El huésped

[Shimoda]

Me sacudo la modorra lentamente, cual gata complacida retozo en la cama, sintiendo aún en mi vientre mil constelaciones y galaxias, después de una intensa y plena noche de pasión. Nuestras feromonas aún perfuman el ambiente.

Recorro mi relajado cuerpo, acaricio suavemente mi cuello, mis pechos, los pezones aún erectos… Una sonrisa asoma en mis labios y un leve, casi inaudible gemido escapa de ellos. ¡Qué noche! Mis manos se dirigen hacia la entrepierna, hacia la húmeda y tibia suavidad de… ¡Qué es esto! ¿Qué es esto, por Dios! Lo recorro, lo palpo, doy un tirón a las sábanas y... ¡Oh, no! ¡Xavier se ha olvidado el pene dentro mío! Justo ahora que está de viaje de negocios por una semana. No puedo contener la risa al imaginar su cara cuando se dé cuenta.

-Usted se ha comunicado con la casilla de mensajes de Xavier Prado, deje su mensaje. Gracias -responde la metálica voz de su móvil desde la sala, donde también lo ha olvidado-. Y ahora río más que antes al pensar que quizás no sepa dónde extravió su paquete.

¿Qué mejor que divertirme un poco con él, con mi nuevo juguete? Sin duda, será más satisfactorio que masturbarme. Pero recuerdo que tengo otras cosas que hacer y decido quitarlo y guardarlo y… ¿Cómo?, ¿dónde?, ¿con qué? ¿En formol…, en el freezer…?

Intento sacarlo suavemente, pero se niega, se rebela. Lo observo y advierto con asombro que me mira socarronamente con su ojo cíclope. Pero, ¿no debería estar al revés, mirando hacia adentro? No entiendo.

El baño me reclama y corro con ¨eso¨ bamboleándose entre las piernas. Con un suspiro me siento en el trono, mas mi nuevo compañero no sabe de urgencias sanitarias y sobresale, descaradamente, negándose a entrar en la taza. Trato de empujarlo hacia abajo, ¡dóblate, por Dios!, pero el muy caprichoso se resiste. Lo reprendo, pero no se inmuta, y el final, predecible, se acerca: mis piernas orinadas, el piso también. ¡Y encima se ríe! Ya arreglaremos cuentas. La vida es bella.

Desayuno y me preparo para salir a correr mis cinco kilómetros diarios. Me pongo una camiseta corta e intento con mis pequeñas bragas, pero mi huésped no entra en razones, empecinándose en asomar por los costados o por arriba, y termina ganándome. Me olvido de las bragas y me ajusto la calza de lycra solamente, pero el movedizo paquete, cual indócil anaconda, se desplaza de lado a lado ostensiblemente. Solución: me pongo una camisa de Xavier. Todo tiene arreglo.

Luego del entrenamiento aeróbico voy al spa para relajar mis músculos en la sauna. Un reconfortante baño de vapor y a ducharse. Con la toalla enrollada sobre mis pechos me dirijo a la sala de duchas con mis amigas. Y me saco la toalla… ¡Gritos y alaridos! Las chicas, espantadas, se alejan de mí, o mejor dicho, de él. Me había olvidado de él, que muy orondo y erguido apunta a las tetas y vulvas de ellas. ¡Está enloquecido! Nos han dejado solos, ahora puedo disfrutar de la ducha. Él se ha calmado, pobrecito, tan lejos de Xavier… Trataré de reconfortarlo un poco, lavándolo. Le corro el prepucio y comienzo a enjabonarlo cuidadosamente…

¡Qué te pasa, loco! ¡Con mi culo no te metas! El maldito, duro como una roca, trata de meterse en mi abertura posterior. Lo cacheteo, nos trabamos en duro combate. El receptáculo de la ducha es nuestro cuadrilátero sin sogas. Al fin, logro asestar un duro cross en su mandíbula desnuda. Contrincante al suelo. Y uno…, dos..., tres… Knock out. En señal de victoria elevo mi puño, pero las cosas han cambiado, mi huésped es ahora un auténtico intruso, un parásito enemigo. ¿Qué puedo hacer para sacarme de encima a este imbancable con aires de supermacho?

