el embrollo Kafka es citado ante un tribunal en el hotel Askanischer Hof de Berlín (julio 12, 1914). Como ningún acusado, Kafka preparó en contra suya a sus jueces. No se defiende durante el juicio: el compromiso matrimonial queda disuelto. Era lo que deseaba. Acaso Grete evitó un enlace del que se sentía celosa. Entonces inicia sus sesiones el juicio universal: estalla la Primera Guerra. El proceso desarrollado en su correspondencia con Felice se transforma en Der Process, nexo entre su íntimo infierno y el infierno del mundo.

El análisis de Canetti es insuperable. Con todo, hay un detalle mínimo que no llamó su atención y puede ser significativo. Así como Fraulein F.B. de El proceso tiene las iniciales de Felice, en la tercera línea de América sabemos que Karl Rossmann es enviado por sus padres al otro continente "porque lo había seducido una sirvienta que luego tuvo de él un hijo". En la realidad como en la buena y mala literatura los señoritos seducen a las sirvientas. Lo inverso, dadas las relaciones de poder, es insólito. Ya que en su Diario la primera referencia a Felice es "Cuando llegué a casa de Broad, el 13, estaba comiendo con ellos; sin embargo la tomé por una criada", acaso esta identificación inconsciente traduzca que Kafka interiorizó su dependencia hacia Felice como una seducción de que él era sujeto pasivo. Es decir, sintió que al no rechazarlo, como era su temor y su esperanza, Felice lo estaba seduciendo.

Mediante sus cartas Kafka denigraba a "Franz". Pero el simple hecho de escribirlas ofrecía a "Kafka", el escritor incomparable, como amante a distancia de Felice. Impedida por natural falta de perspectiva de ver en "Franz" a "Kafka", Felice no se interesaba en la figura literaria y aspiraba a una relación normal (sexual) con la persona. Por lo demás, al definir a Felice como una criada, Kafka la despoja de su jerarquía, de su poder. La derroca del sitio en que, como gerente, tiene personas que ejecutan sus órdenes. Simbólicamente la sitúa en el plano de aquellos sin poder cuya única función es la obediencia.

Mientras Europa arde y se desangra, Felice y Kafka se reúnen en Bodenback. Cuando puede verla con tan poca piedad como a sí mismo, Kafka deja de estar sometido e indefenso. Luego promete escribirle y no lo hace, desoye sus ofertas de encontrarlo, se identifica con los humillados, se alegra de su propio desclasamiento, trata de desaburguesar a Felice. Pasan unos días dichosos, los únicos, en Marienbad. En 1917 se establece un nuevo compromiso matrimonial. Pero Kafka rechaza la victoria. Se libra para siempre de Felice diciéndole que ha contraído la tuberculosis. Poco después Felice se casa; Kafka inicia sus relaciones con Milena.

En la irrefutable interpretación de Canetti, a contracorriente de las escuelas críticas en boga, Kafka es el exento de poder que intenta sustraerse al poder en todas sus formas. Es el mayor experto en este problema urgente y aterrador. Nada más natural que uno de sus temas capitales sea la humillación y que la imagen del perro surja una y otra vez en sus escritos. Kafka sufre las humillaciones como un perro, un caballo, un topo, un escarabajo, un gusano. Las humillación nos identifica con los animales. En un mundo regido por nosotros ser animal entraña recibir infinitas humillaciones, representar un objeto sobre el cual hasta el más inerme de los humanos ejerce un poder absoluto.

La lucha de Kafka contra su padre y contra Felice –a quienes amaba– no fue sino el combate contra un poder superior. En esta guerra no hay fronteras, treguas ni refugios. Como lo demuestran las cartas y la obra toda de Kafka, la vida privada asume siempre las características del orden social a que pretende sustraerse. El poder externo reproduce en las salas y las alcobas la ferocidad de sus leyes. Aterradoramente Kafka nos descubrió que esta batalla iniciada con el nacimiento nada más terminará con nuestra muerte. En vida no llegaremos a un armisticio con el poder. "Uno sólo puede desear la paz para sus cenizas".

