El buen salvaje - Eduardo Caballero Calderón

Narrativa española e hispanoamericana

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javibuddha
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El buen salvaje - Eduardo Caballero Calderón

Mensaje por javibuddha »

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Hola a tod@s. Dudaba si abrir un hilo sobre el autor o sobre esta obra en concreto. Finalmente me decanté por esto último, pero querría subrayar expresamente la validez conjunta de la obra de Calderón, aunque espero que seguidamente entendáis por qué opté por esta última opción.
Antes de citar la sinopsis, comenzaré transcribiendo una de las varias biografías que existen sobre este escritor colombiano.

Novelista, periodista, ensayista, diplomático y político colombiano dotado de una prosa fácil y diáfana, que se vinculó al periodismo en 1938 y durante años utilizó el seudónimo de Swann. Era hijo del general Lucas Caballero, hermano del caricaturista Klim y padre del pintor Luis y del periodista Antonio, quienes usaron en su formación las experiencias diplomáticas de su padre en Madrid (1946-1948) y en París (1962-1968).


Cursó estudios de Derecho en la Universidad Externado de Colombia, que no llegó a finalizar, pues ingresó como corresponsal en la plantilla del periódico El Espectador. En 1938 pasó a El Tiempo, donde firmaba una columna con el pseudónimo de "Swann", y, dos años más tarde, publicó su primer relato, Tipacoque. En ese escenario transcurrieron gran parte de sus novelas y relatos posteriores.

Posteriormente, se sucedieron ensayos -Latinoamérica, un mundo por hacer (1944), Surámerica, tierra del hombre (1944)- y relatos -El arte de vivir sin soñar (1943)-. En 1946 fue nombrado Encargado de Negocios en España, y se instaló en Madrid, donde permaneció hasta 1948. Allí escribió Breviario del Quijote (1947) y una guía espiritual de España, Ancha es Castilla (1950). De regreso a Colombia, publicó un relato de costumbres, Diario de Tipacoque (1950).

En su primera novela, El Cristo de espaldas (1952), mostró un gran dominio del lenguaje y de la construcción novelística, así como su gran capacidad imaginativa. Obra testimonial pionera dentro de la narrativa colombiana, trató del fenómeno más persistente de la historia del país, el de la violencia. El hilo conductor, los problemas de dos hermanos, el uno liberal y el otro conservador, le sirvió para escribir dos de sus siete novelas restantes: Caín (1968) e Historia de dos hermanos (1977).

En 1954 llegó su consagración con Siervo sin tierra, que unía a las características mencionadas un sentido de denuncia de las condiciones de vida de los campesinos y de la explotación a la que eran sometidos. De prosa directa y precisa, sus siguientes novelas fueron traducidas a numerosos idiomas y fueron merecedoras de varios galardones: La penúltima hora (1955); Manuel Pacho (1962); El buen salvaje, de 1966 -que obtuvo el Premio Nadal-; Azote de sapo (1975); Tipacoque, de ayer a hoy (1979) y Bolívar, una historia que parece un cuento (1983).

Caballero Calderón fue un escritor muy prolífico; publicó innumerables ensayos así como volúmenes de memorias y cuentos y escritos históricos para niños. Desempeñó también una intensa carrera diplomática: embajador de su país ante la Unesco (1962-1968), diputado de la Asamblea de Boyacá y Cundinamarca, y diplomático en París, Lima y Buenos Aires. © B.Y.V.

Seguidamente, me gustaría constatar que fue publicado originalmente en la colección "Ancora y Delfín" de la editorial Destino en los años sesenta, que, si no estoy confundido, absorbió posteriormente Planeta, y ésta última reeditó la obra en 1999. A partir de ahí quedó sumida en una inmensa laguna. Lo más fácil, si desearais adquirirla, sería a través de las librerías de viejo. La sinopsis y los comentarios posteriores ya los cito en spoiler.
Habiendo sido galardonado y publicado en España este libro ha sido también más prolijamente reseñado y comentado allá. La mayoría de los trabajos publicados hasta ahora han aparecido en revistas españolas; en número menor han aparecido algunos artículos en Colombia y en cantidad aún menor.
La novela demuestra entre otras cosas el proceso de superación artística iniciado en 1936 con Caminos Subterráneos y que en 1940 recomenzará con la publicación de Tipacoque. El Buen Salvaje puede ser concebido como simple relato o cuadro de inspiración espontánea desde un subjetivismo improvisado hasta un mayor y más calculado objetivismo.
La crítica no ha dejado de hacer alusiones a las posibles fuentes y antecedentes de la obra. Unos han señalado la novela Los monederos falsos de Gide para explicar la técnica de la novela dentro de la novela; otros apelaron a Unamuno en su libro Cómo se escribe una novela para ampliar el mundo de las posibilidades del novelista; no ha faltado quien argumente con sobrada perspicacia que lejos de reflejar la admiración implícita por la literatura francesa, con citas sobre la sutileza del detalle de Proust, la función de la burguesía en el conglomerado social a la manera de Balzac, o las miserias humanas de Víctor Hugo. El Buen Salvaje pertenece a la novela picaresca del más nítido realismo hispánico tradicional.
Tal vez lo más llamativo de esta obra controvertida haya sido el arreglo del cuaderno 14 como si se tratase de un borrador algo inconcluso. Son cuadernos interpretados como pisos de un edificio que se abandona una vez concluido.