-¡Hola doc! Soy Daniela, la de las nuevas lolas, quiero consultarte algo. Mi primo, el homosexual, está en pareja y quiere extirparse los genitales porque…

-¡No Dani! ¡Imposible! Eso no es legal en este país. Y, además, es una locura.

¿Y, entonces?, ¡qué hago! Para colmo, esta noche es la gran cena en la embajada, a la que asistiré con mi nuevo y ajustado vestido rojo de seda que ayer retiré de Emanuel Ungaro, Haute Couture, y que se acomoda perfectamente a mis 90-60-90 y contrasta de maravillas con mi larga cabellera negra.

-Hola Andy, ¿cómo estás? Vengo a ver si puedes ayudarme con un pequeño, o no tan pequeño, problema. Mira.

-¡Guauuu! ¡qué pedazo! –exclama embelesado mi travestido amigo, con los labios babeantes y hambrienta mirada-. Alarga su mano hacia él, pero me aparto bruscamente y le recuerdo que soy Daniela, su amiga. Le explico el problema y entonces, espantada aunque sensata, me aconseja:

-Verás amiga, lo que nosotras usamos es una ropa interior especial para bailarines de ballet, pero con semejante muchacho, hmm, no sé… Bueno, prueba con uno de los míos, a ver qué tal va.

Con la condescendiente ayuda de Andy coloco la pequeña prenda y tratamos de acomodar a ése entre mis nalgas, apuntando hacia atrás. Lo conseguimos. Respiro aliviada. Todo tiene solución.

Ya me he acostumbrado a orinar de pie. El problema es secarlo luego, pues chorrea, y sé que más de tres sacudidas no es lícito. ¿Darle yo placer a él? Ni loca.

Empiezo a prepararme para la fiesta de gala. Una breve y placentera ducha, sin inconvenientes, pues él parece dormir. Peino mis sedosos cabellos oscuros y me visto. Y reaparece el problema porque no encuentro forma de acomodar al usurpador en su nueva mansión entre mis posaderas. El tiempo me urge, pero al fin logro colocarlo, no como estaba previsto, sino, satisfactoriamente, dirigido hacia el ombligo. Me calzo el ajustado vestido de seda roja y, ansiosamente, me miro al espejo. Compruebo aliviada que el paquete no se nota. Ah, todo bien… Ya, más tranquila, me maquillo.

La plateada limusina me deposita en las puertas de la embajada. Adentro, todo es lujo y esplendor. Los acordes barrocos de La primavera, de Vivaldi, se adueñan del ambiente, y en las mesas, servidos en bandejas de lustrosa plata, manjares tentadores aguardan a los comensales bajo la cálida luz de las arañas de cristal y las velas. Ahí está Jean Pierre, el franchute. ¿Intentará una vez más tocarme el trasero? Ha venido con su nueva esposa, una espectacular rubia que hasta logra que algunas miradas se desvíen de mí. Insensata, no sabe lo poco que le durará esta gloria. Y allá está Dorothy, la sexualmente zurda, siempre enviándome esos dardos de amor. Le sonrío.

Cenamos. Justamente ella, Dorothy, se sienta frente a mí. La charla es banal, insustancial, no más que cotilleo. Y llegan los postres: tiramisú, tarta de fresas con crema chantilly, lemon pie… Ah, se me van los ojos… Esa crema blanca, esa crema que evoca eróticas travesuras. Por un instante mi mente se escapa de la fiesta, hasta que una suavidad inesperada acaricia mi pierna. ¡Dorothy!, otra vez no, ¡por favor! ¡Ay, ha despertdo al parásito! Me había olvidado de él. ¡Dios! Se mueve, se contorsiona, el maldito crece y busca una salida. Con una mano trato de calmarlo al tiempo que, con la otra, me las arreglo con las fresas al chantilly. Sin embargo, al tocarlo, parecería que lo excito aún más. Finalmente consigo sacarme de encima a Dorothy con una mirada devastadora y un pisotón con el taco en su delicado empeine. Sin un quejido, me mira despectivamente, se levanta y se aleja. Pero el injerto sexual sigue pugnando por su libertad. En la desesperación lo golpeo y lo dejo fuera de combate. Gracias a Dios.

