Denise Levertov
Moderadores: Tessia, lunallena
Denise Levertov
Nuestros cuerpos
Nuestros cuerpos, todavía jóvenes bajo
la ansiedad grabada de nuestras
caras e inocentemente
más expresivos que las caras:
pezones, ombligo y vello púbico
forman en cualquier caso una
especie de cara: pensar
las sombras redondeadas en
los pechos, nalgas, pelotas,
lo relleno de mi vientre, lo
hueco de tu
ingle, como una constelación,
cómo se apoyan de la tierra al
alba en un gesto de
juego y
sabia compasión—nada semejante
sucede
en los ojos o en las nostálgicas
bocas.
Tengo
una línea o surco que me encanta
y baja por
mi cuerpo de esternón
a cintura. Habla de
impaciencia, de
distancia.
Tu larga espalda,
el color de la arena y
cómo se notan los huesos, dicen
lo que cielo tras el ocaso
casi blanco
sobre el bosque frondoso al que
los grajos vuelven dice.
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Re: Denise Levertov
VER POR UN MOMENTO
Pensé que me estaban creciendo alas—
era un capullo.
Pensé : ahora es el momento de saltar
al fuego—
eran aguas profundas.
Escatología es una palabra que aprendí
de chica: el estudio de las Cosas Últimas;
enfrentar el espejo— joven nunca más
las noticias — siempre de muerte,
los perros — despertándose y clamando,
y aullando, aullando,
No obstante
por un momento veo
que no es eso: son
las Cosas Primeras.
Palabra tras palabra
flotan a través del vidrio.
Hacia mí.
Pensé que me estaban creciendo alas—
era un capullo.
Pensé : ahora es el momento de saltar
al fuego—
eran aguas profundas.
Escatología es una palabra que aprendí
de chica: el estudio de las Cosas Últimas;
enfrentar el espejo— joven nunca más
las noticias — siempre de muerte,
los perros — despertándose y clamando,
y aullando, aullando,
No obstante
por un momento veo
que no es eso: son
las Cosas Primeras.
Palabra tras palabra
flotan a través del vidrio.
Hacia mí.
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Re: Denise Levertov
ESTABLECERSE
Fui bienvenida aquí – al oro claro
del verano tardío, del otoño de estreno,
al águila del amanecer asoleándose en el árbol más alto,
a la montaña que se revela sin nubes, a su nieve
teñida de damasco cuando mira al oeste,
paciente, en su determinación, con el sol incansable
siempre asomando y ocultándose.
Ahora me es dado
probar el gris presagiado por todos,
un gris denso y helado a la vez. Me jacté de que no me importaría,
porque nací en Londres. Y no me importará.
Voy a poner manos a la obra
en mis días, vine a quedarme, no de visita.
El gris es el precio
de la vecindad con las águilas, de saber
de la presencia enorme de una montaña, véase o no.
Fui bienvenida aquí – al oro claro
del verano tardío, del otoño de estreno,
al águila del amanecer asoleándose en el árbol más alto,
a la montaña que se revela sin nubes, a su nieve
teñida de damasco cuando mira al oeste,
paciente, en su determinación, con el sol incansable
siempre asomando y ocultándose.
Ahora me es dado
probar el gris presagiado por todos,
un gris denso y helado a la vez. Me jacté de que no me importaría,
porque nací en Londres. Y no me importará.
Voy a poner manos a la obra
en mis días, vine a quedarme, no de visita.
El gris es el precio
de la vecindad con las águilas, de saber
de la presencia enorme de una montaña, véase o no.
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Denise Levertov
Denise Levertov (n. en Ilford, Essex el 24 de octubre de 1923 – fallecida el 20 de diciembre de 1997) fue una poeta inglesa, nacionalizada estadounidense.
La obra poética de Levertov se relaciona con variados temas, especialmente la política y la guerra (y lo que esta conlleva como sufrimiento, injusticia y prejuicios). Otro tema importante es la religión, ya que desde el lado paterno fue influida por el judaísmo y el cristianismo, además de los contactos con el misticismo y el trascendentalismo, que se vieron expuestos en su poesía. En los últimos años de su vida se convirtió en católica romana.
Escribió veinte libros de poesía y crítica, además de realizar traducciones. Participó y editó varias antologías.
