Por cierto, del dossier de prensa.
Una odisea de superación y amor
Cuando la suerte está echada, ¿hay lugar para la esperanza?
Pendiente del patíbulo y desde la cárcel, el joven Turambo hace una profunda y rigurosa revisión de su vida. Con una potente voz narradora en primera persona, Khadra se pone en la piel de su protagonista para contar la experiencia vital de un hombre que, surgiendo de la nada, pudo llegar a convertirse en uno de los mejores boxeadores argelinos del periodo de entreguerras. Los ángeles mueren por las heridas se convierte entonces en un viaje iniciático, de superación y de amor, un recorrido plagado de encuentros y luchas que se desarrolla en el escenario agitado de una Argelia lastrada por la persistente ocupación francesa.
«No paro de decirme que un golpe de efecto me va a sacar de esta. Así, como si nada... Pero la suerte está echada y no hay lugar para la esperanza. ¡La esperanza, menuda estafa! Hay dos tipos de esperanza. La que dimana de la ambición y la que se aferra al milagro. La primera puede esperar sentada, y no digamos la segunda… Ni la una ni la otra constituyen un fin en sí mismo, pues no hay más fin que la muerte.»
Khadra evoca no solo la anquilosada sociedad argelina de los años veinte y treinta, sino también la añoranza personal de una inocencia perdida, sometida a las circunstancias. Y es que la vida parece estar sujeta a unos oscuros designios que siempre afectan a los más desfavorecidos, que no auxilian a los que verdaderamente aman, y que en ocasiones castigan injustamente a los más inocentes. Esta es la historia de un hombre, que tenaz en sus ideales y en su búsqueda del amor, luchó por hacerse con el control de su propio destino... Algo que se presentaba como una batalla ciertamente difícil.
«Intento convocar mi pasado, pero solo percibo mi corazón latiendo con la cadencia inexorable de los instantes sin eco que me van acercando paulatinamente a mi verdugo.»
Los ángeles mueren por nuestras heridas se presenta como una obra admirable en su prosa, a veces intimista y poética, otras desgarrada y realista, pero siempre intensa. Emotiva y repleta de profundas ideas que conducen a la reflexión, la novela no deja respiro a un lector deseoso de conocer las razones de un protagonista con el que ha conseguido empatizar desde el primer momento. La entereza que Turambo muestra ante las penurias, y la fortaleza por mantener intactos sus sueños consiguen prender en la conciencia del lector que se sumerge de lleno en su mundo. Dividida en tres partes bien diferenciadas por los nombres de cada una de las mujeres que entraron a formar parte indispensable de su existencia, la historia de Turambo podría también haber estado marcada por las ciudades que marcaron su periplo hasta llegar a Orán, la ciudad quizás más europea de Argelia.
«En aquella época, Orán maceraba en una mezcla de duda y de perplejidad alimentada por los prejuicios y los dogmas del repliegue sobre sí mismo. Nadie estaba tan loco como para confiar su madre al vecino.»
Pero esta no es solo la historia de un hombre a la búsqueda del amor y la dignidad, sino también el retrato de una época, de una sociedad sometida pero turbulenta que ya pretende definirse en sus rasgos más inherentes. El autor vuelve a sus orígenes para recrear una fascinante y apasionada visión de aquellos años que marcaron la evolución personal e histórica de muchos argelinos. Entre sus páginas se hace patente el choque entre diferentes religiones, culturas, mentalidades, o simplemente formas de ver y entender la vida. Aunque comenzada por lo que parece ser su desenlace final, esta es una novela construida de manera lineal, que evoluciona al compás de su protagonista y que en manos de Khadra supone una nueva exploración del alma y la condición humanas, su espíritu de lucha y su capacidad para sobreponerse a los escollos que acontecen... o quizá incluso para entregarse a ellos irremisiblemente.
«—Sueñas que eres un rey —dijo con amargura—, y por la mañana, ya de vuelta en este mundo, se te cae la corona apenas abres los ojos. Tu palacio no es más que un cuchitril en el que las ratas presumen de animales fabulosos. Te preguntas si te compensa levantarte, pues ya sabes lo que te espera fuera, pero no tienes elección. Hay que moverse. Entonces sales y te pierdes en la nulidad.»
Una historia de glorias, de amor y de sueños frustrados
En una Argelia colonial todavía convaleciente de la primera gran guerra, y poblada de seres dañados por un sacrificio que les resultaba totalmente ajeno, las desgracias parecen vivirse como algo cotidiano. Cuando un corrimiento de tierras destruye por completo el pueblo del joven Turambo, a su familia no le queda más remedio que trasladarse. Supervivientes de una tragedia que les ha arrebatado lo poco que tenían.
«Nací con el rayo una noche de tormenta y viento. Con puños para golpear y una boca para morder. Aprendí a caminar chapoteando en la mierda y a levantarme agarrándome a las zarzas. Solo.»
