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Tristessa es el canto de amor platónico a una prostituta adicta a la morfina, pero es también el continente perfecto donde Kerouac acomete el más intenso y torrencial vertido de su llamada prosa espontánea. Estamos ante la única novela puramente mexicana de toda la Generación Beat. Un recorrido sin parangón por los bajos fondos del D.F. y por los alucinantes vericuetos de la mente de su autor. Esta edición cuenta con las estupendas ilustraciones de Dani Orviz e incluye un desplegable de regalo.
(*) Imágenes y datos actualizados por moderación, febrero 2023
Texto apasionado acerca de Tristessa, mexicana adicta, inestable, Virgen santa, casi inalcanzable de la que Jack Duluoz se enamora. El estilo es inmediato, intuitivo, novela río, pedazo de vida lleno de arrebato. “Porque quiero tener droga, morfina, y estar no enferma más”. La vida es sufrimiento, nacemos para morir, Jack, y los sueños con “muslos café con leche” hoy son solo eso, sueños a los que regresamos. Novela ¿menor? dentro de la gran Leyenda de los Duluoz. Pequeña reliquia sacra.
Muchos años que no leía a Kerouac. Para mí es una de sus mejores novelas, es romántica y triste y aquí se puede apreciar mejor que en ningún sitio aquello que suelen decir... “a tal escritor se le cae la literatura de los bolsillos”... Kerouac es así.
Transcribo aquí algunos pasajes de el místico relato. Espero que os gusten.
Lloro al darme cuenta de que Tristeza nunca ha tenido un hijo y probablemente no lo tendrá nunca por culpa de su enfermedad de la morfina, una enfermedad que prosigue mientras dura la necesidad y se ceba en la necesidad y al mismo tiempo la satisface, de modo que se queja del dolor todo el día y el dolor es real...
Ahora bien, la paloma se yergue de vez en cuando y aletea para hacer ejercicio, en vez de surcar el aire desangelado espera en su rincón dorado del mundo, espera la perfecta pureza de la muerte (…) Pobre Paloma, pobres ojos, su pecho de blanca nieve, su leche, su lluevia de piedad sobre mí, su mirada de ojos bondadosos clavada en los mios desde alturas rosadas, instalada en un travesaño y Arcabuz en los Cielos Abiertos del Mundo Mental, ángel rosado y dorado de mis dias y no puedo tocarla, no me atrevo a subirme a una silla para atraparla en el rincón y dedicarle sospechosas sonrisas humanas para impresionarla en mi corazón manchado de sangre, su sangre.
En esto, en un ciego momento de éxtasis tiro al suelo cincuenta pesos para probar no sé qué. Luego tiro dos pesos diciendo “Por la música”. Al final los recogen para los dos músicos pero después de recapacitar la soberbia me impide mirar alrededor en busca de los cincuenta pesos, aunque es fácil comprender que se trataba del deseo de ser robado, una extraña forma de exaltación y poderío de la embriaguez: No me importa el dinero, soy el rey del mundo, yo en persona encabezaré vuestras pequeñas revoluciones.
He decidido quedarme con ella y dormir donde ella duerma, incluso si duerme en un cubo de basura, en una celda de piedra con ratas... Pero no dejo de tiritar, no paro por mucho que me abrigue, hace ya un año que paso las noches en mi saco de dormir y ya no estoy acostumbrado al frio normal de los amaneceres en la tierra.
Ah, horripilante destino de los seres humanos, cada uno de nosotros morirá en un terrible momento, amedrentará a todos los que lo aman y se incorporará a la carroña del mundo; y reventará el mundo, y a todos los heroinómanos de todas las ciudades amarillas y desiertos cenicientos les traerá sin cuidado, y también ellos morirán.
El sol sale naranja sobre montones de ladrillos rojos y polvo de yeso de alguna parte, es la diminuta Norteamérica de mis sueños indios, pero estoy demasiado aturdido para entender o darme cuenta de nada, lo único que quiero es dormir junto a Tristeza.