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Re: Denise Levertov
Así fue que sucedió:
después de la lectura de las antífonas de los salmos
y de la danza de lamentación delante del altar,
y de los dos poemas, “La vida en la guerra” y “¿Cómo
eran ellos?”
comencé mi diatriba
y dije:
Sí, está bien que nos hayamos reunido
en esta capilla para recordar
a los estudiantes baleados en Kent State,
pero estemos bien ciertos que sabemos
nuestra reunión es una burla a menos que
recordemos también
a los estudiantes negros baleados en Orangeburg hace dos
años,
y a Fred Hampton asesinado en su cama
por la policía hace sólo unos meses.
Y mientras hablaba, la gente
—muchachas, señoras, unos pocos hombres—
comenzaron a levantarse y a dar
la espalda al altar y a salir.
Y yo continué y dije:
Sí, está bien que recordemos
a todos estos, pero estemos bien ciertos
que sabemos que es hipocresía
pensar en ellos a menos
que hagamos nuestras acciones la honra a su memoria,
acciones de resistencia militante.
Para entonces las bancas estaban casi vacías
y yo me volví a mi puesto y un hombre se puso de pie
al fondo de la quieta capilla
(junto a las puertas abiertas de par en par,
donde se nos presentaba el verde de mayo, y las sombras
largas
del comienzo de la tarde)
y dijo que mis palabras
habían profanado un lugar sagrado.
Y unos pocos días después
cuando otros estudiantes más (negros) fueron tirados
en Jackson, Mississippi,
nadie profanó la capilla de los blancos
porque para ellos nadie celebró ningún acto.
En Antología de la poesía norteamericana
Selección y prólogo: Ernesto Cardenal
Traducción: José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenla
después de la lectura de las antífonas de los salmos
y de la danza de lamentación delante del altar,
y de los dos poemas, “La vida en la guerra” y “¿Cómo
eran ellos?”
comencé mi diatriba
y dije:
Sí, está bien que nos hayamos reunido
en esta capilla para recordar
a los estudiantes baleados en Kent State,
pero estemos bien ciertos que sabemos
nuestra reunión es una burla a menos que
recordemos también
a los estudiantes negros baleados en Orangeburg hace dos
años,
y a Fred Hampton asesinado en su cama
por la policía hace sólo unos meses.
Y mientras hablaba, la gente
—muchachas, señoras, unos pocos hombres—
comenzaron a levantarse y a dar
la espalda al altar y a salir.
Y yo continué y dije:
Sí, está bien que recordemos
a todos estos, pero estemos bien ciertos
que sabemos que es hipocresía
pensar en ellos a menos
que hagamos nuestras acciones la honra a su memoria,
acciones de resistencia militante.
Para entonces las bancas estaban casi vacías
y yo me volví a mi puesto y un hombre se puso de pie
al fondo de la quieta capilla
(junto a las puertas abiertas de par en par,
donde se nos presentaba el verde de mayo, y las sombras
largas
del comienzo de la tarde)
y dijo que mis palabras
habían profanado un lugar sagrado.
Y unos pocos días después
cuando otros estudiantes más (negros) fueron tirados
en Jackson, Mississippi,
nadie profanó la capilla de los blancos
porque para ellos nadie celebró ningún acto.
En Antología de la poesía norteamericana
Selección y prólogo: Ernesto Cardenal
Traducción: José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenla
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Re: Denise Levertov
Dolor matrimonial
El dolor matrimonial:
la lengua y los muslos, querido,
se vuelven pesados,
y nos late con fuerza en los dientes.
Buscamos una comunión
y somos rechazados, querido,
uno a uno.
Es el leviatán y estamos
dentro de su panza,
buscando alegría, alguna alegría
que no se conozca fuera
dos por dos en el arca
de lo que nos duele.
El dolor matrimonial:
la lengua y los muslos, querido,
se vuelven pesados,
y nos late con fuerza en los dientes.
Buscamos una comunión
y somos rechazados, querido,
uno a uno.
Es el leviatán y estamos
dentro de su panza,
buscando alegría, alguna alegría
que no se conozca fuera
dos por dos en el arca
de lo que nos duele.
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Re: Denise Levertov
No perder el rumbo
Entre tareas
–deshojar fresas,
responder cartas–
o entre poemas,
volver al espejo
para ver si estoy ahí.
Entre tareas
–deshojar fresas,
responder cartas–
o entre poemas,
volver al espejo
para ver si estoy ahí.
