El segundo acto también es muy interesante.
El problema se centra en la vida
del torturador, y su imposibilidad de dejar el "trabajo", el jefe se lo dice cuando uno es SP no puede dejar de serlo, y llama mucho la atención la fina línea que puede separar al torturador del torturado, cualquier duda significa simpatía con el "otro" y por lo tanto puedes acabar compartiendo su destino por volverte como él. |
Obviamente, es una obra que era de imposible estreno hasta que España dejara el franquismo atrás y tuviera un régimen democrático, por mucho que la acción se traslade a un país imaginario, porque el tema de la tortura estaba presente en la vida política española, era algo habitual como en todas las dictaduras.
En cierta forma el recorrido de Daniel me ha recordado el del bombero incendiario de Fahrenheit 451, y el discurso de Paulus a Daniel justificando la tortura al del personaje de Orson Welles en El tercer hombre:
“Recuerde lo que dijo no se quién, en Italia en treinta años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras matanzas… pero surgieron Miguel Ángel. Leonardo da Vinci y el Renacimiento; En Suiza por el contrario tuvieron quinientos años de amor democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!”.
Paulus: "¡Cuánta preocupación por el ser humano! Tú los has visto aquí: la mayoría no valen nada. Y no hay en la historia un solo adelanto que no se haya conseguido a costa de innumerables crímenes."
La elección entre el poder y la nada, entre ser vencedor o vencido, sin términos medios. Lo que no me acaba de convencer es el giro en la parte final
de que en realidad Paulus es rencoroso y en realidad desde el principio lo único que ha querido es vengarse en Daniel porque su padre se llevó a la mujer que él quería, es lo único que me chirría un poco. |
Si me gustó la parte de la escena en que
se ve que Paulus no es el todopoderoso jefe sino que es una pieza más y que está tan atrapado como Daniel, y que en realidad lo que tiene es miedo y debajo de todo lo que hay es cobardía. |
En fin, otro excelente Buero Vallejo.
Como complemento aconsejaría La muerte y la doncella de Ariel Dorffman.