Strauss y el siempre atento, y muy apuesto, embajador de Austria me invitan a bailar el vals. Su mano acaricia mi espalda desnuda, y me excito. Siento un calor especial entre las piernas… ¡Pero es él!, que ha despertado otra vez y crece, junto a mi consternación. Peso y volumen van de la mano, y ya no cabe, empuja por aquí y por allá hasta que logra evadirse de su prisión. ¡Ay!, que la música termine para poder escapar. Al fin el vals acaba, me separo de mi pareja y con las manos ocultando el bajo vientre simulo una pequeña reverencia. Pero él ha enloquecido y apunta alternadamente a izquierda y derecha según desfilan frente a mí las hermosas mujeres esparciendo sus sensuales aromas. Ya no puedo ocultarlo. Jean Pierre, el embajador de Austria, Dorothy y otros miran el tremendo bulto con ojos desorbitados, mientras él apunta a la bella rubia y late como un corazón desbocado a punto de estallar. Y estalla.

El fuego líquido llena mi vientre y mi entrepierna, y asoma en la superficie del vestido como una enorme mancha ocura. Lentamente se desliza por mis piernas, viscoso, pegajoso… Y el piso comienza a moverse, las columnas ondulan, el techo se deforma, y trato de asirme a algoooooooo…

Despierto sudorosa en mi confortable cama. El perfume de Xavier flota en el aire. ¡Qué macabro juego de la mente, esta pesadilla! Ya pasa, respiro profundo y me relajo, me tranquilizo. La dulce sensación del sueño regresa y para reconfortarme me acaricio. Siento las cosquillas en el vientre, señal de una buena noche de amor. Soy la gata complacida, mimosa, que deja escapar pequeños gemidos de sus labios. Recorro con las manos mis pechos y tironeo suavemente de los pezones. Desciendo rozando la piel lujuriosamente, me relamo, llego a la entrepierna y
¡¡¡¡aaaaayyyyyyy!!!!

[Berlín]

¡que buen relato shimoda !
es rico, entretenido (me has hecho reír mucho) y creo que para ser sincera has despejado la x de la ecuación
todas hemos soñado, imaginado, elucubrado como sería tener un pene (y sus consecuencias), pero siendo hombre, no una mujer con un vestido carísimo enredada en los brazos de un embajador, impensable
¡estupendo relato lleno de momentos gloriosos!, ...ese pene vacilón y descocado jaja


un abrazo (sin pene jaja)

[Redspark]

Además de bien escrito, erótico. Muy erótico. Me encantan los relatos donde aparece la palabra culo. Shimoda, genial.

[Gavalia]

........ me encanta

[Mylady]

Ostras pero que bueno!!! Me ha encantado Shimoda!!!

[shirabonita]

Shimoda cómo he disfrutado leyendo este relato! Y las carcajadas que me han saldio Es absolutamente genial, cómico, surrealista...y hasta he pensado en el pobre Xavier , de viaje, y ¿qué haría si tuviera ganas de orinar?

Felicidades, amiga, la escena de las fresas con Nata y el "huesped" intentando escapar , tiene una mezcla de erotismo y surrealismo...Bueno, sólo puedo decir esto:Bravo!!

