El asesino de César - Carlos Rojas

Narrativa española e hispanoamericana

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Cronopio77
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El asesino de César - Carlos Rojas

Mensaje por Cronopio77 »

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Editorial: Plaza y Janés
Páginas: 266
ISBN: 84-01-90318-1
Año de la edición: 1985
Descatalogado. Se puede encontrar en Iberlibro
Texto de la contraportada escribió:Autor de dieciséis novelas y seis libros de ensayos, Rojas relata en El asesino de César --novela escrita entre 1957 y 1958-- la vida, pasión y muerte del general Antonio Muñiz, presidente electo y dictador de declarado de un país tercermundista. El asesino de César no es Bruto, como podría suponerse, sino el propio dictador, que termina por suicidarse agobiado por sus propios fantasmas. Carlos Rojas no se conforma con la simple narración de un anecdotario más o menos pintoresco, profundiza en la compleja psicología de los personajes y en las no menos abstrusas relaciones sociales, familiares, amorosas y políticas del dictador: la contradanza de sus pesadillas y obsesiones.
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Carlos Rojas fue, junto con Manuel García-Viñó y Andrés Bosch, uno de los principales representantes del Realismo total, escuela literaria de la que ya he hablado en alguna ocasión, que tuvo su apogeo en la década de los sesenta del pasado siglo y que hoy está tristemente olvidada. A mi juicio, obtenido tras haber leído, además de la novela que comento, El futuro ha comenzado y Mein Füherer, Mein Führer, es uno de los escritores españoles del pasado siglo (si bien aún vive) que merece la pena conocer.

En El asesino de César, Rojas narra los últimos días de Antonio Muñiz, dictador de un país sudamericano que no es ninguno de los que existen pero que podría ser cualquiera. La narración, cuidadosamente estructurada, se divide en dos partes que se alternan. En los capítulos impares se relata, en tiempo presente y desde una perspectiva neutral (esto es, con un narrador más o menos tradicional, que describe lo que sucede desde fuera y que, ocasionalmente, se mete en la cabeza de los personajes para expresar sus monólogos interiores) la decadencia del régimen de Antonio Muñiz. La novela comienza con la visita de éste a su anciana madre, capítulo en el que el lector ya ve que Muñiz es un hombre acabado y vislumbra todo lo que va a suceder a continuación, y termina con la muerte del dictador, que sucede en el palacio presidencial con una gran revuelta a punto de estallar. En los capítulos pares se complementa tal narración con breves biografías de personajes importantes en la vida política y personal del dictador. Están narrados desde la perspectiva del personaje, adecuando el estilo a la personalidad de cada uno de ellos. De esta manera, Rojas consigue componer un cuadro muy vivo de todo lo que rodea al decadente Muñiz, pues no sólo logra enterar al lector de los acontecimientos que se suceden, sino que consigue que comprenda las motivaciones y los sentimientos de los personajes que han ayudado a encumbrarle y que también le han conducido al desastre. De entre todos estos capítulos resulta especialmente interesante el penúltimo (sin contar el epílogo), en el que Rojas no se centra en un personaje concreto, sino en el personaje del pueblo, sufridor de todos los vaivenes políticos y todas las revueltas de su país.

Al margen de su estructura, original y muy expresiva, la novela destaca porque no se limita a narrar el devenir político de un país concreto, sino que reflexiona (hechos mediante, esto es, no con un narrador perorando y dando lecciones, sino distribuyendo inteligentemente los sucesos objetivos y las pasiones de los personajes) sobre levantamientos militares, engaños al pueblo, poderes supremos y tantos otras características de muchas dictaduras y pseudo-democracias. Así, que la historia transcurra en un país que no se nombra pero que puede identificarse con casi cualquiera de sudamérica (interferencia de los Estados Unidos incluida) constituye una característica más de la lograda composición de la novela. Y el final, que no voy a referir aquí, complementa perfectamente lo anterior y puede interpretarse como una seria advertencia que alcanza, incluso, a nuestras sociedad contemporánea, tan alejada geográfica y temporalmente de la que inspiró a Rojas.

No me enrollo más. Os animo a que lo leáis y lo comentéis aquí conmigo.
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