¡Qué satisfacción da leer una novela de 560 páginas y quedarse con ganas de más! Me ha encantado. Ya sabéis que va de un mago que se queda ciego. Pues bien, de entrada hay que quitarse el sombrero ante la la labor de investigación y documentación realizada por el autor sobre esos dos mundos: magia y ceguera. En cuanto a la magia, aparte de recibir algunas clases, Hériz se ha leído todo lo que ha pillado sobre la época clave de su historia: el último tercio del siglo XIX, cuando magos y espiritistas rivalizaban por llenar las salas de espectáculos de Europa y América con levitaciones, decapitaciones, autómatas, proyecciones fantasmagóricas... Y en cuanto a la ceguera, baste decir que, para meterse en la piel de un invidente, el escritor se fue a la ONCE y se hizo guiar por las calles del centro de Barcelona con un antifaz y un lazarillo. No me extraña que este hombre tarde entre cinco y siete años en escribir cada libro.
La novela se estructura en dos partes. La primera se vuelca en el pasado de Víctor Losa: la magia, mientras que la segunda se centra en su presente: la ceguera. He disfrutado mucho con ambas partes. Desde el punto de vista novelístico, en la primera parte tal vez se le va un poco la mano con la cantidad de texto que dedica a historia de la magia. A mí me ha resultado ameno e interesante conocer las peripecias de los magos más famosos y el ambientillo de la época, y por ello me he alegrado, pero es cierto que en algún momento he tenido la sensación de que el autor ralentizaba un poco el hilo principal de la historia con tal de no dejarse atrás nada del material recopilado que pudiese ser narrativamente atractivo.
En la segunda parte, dedicada al "oscuro" presente del protagonista, es cuando empezamos a penetrar en la psicología de Víctor Losa, sus obsesiones, su reacción ante la desgracia sobrevenida y su relación con los nuevos personajes que aparecen. Otro aspecto interesante de la novela es el tipo de narrador. Por momentos me ha recordado a los narradores de Saramago: adelantándose a los hechos, interpelando al protagonista, a ratos fuera y a ratos dentro de la mente de los personajes... De todos modos, la personalidad de Víctor Losa es tan compleja, es tanta su dificultad para comunicarse, que ni siquiera con la ayuda del narrador llegamos a comprender del todo su fondo, lo cual no le resta ni un ápice de verosimilitud sino todo lo contrario. A mí personalmente me ha resultado antipático por...
su forma de relacionarse con las mujeres. En cuanto a Alicia, aunque creo que no me ha caído tan mal como a Carmen Neke, sí es cierto que su personaje resulta más predecible y me interesó menos. En concreto, sus clases de biodanza y su galeria de ciegos famosos me dejaron frío. |
En fin, el libro me ha parecido excelente. Una buena historia muy bien contada. Y aunque magia y ceguera sean sus temas evidentes, son también una excusa para llegar a asuntos de mayor calado filosófico: la fragilidad del pasado y el futuro frente al arrasador presente, la evolución como algo inherente al hecho de estar vivo, etc. Por cierto, me ha encantado todo lo relacionado con las hormigas.
Supongo que debo interesarme a continuación por
Mentira. Aunque leo por ahí que no es tan buena como ésta.