[Shimoda]

¡que buen relato shimoda !
es rico, entretenido (me has hecho reír mucho) y creo que para ser sincera has despejado la x de la ecuación
todas hemos soñado, imaginado, elucubrado como sería tener un pene (y sus consecuencias), pero siendo hombre, no una mujer con un vestido carísimo enredada en los brazos de un embajador, impensable
¡estupendo relato lleno de momentos gloriosos!, ...ese pene vacilón y descocado jaja


un abrazo (sin pene jaja)

Hola Berlín
Gracias por tu comentario. Me alegra haber contribuido a despejar la bendita ecuación, objeto de desvelos femeninos desde la más remota antigüedad
He llegado a la conclusión de que como huésped es muy molesto, pero que, sin embargo, me gusta que me visite muy seguido ¿Y a ti?
Gracias por el abrazo sin parásitos
Un abrazo y hasta pronto

[Shimoda]

Además de bien escrito, erótico. Muy erótico. Me encantan los relatos donde aparece la palabra culo. Shimoda, genial.

Me halaga que te haya gustado. Te comento que muchas palabras, de las que llaman ¨transgresoras¨, las he editado. Para mí, no hay palabras prohibidas.
Me he divertido mucho con el pene de Xavier, ni te imaginas todo lo que hemos hecho
Muchas gracias y hasta pronto

[Shimoda]

........ me encanta

Gav
Me alegra mucho que te hayas divertido, a mí me pasó igual al escribirlo
Gracias por leer y comentar mi relato.
Cariños

[Shimoda]

Ostras pero que bueno!!! Me ha encantado Shimoda!!!

amiga
Me alegra que te haya gustado mi loco relato. Muchas gracias

[Shimoda]

Shimoda cómo he disfrutado leyendo este relato! Y las carcajadas que me han saldio Es absolutamente genial, cómico, surrealista...y hasta he pensado en el pobre Xavier , de viaje, y ¿qué haría si tuviera ganas de orinar?

Felicidades, amiga, la escena de las fresas con Nata y el "huesped" intentando escapar , tiene una mezcla de erotismo y surrealismo...Bueno, sólo puedo decir esto:Bravo!!

Shirabonita
¡Cuántos piropos! Si fuera modesta, pondría , pero a mí también me parece bueno y me he divertido a lo grande al escribirlo. Y tienes razón, pobre Xavier, me lo imagino bajando del avión, dándose cuenta del tremendo extravío y sin saber dónde buscar

Aún lo tengo en casa, en el freezer ya que al fin he aprendido a quitármelo

de vez en cuando lo uso

Y si estás de acuerdo

te lo envío, prestado, en el biplano

Muchas gracias, amiga, por tu comentario.
Cariños y

[karen mendoza prada]

shimoda me a encantado tu relato, al comienzo creí que iba a ser algo de terror, pero despues descubro esto, y estoy encantada, me a hecho reir en una oportunidad, como pocos textos me han hecho reir. La verdad es que como mujer de relatos eróticos, jamás se me ocurrió tener a un pene todo el día entre las piernas y mucho menos estar en la calle, en diferentes panoramas con él, por eso me a causado gracia todo lo leído, felicidades, el texto esta maravilloso, besitos y abrazos para ti

si a mi me hubiera pasado eso del relato, hubiera pasado todos esos días en casa haciendo travesuras, jajajajaja

[Shimoda]

dulce Karen
Realmente es de teror, ni te imaginas las luchas que he tenido con ese huésped
El bulto de Xavier se ha comportado bastante mal y no lo pude disfrutar como era lo esperado...tantas ilusiones perdidas.
Lo he prestado, cuando lo devuelvan, si quieres te lo envío= es grande, jugetón y atrevido
Me alegra que te haya gustado.
Gracias por tu comentario.
Besos y

[karen mendoza prada]

dulce Karen
Realmente es de teror, ni te imaginas las luchas que he tenido con ese huésped
El bulto de Xavier se ha comportado bastante mal y no lo pude disfrutar como era lo esperado...tantas ilusiones perdidas.
Lo he prestado, cuando lo devuelvan, si quieres te lo envío= es grande, jugetón y atrevido
Me alegra que te haya gustado.
Gracias por tu comentario.
Besos y

Esté... respecto a la oferta:

¡mandamelo!

pero que sea un secreto

[eee]

es un cuento precioso, lindo como dirían varias amigas, me has emocionado Shimoda!!!
una tía con paquete es una persona completa.