Para mí es una obra desconcertante, tantas veces como cuadernos nos presenta, pero no inquietantemente desconcertante, sino grandiosamente desconcertante, por ejemplo, en el cuaderno 1 cita a Rousseau en un texto en torno a la bondad innata del hombre y de hecho el título "El Buen Salvaje" es inequívocamente rousseauniano. Citaré ese fragmento, que es toda una diatriba razonada y razonable sobre la obra de arte, los premios y el sentido trascendente de la misma, que da, mucho, mucho que pensar. Os recomendaría leer el fragmento al menos un par de veces. Y, si os parece bien, comentar vuestra opinión al respecto, pero, sobre todo, invitaros a leer a este interesante escritor, premiado y un tanto olvidado, injustamente olvidado, no ya por las propias editoriales, sino por nosotros, los lectores.

"Los hombres son malvados. Así lo refrenda la continua y triste experiencia, sin embargo, por naturaleza el hombre es bueno, como creo haber demostrado, aunque intervengan factores y conocimientos adquiridos que puedan redundar en su depravación. J.J. Rousseau.
Resueltos temporalmente mis problemas económicos con los cien francos nuevos -diez mil antiguos es más estimulante- que me prestaron en el Consulado, tengo por lo menos diez días tranquilos para comenzar mi novela. Estoy resuelto a escribirla. He leído tantas novelas malas en los últimos meses...-Tantos libros de economía y de historia de las revoluciones sociales -les decía esta mañana a los burócratas del Consulado. Y he visto tanta basura laureada por el Goncourt y demás premios literarios; tanta porquería sexual, tanta comedia barata, tanta pornografía disfrazada de confesión psicológica...
-No hay carta para usted. ¿La semana entrante sí le llegará el giro que está esperando?
-Es inexplicable que no me haya llegado todavía.
-Estamos a finales de año y me caerían muy bien esos francos que le presté hace tres meses... ¡Cuando uno es pobre y llega la Nochebuena!
Decía que he leído tal cantidad de obras postizas, ficticias, pegajosas, repugnantes, sin pies ni cabeza, que me siento capaz de escribir aun dentro de ese estilo que está a la moda, algo mucho mejor. ¡Ah, sí! Algo cien veces mejor. Detrás de esas novelas no hay nada. No hay una historia, ni una memoria, ni una realidad personal, ni una humanidad interesante, ni una sociedad atractiva, ni una tierra ni un país por detrás. Esa literatura huele a alcoba sin ventilar, a ropa agria y mal lavada, a falta de agua y jabón, a escaleras crujientes manchadas por orines de gato.

Sí que querría añadir algo, muy brevemente. En "El hombre light" del psiquiatra español, prestigiosísimo, Enrique Rojas, se aborda la cuestión de la "erotización" del arte en el mundo moderno, o más concretamente contemporáneo, mientras que en otras épocas primaba la concepción romántica, la exaltación de los sentimientos. Aparte, dice él, de que la frontera entre lo erótico y lo pornográfico sea muy fina y sutil, la mera exposición de lo íntimo contradice en sentido estricto la trascendencia natural de la obra de arte.
El problema, añado yo, bajo mi parecer, que también la mentada exaltación de los sentimientos es una exposición pública de nuestra intimidad, ya no la del cuerpo, sino la del alma.
Este escritor colombiano se manifiesta abiertamente en contra de eso que se llama hoy la novela erótica (ya he visto que hay una sección al respecto) y me ha llamado la atención que se encuentre junto a la novela romántica, me recordó esta frase de Rojas, y me pareció interesante citarla, al respecto de la comprensión del propio Calderón.
¿Y vosotros? ¿Qué pensáis? Los parámetros grecolatinos que imbuyeron y determinaron nuestra cultura ya no son los mismos. Decididamente, Calderón da mucho que pensar. ¿No os lo parece?
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