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Re: Denise Levertov
Nuestros cuerpos
Nuestros cuerpos, todavía jóvenes bajo
la ansiedad grabada de nuestras
caras e inocentemente
más expresivos que las caras:
pezones, ombligo y vello púbico
forman en cualquier caso una
especie de cara: pensar
las sombras redondeadas en
los pechos, nalgas, pelotas,
lo relleno de mi vientre, lo
hueco de tu
ingle, como una constelación,
cómo se apoyan de la tierra al
alba en un gesto de
juego y
sabia compasión—
nada semejante
sucede
en los ojos o en las nostálgicas
bocas.
Tengo
una línea o surco que me encanta
y baja por
mi cuerpo de esternón
a cintura. Habla de
impaciencia, de
distancia.
Tu larga espalda,
el color de la arena y
cómo se notan los huesos, dicen
lo que cielo tras el ocaso
casi blanco
sobre el bosque frondoso al que
los grajos vuelven dice.
Nuestros cuerpos, todavía jóvenes bajo
la ansiedad grabada de nuestras
caras e inocentemente
más expresivos que las caras:
pezones, ombligo y vello púbico
forman en cualquier caso una
especie de cara: pensar
las sombras redondeadas en
los pechos, nalgas, pelotas,
lo relleno de mi vientre, lo
hueco de tu
ingle, como una constelación,
cómo se apoyan de la tierra al
alba en un gesto de
juego y
sabia compasión—
nada semejante
sucede
en los ojos o en las nostálgicas
bocas.
Tengo
una línea o surco que me encanta
y baja por
mi cuerpo de esternón
a cintura. Habla de
impaciencia, de
distancia.
Tu larga espalda,
el color de la arena y
cómo se notan los huesos, dicen
lo que cielo tras el ocaso
casi blanco
sobre el bosque frondoso al que
los grajos vuelven dice.
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Re: Denise Levertov
El lamento de Adán
Algunos,
no importa qué les des,
aún quieren la luna.
El pan,
la sal,
carne blanca y oscura,
aún hambrientos
La cama matrimonial
y la cuna,
aún con brazos vacíos.
Les das campos,
su propia tierra bajo sus pies,
aún se van por los caminos.
Y agua: cavales el pozo más profundo
pero aún no suficientemente hondo
como para poder de allí beber la luna
traducción: Jorge Naparstek
Algunos,
no importa qué les des,
aún quieren la luna.
El pan,
la sal,
carne blanca y oscura,
aún hambrientos
La cama matrimonial
y la cuna,
aún con brazos vacíos.
Les das campos,
su propia tierra bajo sus pies,
aún se van por los caminos.
Y agua: cavales el pozo más profundo
pero aún no suficientemente hondo
como para poder de allí beber la luna
traducción: Jorge Naparstek
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Re: Denise Levertov
El secreto
Dos niñas descubren
el secreto de la vida
en un repentino verso de
poesía.
Yo que no conozco el
secreto escribí
el verso.
Ellas me dijeron
(a través de un tercero)
que lo habían encontrado
pero no qué era
ni siquiera
qué verso era.
Sin duda
ahora, más de una semana
después, han olvidado
el secreto,
el verso, el nombre del
poema.
Las amo
por encontrar lo que no
puedo encontrar,
y por amarme
por el verso que escribí,
y por olvidarlo
y así
mil veces, hasta que la muerte
las encuentre, puedan
descubrirlo otra vez,
en otros versos
en otros hechos.
Y por querer conocerlo,
por asumir que hay
tal secreto, sí,
por eso
sobre todo.
Dos niñas descubren
el secreto de la vida
en un repentino verso de
poesía.
Yo que no conozco el
secreto escribí
el verso.
Ellas me dijeron
(a través de un tercero)
que lo habían encontrado
pero no qué era
ni siquiera
qué verso era.
Sin duda
ahora, más de una semana
después, han olvidado
el secreto,
el verso, el nombre del
poema.
Las amo
por encontrar lo que no
puedo encontrar,
y por amarme
por el verso que escribí,
y por olvidarlo
y así
mil veces, hasta que la muerte
las encuentre, puedan
descubrirlo otra vez,
en otros versos
en otros hechos.
Y por querer conocerlo,
por asumir que hay
tal secreto, sí,
por eso
sobre todo.
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