Título: Detectives BAM
Autora: Susana Guzner
Editorial: Ellas
Colección: Teatro
Publicación: Sabadell, 2005
65 páginas
He encontrado que ésta es una reseña muy acertado. Yo leí la obra hace un tiempo, y me gustó mucho, me pareció muy divertida. No tiene nada de especial, a parte del planteamiento, y que es una comedia fácil, de esas llamadas "de sofá", y con algunos gags que pueden resultar muy potentes en escena, puesto que al leerlos irremediablemente te ríes. No pasará a la historia del teatro, porque en realidad ni siquiera es conocida ahora, pero es totalmente recomendable para pasar un ratito agradable y sin pretensiones de reflexionar sobre nada, sino simplemente de divertirte.Una verdad aceptada por todas es que los cuentos de las abuelas deberían contener al menos alguno de estos elementos: princesa pánfila, hada insulsa, reina mala, bicho repugnante al que por narices hay que arrimarse para que se convierta en algo medianamente pasable y castillo-prisión. Lo que si que de ninguna manera esperamos cuando nuestra anciana y correctísima abuela se dispone a contarnos un cuento es que nos describa al detalle un bar de ambiente de chicas en el que va metiendo personajes tales como una madura y “madrísima” mujer a la que le va la marcha, una drag bastante despistada, una detective de punta en blanco a la que acompaña su “ángela” de la guarda o una mafiosa sin escrúpulos para con las madres ajenas.
Está claro que no nos enfrentamos al cuento clásico, al cuento que escribimos antes siquiera de leerlo. Es un cuento, sí; con final feliz y todo, pero un cuento que hace falta leer para descubrir que el camino marcado es sólo un camino más.
El argumento es más o menos simple: La madre de Conchi ha desaparecido en un bar de ambiente, así que acude a Pepa que es detective privada para que la encuentre. Tras múltiples peripecias llega el desenlace (que no diré); un desenlace Kinder, o sea, con sorpresa. Leer BAM como una pieza de narrativa es una opción, pero a mi juicio empobrece una puesta en escena en esencia potente, dinámica e impactante. La obra trabaja en múltiples niveles tanto de acción como espaciales. Respecto a la acción, varias escenas se desarrollan simultáneamente, y aunque al principio cada acción se restringe y acota a un espacio del escenario concreto, a un hilo argumental concreto y a un leit motiv determinado, llega un momento en que la frontera entre la abuela y la nieta sentadas la una junto a la otra en el coqueto y anticuado salón de estar, y Pepa con Barbarela dando de palos a la charcutera se rompe. Parece como si los personajes fueran conscientes de su condición de creación o recreación y esperan más o menos pacientemente a que se les de su sitio en la historia. Así mismo, el escenario acoge 3 e incluso 4 sets a la vez. Es la iluminación y el sonido los que guían al espectador de un set a otro: por aquí, por aquí, que ahora toca pelea en la disco.
El cuento, como ya he dicho, tiene un final feliz, no así la obra, porque cuando el cuento acaba (los cuentos diferentes también se acaban) a la obra le queda su propio desenlace, un desenlace inconcluso donde Guzner ya nos dio la pauta de cómo concluirlo.