Ezmo escribió:Me parece conveniente subrayar de nuevo este pasaje de la obra (muy clarificador al respecto del carácter autodestructivo de casi todas las revoluciones):
“Ustedes nos dijeron que matásemos a los aristócratas, porque eran lobos. Lo hicimos, los colgamos de la farola. Nos dijeron que (el señor) Veto (Louis XVI) se comía nuestro pan, y lo matamos. Ustedes nos dijeron que los girondinos nos hacían pasar hambre, y los guillotinamos. Pero ustedes han despojado a todos los muertos. Nosotros, en cambio, continuamos descalzos, como en el pasado.
Queremos arrancarles la piel de los muslos para hacernos calzones; queremos sacarles la grasa para que nuestra sopa tenga mejor sabor. ¡Muerte a todo aquel que no tenga huecos en su ropa! ¡Muerte a todos los que saben leer y escribir! ¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte a quien emigra! Miren, ahí va un aristócrata: tiene un pañuelo. ¡A la guillotina!”
Más que señalar el carácter autodestructivo de las revoluciones, creo que Büchner seguramente quería señalar en ese pasaje la importancia de la cuestión social por encima de cualquier otro aspecto de la política, además de las contradicciones de la revolución y sus protagonistas. La obra puede transmitir cierto escepticismo, según la interpretación del lector, pero no creo que pueda entenderse realmente como una denuncia de la revolución francesa en particular ni de las revoluciones en general. En este fragmento -donde el autor respondía a quienes criticaban su obra como inmoral- creo que sirve para entender las motivaciones del autor y su propia concepción de la literatura:
"En cuanto a la pretendida inmoralidad de mi libro, tengo que decir lo siguiente: el dramaturgo para mí no es otra cosa que un historiador, pero superior a éste por cuanto recrea otra vez la historia para nosotros y, en lugar de ofrecernos una seca narración, nos introduce enseguida, de manera inmediata, en la vida de una época, ofreciéndonos, en lugar de características, caracteres, y en lugar de descripciones, personajes. Su tarea principal consiste en acercarse lo más posible a la historia tal como fue en la realidad. Su libro no puede ser ni más moral ni más inmoral que la historia misma, pero la historia no fue creada por Dios para ser leída por jovencitas, y por eso a mí tampoco tiene que reprocharme nadie que mi drama no sea una lectura de ese género...El escritor no es un profesor de moral; él inventa, él crea personajes y hace renacer tiempos pasados: y que la gente aprenda con él lo mismo que aprende estudiando la historia y observando lo que sucede a su alrededor...En cuanto a los llamados escritores idealistas, opino que casi no ofrecen otra cosa que marionetas con narices azul-cielo y un patetismo afectado, pero no personas de carne y hueso, cuyo dolor y cuya alegría me contagian y cuya forma de obrar me inspira repugnancia o admiración."
Estas ideas se pueden ver reflejadas especialmente en el monólogo sobre el arte de Camille Desmoulins (así como también en el personaje del pregonero en
Woyzeck). Más que una obra "revolucionaria" o "contrarrevolucionaria", a mi modo de ver Büchner intentaba construir una versión realista y humana al mismo tiempo.