Si la vida se va conformando a base de continuos golpes, la de Turambo entonces se labrará a fuerza de martillo y cincel. Con solo once años se verá obligado a aportar algo al mantenimiento de la familia. No obstante, el muchacho seguirá luchando por mantener intactos sus sueños e ilusiones de una vida alejada del hambre y la indigencia.
«En Graba no había escaparates, ni quiosco de música, ni explanada con hileras de setos verdes, ni salas de fiestas. Allí imperaba un hedor que nos roía los ojos y la garganta; chozas renegridas e invadidas por la mala hierba; (...) mendigos agazapados en su propia sombra y mocosos que correteaban a diestro y siniestro con el culo al aire, como fragmentos de locura.»
Tras un asolador invierno, la familia de Turambo, encabezada por su tío, su madre, su tía y su prima Nora, decide trasladarse a la gran ciudad de Orán, donde empezar una nueva vida parece posible. El joven Turambo conoce a Gino, su mejor y único amigo, al mismo tiempo que descubre su destreza para las peleas, para lanzar un demoledor gancho de izquierda. También el amor hace acto de presencia, que parejo a la juventud, se presenta en Nora como fuerza liberadora e impulsora. Es entonces también cuando decide iniciarse en el mundo del boxeo, donde la gloria y el dinero hacen acto de presencia en una vida que, ajena a la violencia y el odio, siempre estará más regida por la honestidad y el amor que por las victorias sobre el cuadrilátero.
«Quería en secreto a una prima de mi condición y de mi sangre, pero un vejestorio desconocido, salido de no se sabía dónde, me la había robado del mismo modo que un forzudo arrebata a un mocoso el único sueño capaz de consolarlo de todo lo que nunca poseerá.»
Las mujeres que después cautivarán a Turambo se convertirán en el único elixir que logre calmar su imperiosa sed. A partir de entonces, la necesidad de amar y formar una familia estará por encima de cualquier aspiración social o económica. Aída, Louise, o Irène llegarán a configurar el eje principal de una existencia marcada por la culpa, los continuos golpes y el abandono.
«El amor está hecho de azar y de suerte. Aparece a la vuelta de la esquina, como una ofrenda en el camino. Si es sincero, mejora con el tiempo. Y si se echa a perder, es que no se ha seguido adecuadamente las instrucciones de uso.»
Y si las desgracias nunca vienen solas, los golpes tampoco, algunos tan duros que terminarán frustrando su esperanzador destino.
«El puerto estaba atestado de muertos de hambre. Los empujones derivaban en peleas que se cebaban con los menos espabilados. Cuando la verja se cerraba detrás los que habían tenido suerte aquel día, los rechazados buscaban chivos expiatorios para pagarla con ellos.»
Personajes principales
Turambo es el joven soñador que, presto a subir al patíbulo, comienza a narrar su vida a lo largo de los últimos años. Honrado, fuerte, ambicioso, vital, íntegro, luchador y esperanzado siempre en algo mejor afrontará cada día como una batalla contra el destino que parece estar ya escrito.
Gino es el amigo fiel, que demuestra estar ahí en todo momento, hasta cuando todo parece volverse en su contra. Será el que siempre le acompañe y ceda su casa para que el amigo intente alcanzar sus sueños. No suele tener muchos amigos. Trabajador, franco, sin dobleces ni malicia ninguna.
Mekki es el tío de Turambo. Solo cuatro años mayor, pero a falta de un padre, cabeza de una familia que procura mantener unida. Responsable, autoritario, a veces dictatorial, gran trabajador, seguidor tajante de las tradiciones, del honor y de sus ideas religiosas.
DeStefano, dirige un club de boxeo y, tras descubrir la capacidad innata de Turambo, será el encargado de convencerle y convertirle en una estrella del cuadrilátero. Primero a pequeña escala y luego en grandes enfrentamientos.
«Estaba dispuesto a hacer lo que fuera, incluso a pecar, para rehacer mi vida en otra parte, en una ciudad donde los ruidos tuvieran musicalidad, y la gente y las calles reflejaran la suerte de vivir.»
El Duque, apodo con el que se conoce a Michel Bollocq, un empresario de Orán con una gran visión para los negocios. Achaparrado pero elegante, su nombre era temido entre las mas altas y bajas esferas. Apadrinará a Turambo con la clara intención de hacerlo campeón de África del Norte en su categoría pugilística.
Nora, prima de Turambo, su primer y gran amor. Cuando descubrió en ella su primera pasión de juventud, el muchacho cayó perdidamente enamorado sin poder evitarlo.
Aída será el segundo amor del joven, una prostituta, que será la que le abra los ojos al amor que debe ser correspondido.
Irène, mujer libre, independiente, orgullosa y pasional que será el definitivo gran amor de Turambo. Mayor que él, hija de un boxeador retirado, y reticente a la profesión, será quien le haga comprender que el amor se basa en la confianza y el respeto mutuos.