Tras leer el primer capítulo, empiezo con mis comentarios. Paciencia
En el primer capítulo, Alan Sokal reproduce y comenta su artículo-broma publicado en la prestigiosa revista de estudios sociales y culturales
Social Text:
Transgredir las fronteras: hacia una hermeneéutica transformadora de la gravedad cuántica. Para los conocedores de la física moderna (mecánica cuántica y relatividad general), muchos pasajes del texto resultan hilarantes; la habilidad que demostró Sokal para escribir auténticas tonterías con la apariencia de profundas críticas al pensamiento occidental dominante es extraordinaria. Para los lectores sin conocimientos técnicos de física y matemáticas, sin embargo, el texto del artículo resulta mucho menos interesante. Afortunadamente, el primer capítulo del libro que estamos comentando se complementa con prolijas notas en las que Sokal explica, no sólo las bobadas físico-matemáticas con las que “sustenta” su “crítica”, sino sobre todo las líneas de pensamiento que pretende ridiculizar.
El objetivo principal de esta
boutade era dejar en evidencia ciertas ideas posmodernistas, muy en boga entre la izquierda intelectual estadounidense de finales del siglo XX. Uno de los principales inspiradores de esta corriente intelectual es el francés
Jacques Derrida, que argumentaba que los textos no transmiten o recrean una realidad objetiva independiente del ser humano y de su contexto cultural, sino que sólo tienen un valor metafórico; a consecuencia de ello concluía que todos los conceptos se construyen a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas, razón por la cual no son universales sino que varían de una cultura a otra. La aplicación de esta línea de pensamiento a las ciencias de la naturaleza, sorprendentemente ubicua en ciertos ambientes intelectuales y académicos de la izquierda norteamericana, se expresa muy bien en los primeros párrafos del articulo-broma de Sokal:
Alan Sokal escribió:[Los científicos] se aferran al dogma impuesto por la larga hegemonía postilustrada en el pensamiento occidental, que se puede resumir brevemente de la siguiente forma: existe un mundo exterior, cuyas propiedades son independientes de cualquier ser humano individual [...]; dichas propiedades están codificadas en leyes “eternas”, y los seres humanos pueden obtener un conocimiento fidedigno, aunque imperfecto y tentativo, de estas leyes ateniéndose a los procedimientos “objetivos” y las restricciones epistemológicas prescritos por el (así llamado) método científico.
[...]
Las críticas feministas y postestructuralistas han desmitificado el contenido sustantivo de la práctica científica occidental dominante, revelando la ideología de dominación oculta tras la fachada de “objetividad”. De este modo, se ha evidenciado cada vez más que la “realidad” física, al igual que la “realidad” social, es en el fondo una construcción lingüística y social.
Sokal toma este despropósito (muy del gusto de los editores de
Social Text y de muchos pensadores posmodernistas) para proponer cómo debe ser una ciencia posmodernista y progresista, propia de finales del siglo XX. Para ello, recurre a una técnica habitual en la corriente de pensamiento que pretende ridiculizar: partir de conceptos y teorías físicas, despojarlos de su contextualización matemática y utilizar algunas de sus interpretaciones metafóricas y/o filosóficas para negar que exista una realidad objetiva independiente del ser humano y de las estructuras sociales que éste crea. A modo de ejemplo, la siguiente cita, extraída del artículo-broma de Sokal, es muy representativa
Masden y Masden escribió:Un criterio simple para que una ciencia pueda calificarse de posmoderna consiste en que esté libre de cualquier dependencia respecto del concepto de verdad objetiva. En virtud de este criterio, por ejemplo, la interpretación en términos de complementariedad de la física cuántica, debida a Niels Bohr y la escuela de Copenhague, se considera posmoderna.
Los autores de esta cita toman, no la correcta interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica (que es la interpretación habitual), que pretende describir una realidad objetiva contrastable mediante experimentos, sino ciertas interpretaciones filosóficas de ella, para negar la existencia de leyes universales y objetivas que rigen el comportamiento del universo. En
Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica, Sokal va un paso más allá y, en lugar de explotar la relatividad y la mecánica cuántica, que dan mucho juego por sus predicciones antiintuitivas y su complicado trasfondo filosófico (sobre todo de la segunda) pero que están ya muy trilladas, recurre a la gravedad cuántica, teoría que se encuentra aún en fase de desarrollo, para introducir, además, lo que está ausente en la cita de Masden y Masden: la política.
Alan Sokal escribió:La limitación principal del análisis de Masden y Masden reside en su naturaleza esencialmente apolítica; y no es preciso señalar que las disputas sobre lo que es verdadero pueden afectar profundamente y, a su vez, verse profundamente afectadas por las disputas sobre proyectos políticos.
Al margen de lo hilarante del texto y de lo sorprendente de que estas ideas hayan tenido éxito (y lo sigan teniendo) en círculos intelectuales, a mí me interesan las posibles interconexiones entre este absurdo pensamiento posmodernista y lo que se conoce como literatura posmodernista, sobre la que ya he discutido en alguna ocasión en este foro. Buscando por internet, he encontrado puntos en común. No obstante, como no soy precisamente un experto en el tema no me atrevo a obtener una conclusión sobre este punto. ¿A algún forero le gustaría contribuir?
Para finalizar (de momento), creo que está claro que el libro me está gustando (si bien esta parte ya la conocía). Veremos cómo sigue.