Fuente


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Josek
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Josek »

Son de Alianza Tres, el título completo es Cartas a Felice y otra correspondencia de la época del noviazgo, en tres volumenes, el primero es de una edición del 84, el segundo del 78 y el tercero del 77, cuentan con 220 pp, 260 pp y 310 pp, con algunas fotos en blanco y negro, paginados, algo bastante curioso, consecutivamente. Tienen, para mi gusto, un inconveniente algo desagradable, letra diminuta.
Última edición por Josek el 04 May 2010 22:05, editado 3 veces en total.
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madison
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por madison »

Es un lujo leer tus reseñas Josek
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Josek
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Josek »

Vaya, me has cazado in fragantti, estaba haciendo alguna modificación en los mensajes que había un error en la información sobre las páginas del libro. Ahora vuelvo a poner el resto.

Un saludo, Madison.
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Josek
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Josek »

Felice Bauer nació el 18 de noviembre de 1887 en Neustadt (Alta Silesia). Tenía cuatro hermanos: Elisabeth (Else), Erna, Antonie (Toni) y Ferdinand (Ferry). Erna aparece en los diarios de Kafka bajo la abreviatura E., con especial frecuencia en el segundo semestre de 1914, es decir después de deshacer el compromiso con Felice. Su padre, vienés, contrajo matrimonio con la hija de un tintorero establecido en Neustadt. En 1899 -Felice tenía 12 años- se trasladó la familia a Berlín, donde el padre empezó a trabajar como agente de una compañía de seguros extranjera. Durante seis años –de 1904 a 1910- vivieron separados los padres de Felice, y como ésta quisiera ayudar a su madre en el mantenimiento de la familia, empezó a trabajar en 1908, después de finalizar su formación escolar, en la compañía de discos Odeón como mecanógrafa. En 1909 se cambió a la empresa Carl Lindström S.A., que fabricaba dictáfonos. En pocos años llegó al puesto de apoderado.
Hasta marzo de 1913 vivió la familia Bauer en la calle de Immanuelkirch, en una zona tranquila pero no especialmente agradable al este de Berlín. Más tarde se mudó a la calle de Wilmersdorf, situada en uno de los barrios elegantes del oeste berlinés. En noviembre de 1914 murió su padre.
En septiembre de 1916 se ofreció Felice, a instancias de Kafka, para colaboración voluntaria en el Hogar Judío de Berlín, centro fundado en mayo de ese año en un barrio cercano a la Alexanderplatz y habilitado en su mayor parte por refugiados y emigrantes judíos orientales. Entre sus promotores se encontraban Max Brod, Martin Buber y Gustav Landauer. La misión del Hogar consistía en la educación nacional y religiosa de los niños y jóvenes de aquellas familias, que en parte vivían en condiciones harto precarias. Entre los educadores, llamados “ayudantes”, había estudiantes, jóvenes comerciantes y mujeres de la comunidad cultural judía. Pese a pertenecer muchos de ellos a círculos acomodados del oeste berlinés, vestían con sencillez para no hacerles notar a los alumnos las diferencias sociales.
Felice, que en sus horas libres se dedicaba a esta labor social, gozaba de gran aprecio entre las demás ayudantes y era muy querida de sus alumnas. Franz Kafka, desde Praga, la aconsejaba en su nueva actividad: le recomendaba y proporcionaba literatura pedagógica para su propio uso y lecturas para sus discípulas. En general seguía la labor del Hogar con gran atención.
Los testimonios e informes sobre Felice Bauer subrayan invariablemente su laboriosidad y sentido práctico, las cualidades que a Kafka, como el mismo confesaba, le faltaban y que admiraba mucho (y a menudo desmesuradamente) en otros: en Felice, por ejemplo, y más tarde en Grete Bloch, que tan importante papel desempeñaría en su relación con aquélla. Felice era al parecer una persona vital y poco complicada. Kafka la describe en cierta en cierta ocasión como una “muchacha alegre, sana y segura de sí misma”. Le gustaban los vestidos y los viajes, pero estaba dispuesta a renunciar a todo cuando se trataba de ayudar a la familia. Su gusto para la literatura, el arte y la decoración reflejaba el de las capas burgueas de aquellos tiempos. Hacia los trabajos literarios de Kafka mostraba al parecer poco entusiamo.
Por marzo de 1919, un año y tres meses después de la separación definitiva de Kafka, contrajo matrimonio con un rico comerciante berlinés, de quien tuvo dos hijos, un varón y uba hembra. Kafka llegó a tener noticias de estos dos nacimientos, como se desprende de las cartas a Milena y a Max Brod. En 1931 se trasladaron Felice y su familia a Suiza y en 1936 a los Estados Unidos. Allí murió el 15 de octubre de 1960.



