Representado por primera vez el 3 de diciembre de 1881 en el Nya Teatern de Estocolmo.
Catilina está concebida con arreglo a los principios de la escuela romántica, pero con el intento de desarrollar un drama histórico en relación con las tradiciones del país natal y el ambiente del mundo en torno, cuajado de intentos revolucionarios. El protagonista encarna, como en tantos otros héroes ibsenianos, el fracaso de lo volitivo, de la voluntad y el buen deseo, contra la circunstancia adversa totalmente desfavorable, por encima del Fatum o del Destino de la Tragedia Antigua.
Enrique Marqueríe