Antonio Aguilar Rodríguez

¿Qué es poesía? Dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... ¡eres tú!

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madison
La dama misteriosa
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Registrado: 15 May 2005 21:51

Antonio Aguilar Rodríguez

Mensaje por madison »

HOY HA MUERTO MI ABUELA

Hoy ha muerto mi abuela,
un ser pequeño, exangüe,
horizontal.
Una sábana blanca y una mantilla,
que alguien le había regaló en vida,
tapaban su cuerpo enjuto.
No estaba hermosa.
No se podría decir que estuviera en paz.
Estaba allí simplemente
a expensas del dolor.

Todos sabíamos que aquel cuerpo
era el cuerpo sin vida de alguien
a quien habíamos amado,
a quien habíamos conocido,
de quien habríamos oído hablar en algún momento.

Observé a través del cristal
su nariz pronunciada por la delgadez extrema,
los pómulos descarnados,

la piel flácida.
Un ser único e irrepetible,
frente a esa masa informe
que poco a poco iba llenando la sala de espera,
diluyendo el dolor
en un dolor compartido en fracciones minúsculas,
en porciones de un pastel de cumpleaños.

Luego en la homilía
al cura le sonó el móvil.
Un hombre obscenamente gordo
que levantaba los brazos
como marcando unas comillas imaginarias
sobre la palabra de dios.

Tan sólo en una ocasión citó su nombre,
y luego habló de un padre y un hijo,
-de Agamenón y de Ifigenia-,
habló de cosas extrañas,
que en algún lugar
dentro de muchos años
tendrán sentido,
cuando ya no nos importen,
cosas que se esclarecerán para tener algo que ver
con los que estábamos allí,
con la que estaba allí,
frente al altar,
dentro de la caja cerrada.

No dijo que el dolor era como un eclipse,
que llega poco a poco,
que lentamente da su bocado seco,
que luego se aleja dejando un rumor
de hojarasca pisada,
que es áspero como una cicatriz.

En aquel momento, en mitad de la homilía,
sólo sentí el estómago vacío,
los pies cansados,
nada que ver con mi abuela,
nada que ver con nadie que estuviese allí,
y aún menos con aquel hombre
que miraba la pantalla de su móvil
mientras recitaba los Evangelios
de una memoria aburrida y monótona.

No dijo que el dolor nada tiene que ver
con quien lo provoca,
que el dolor es cosa nuestra.

Más tarde en el coche
me eché a llorar,
me eché a llorar por mi abuela muerta,
mientras sonaba la música
en el coche
de vuelta a casa, solo,
con esa emisora,
escuchando el adagio de la sonata II
para viola de gamba y clavecín
de Juan Sebastián Bach.

Lloré por mi abuela
en el coche
de vuelta a casa, solo,
cuanto no había llorado por mi abuelo,
al que quise con locura,
como el amor que hay entre dos amantes.

Lloré por mi abuelo.
Lloré por mi abuela.
Lloré por mí.
Espacios estancos.
Eso era todo.
Dolor por dolor.

(inédito)
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