Felice Bauer

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Carta de Kafka a Felice del 11 de Noviembre de 1912

Fräulein Felice!
Te pediré un favor que suena completamente loco, y que yo consideraría como tal si fuera quien recibe la carta. Es también el más grande test al que aún la más amable persona puede ser sometida. Bien, el favor es que me escribas una vez por semana, así tu carta llega el domingo, porque no puedo resistir tus cartas diarias, soy incapaz de resistirlas. Por ejemplo, yo respondo una de tus cartas, luego estoy acostado, aparentemente en calma, pero mi corazón late a lo largo de mi cuerpo entero y sólo es consciente de ti. Yo te pertenezco, realmente no hay otra manera de expresarlo, aunque no es suficientemente adecuada. Por esta importante razón no quiero saber qué estás usando; me confunde mucho y no puedo lidiar con mi vida; y por esto es que no quiero saber que tu me tienes cariño. Si lo hice, ¿cómo pude, tonto de mí, permanecer sentado en mi oficina, o aquí en mi casa, en vez de saltar dentro de un tren con los ojos cerrados y abrirlos solamente cuando esté contigo? Oh, hay una lamentable, triste razón para no hacerlo. Para ser breve: mi salud es apenas suficiente para seguir solo, pero no es buena para casarme, y dejemos a un lado a la paternidad. Aún cuando leo tus cartas, paso por alto hasta lo que no puede serlo. ¡Si sólo tuviera tu respuesta ahora y cuán horriblemente te atormento, y cómo te obligo, en la quietud de tu cuarto, a leer esta carta, tan desagradable como jamás ha estado en tu escritorio! ¡Honestamente, esto me golpea por momentos y quedo preso como un espectro de tu feliz nombre! Si sólo hubiera despachado carta el sábado, en la cual hubiera implorado que jamás me escribieras de nuevo, y en la cual te hubiera hecho una promesa similar. Oh Señor, qué me impidió enviar esa carta? Todo estará bien. Pero, ¿hay una solución tranquila ahora? ¿Ayudará si nos escribimos una vez a la semana? No, si mi sufrimiento puede ser curado por algo semejante, quiere decir que no es serio. Y ya preveo que seré incapaz de soportar aún las cartas dominicales. Y así, para compensar por la oportunidad deesperdiciada el sábado, te demando con la energía que me queda, en el final de esta carta: Si valoramos nuestras vidas, permitámonos abandonar todo. ¿Pienso que debo firmar "tuyo" ? No, nada podría ser más falso. No, yo seré siempre esclavo de mí mismo, eso es lo que soy, y debo tratar de vivir con eso.
Franz
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Josek
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Josek »

Grete Bloch, que figura como destinataria de la carta que presentamos a continuación, y que aparece por primera vez en esta correspondencia, nació en Berlín el 21 de marzo de 1892. En esa misma ciudad realizó sus estudios, que culminaron con la obtención del diploma de la Escuela de Comercio. Desde 1908 hasta 1915 trabajó como estenotipista en Frankfurt y Viena. Después de 1915 trabajó primero como secretaria y más tarde como secretaria ejecutiva en una empresa de Berlín que fabricaba máquinas de oficina. Tenía un hermano un año mayor que ella, Hans Bloch, el cual resulta mencionado diversas veces en la correspondencia que sigue.
Grete Bloch y Felice Bauer se conocieron, al parecer, en abril de 1913. La amistad entre las dos mujeres duró mucho más tiempo que su relación con Kafka. En 1935, camino del exilio, el cual la llevó primero a Israel y finalmente a Italia, Grete Bloch hizo una visita a su amiga, que en aquel entonces vivía con su familia en Ginebra, y le entregó una parte de las cartas que le había dirigido Kafka.
Kafka vió a Grete Bloch por primera vez a finales de octubre de 1913, cuando ésta le visitó en Praga a instancias de Felice, como intermediaria entre ambos. Esta entrevista dio lugar a la correspondencia de un año de duración que, en la medida en que ha sido conservada, se ofrece a continuación.
En la tercera edición aumentada de su biografía de Kafka, Max Brod, publica parte de una carta que Grete Bloch escribió el 21 de abril de 1940, desde Florencia, donde residía en aquel momento, a un amigo que vivía en Israel. En dicha carta Grete hace referencia a que, años atrás, había tenido un hijo natural, el cual, “próximo a cumplir siete años, murió repentinamente en Munich”, o sea que hubo de haber nacido hacia el año 1914. Si bien en la mencionada carta no se dice el nombre del padre, el destinatario de la carta, y único garante de Brod en este asunto, estimó como fuera de toda duda el que era a Kafka a quien Grete atribuía la paternidad.
No obstante, las cartas que aquí se ofrecen, y que cubren el período comprendido entre el 29 de octubre de 1913 y el 15 de octubre de 1914 no permiten –ni por su tono ni por su contenido- concluir que las relaciones entre ambos fuesen de tal naturaleza que dieran lugar al nacimiento de un hijo en 1914 o, a más tardar, en la primera mitad de 1915. Por si fuera poco, lo que acerca de su estado anímico y mental cuentan las personas que la conocieron durante la época de su estancia en Florencia, arroja dudas sobre la validez del testimonio proporcionado por Grete. Por otra parte, el hecho de que Kafka, Felice Bauer y Grete Bloch emprendieran juntos una excursión por la Suiza sajona (los editores han tenido en sus manos una tarjeta postal de esas fechas, dirigida a la hermana de Kafka, Ottla, y firmada por los tres) presenta como extraordinariamente dudoso el que la amiga de la prometida hubiese poco antes dado a luz un hijo, o que tal vez se hallase próxima al parto. A mediados de 1916, es decir en una época con referencia a la cual ni de la carta florentina ni de ninguna otra correspondencia se puede entresacar indicio alguno que sugiera la existencia de una más estrecha relación entre Kafka y Grete Bloch, Felice sin duda debió comunicar a Kafka que Grete se encontraba en una situación apurada. Pues una nota al margen, contenida en la carta de Kafka a Felice con fecha 31 de agosto de 1916, dice lo siguiente: “¿Cómo lo lleva la señorita Bloch, y qué significa para ella?”; y en la carta del primero de septiembre de 1916 se lee: “los padecimientos de la señorita Grete me afectan mucho; seguro que en este trance no la abandonarás, tal como otras veces has sabido hacer… de modo en apariencia incomprensible. En la medida en que le hagas algún bien, lo harás también en mi nombre.” Suponer que los padecimientos que Grete tenía que soportar en aquellos momentos se refieren a un embarazo no es, ciertamente, más que una especulación, pero se trata de una especulación que, puesta al lado de la ulterior declaración de Grete Bloch, no parece faltarle fundamento. Ahora bien, y dejando aparte la falta de concordancia cronológica, puede calificarse de inconcebible el que, como presunto padre de un hijo que va a nacer, Kafka se refiera de esa manera tan marginal a la situación de la madre soltera.
Tras la ocupación de Italia por Hitler, Grete Bloch, según una información de la Cruz Roja Británica, fue detenida en unión de otros judíos. Es de suponer que muriera durante la deportación o en un campo de concentración.



Grete Bloch

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A Grete Bloch

29, X, 1913

Distinguida señorita:
Le doy las gracias por su invitación, naturalmente que iré, fije usted la hora a su conveniencia y déjeme una nota en la portería, que mañana recogeré yo en algún momento del día.
Sin embargo, hay algo que no debo, desde ya, silenciar: en otra ocasión me hubiera sentido feliz de entrevistarme con usted, en cambio hoy me veo obligado a decir que jamás una conversación me ha servido para esclarecer las cosas, y sí, por el contrario, para sumirme en la más grande confusión. Y no es precisamente confusión lo que a mí me falta, como sin duda ha adivinado usted ya.

Suyo affmo. Dr. F. Kafka
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Josek
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Josek »

Me han gustado mas de lo esperado, lo cierto es que estaba predispuesto a otra cosa por las cartas a Milena, que no me impresionaron demasiado, aquí en cambio da la sensación de que salen de lo más profundo y son más sentidas, tambien es cierto que era más joven y la perspectiva del matrimonio era real, no como en el caso de Milena donde ya era víctima de la enfermedad que sabía que le conducía a la muerte, de hecho la ruptura final se produce con el conocimiento de su padecimento. De todas formas da la sensacón que Kafka jugase con Felice, mujer, por cierto, no muy atractiva y con dentadura deficiente como se encarga Kafka de describir en una de sus cartas a Grete y que en realidad lo que buscase era una excusa para hacer lo que en verdad quería: entregarse a la literatura, constantemente le pedía cartas lo cual le motivaba para responder y cultivar su verdadero amor, o sea, la escritura.
Un documento sensacional para conocer la personalidad e intimidades de este hombre, donde además se describen detalles minuciosos de las relaciones familiares y otras cercanas que influyeron decisivamente en su obra así como diversas influencias literarias.
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Aben Razín
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Aben Razín »

Es un artículo de José Andrés Rojo sobre la nueva edición de Nórdica:

¡Por si os interesa! :lista:
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Arden
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Arden »

Muy interesante el artículo, gracias Aben :D
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Aben Razín
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Aben Razín »

Arden escribió:Muy interesante el artículo, gracias Aben :D
De nada, Arden :60:
¡Me gusta compartir en este Foro mis descubrimientos culturales en las versiones digitales de los periódicos! :lista:
Pasado: La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa.

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Haidé
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Haidé »

Nunca he sido muy de leer cartas, no me refiero a la novela epistolar, eso sí, sino a esto mismo que tenemos aquí, cartas de personas reales a otras personas reales, aunque una de ellas se llamara Franz Kafka. Siento que es una intolerable intromisión, que estoy espiando a alguien cuando no quiere ser visto... Y aún así... aquí estoy, cotilleando cual portera las cartas de Kafka a la tal Felice.
En cierto modo es como leer un chat, el messenger o algo así, entre personas lejanas. Y que bien escribe el jodío, que apasionado, me encanta. :oops:
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Aben Razín »

Ahora que he visto tu comentario, sigo sin encontrar una edición, aparte de la que ya indiqué en un comentario más arriba, para leer este epistolario. O en su caso, alguna obra de este escritor que tanto me fascinaba hace unos años... :roll:

En cuanto a lo que dices, Haidé :60: por mi parte no encuentro problema en leer un epistolario son ellos los que exponen sus sentimientos... :mrgreen: así que me encanta participar de ellos, sin entender que soy un viejo del visillo de tres al cuarto... :cunao:
Pasado: La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa.

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Haidé
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Haidé »

:lol: :lol: confiésalo, tú eres el viejo del visillo y yo soy la vieja que te pregunta qué es lo que están haciendo los que ves. :lol: :lol:

Yo estoy leyendo la edición de Nórdica libros en ebook. 3.79 euros.
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Haidé »

A mí me costó acostumbrarme al formato electrónico, pero al final me es muy cómodo, se nota en el espacio, en la comodidad al leer ya que puedo poner la letra más grande, y el precio a veces compensa (en este caso sí, en muchos otros no), pero el romanticismo y el ansia coleccionista desde luego no lo suple. :roll:
Pero al final me he convertido en una devoradora de historias, en cualquier formato :lol:

Perdón el off topic. :lol: Sigo con las cartas.

He dicho antes que es un poco como leer un chat, pero no es así para nada, me retracto. Había que esperar días y días a que Felice contestara, a veces las cartas se perdían en el correo, con lo cual la espera ya era insufrible :lol:. O si le preguntaba algo que para él era muy importante, y ella no contestaba esa cuestión en su carta, él ya comenzaba a hacerse una película en su cabeza en plan por qué no me has contestado qué me ocultas.
Está claro que estas cartas tienen un valor literario incalculable, pero ¿no os parece en este tipo de libros que os quedáis solo con la mitad de la historia? Tengo las cartas que escribió kafka pero no lo que contestaba Felice. No puedo hacerme bien una idea, ¿era él el apasionado y ella la indiferente? :lol: En realidad todo se vislumbra, porque él es muy minucioso en todo lo que escribe en sus cartas, pero ya que ha salido mi vena cotilla ha salido del armario me gustaría haber leído alguna carta escrita por Felice. :wink:
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Re: Cartas a Felice - Franz Kafka

Mensaje por Aben Razín »

Haidé escribió:
Está claro que estas cartas tienen un valor literario incalculable, pero ¿no os parece en este tipo de libros que os quedáis solo con la mitad de la historia? Tengo las cartas que escribió kafka pero no lo que contestaba Felice. No puedo hacerme bien una idea, ¿era él el apasionado y ella la indiferente? :lol: En realidad todo se vislumbra, porque él es muy minucioso en todo lo que escribe en sus cartas, pero ya que ha salido mi vena cotilla ha salido del armario me gustaría haber leído alguna carta escrita por Felice. :wink:
Como no las he leído, poco te puedo decir, Haidé :60:

Desde mi punto de vista, lo interesante de la literatura epistolar es contemplar el intecambio de ideas y sentimientos que se deslizan por las cartas que, uno y otro, se van intercambiando. Mejor que andar adivinando los pareceres de la otra parte... :roll:
Pasado: La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa.

Presente: Por qué miramos a los animales de John Berger.

Futuro: Los Evangelios y la historia de Jesús de Xavier León-Dufour.
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