pgs:480
Destino escribió:En El dios de Darwin los lectores encontrarán claves secretas y pistas históricas, una protagonista con la inteligencia y el espíritu de outsider y un científico legendario: el naturalista Charles Darwin. Viajarán a las profundidades del océano, a las aulas de la Universidad de Berkeley, a las calles de Londres, a las islas Galápagos a bordo del mítico Beagle, al corazón del fanatismo musulmán, a las estancias del Papa Benedicto XVI en el Vaticano.... Todo ello configurará un duelo de especial trascendencia entre la ciencia y la religión.
Las vicisitudes de Karen se entreverán con capítulos en los que se viaja al siglo XIX, a los tiempos en los que un joven naturalista británico, Charles Robert Darwin se embarcó en un largo viaje alrededor del mundo que cambió de manera trascendental la concepción del origen del hombre y dio un vuelco a la ciencia y a las creencias religiosas.
En esta magnífica novela de Sabina Berman se escucha la voz de Darwin, se presencian sus razonamientos y deducciones científicas y también las dudas que lo atormentaron. Darwin fue un hombre complejo sobre el que todavía pivota el misterio: ¿Se convirtió al cristianismo antes de morir? ¿Por qué su familia manipuló su autobiografía? ¿Hizo descubrimientos en torno a la moral y a la naturaleza que prefirió ocultar por miedo? ¿Por temor a quién? ¿Cambió de manera de pensar en los últimos años de su vida? ¿Y si es así, quién quiere silenciar ese cambio?
SINOPSIS
Karen es una bióloga marina especializada en el estudio de los atunes, solitaria y silenciosa: es autista y no le gusta la compañía de lo que ella llama «mamíferos habladores». Su paz, rodeada de atunes, se ve interrumpida cuando la Interpol se pone en contacto con ella: Antonio Márquez, compañero de Universidad y colega en el club de estudio de la obra de Darwin, ha desaparecido en una ciudad de Medio Oriente. Tonio trabajaba para la oficina de Derechos Humanos de la Diversidad de la ONU y fue enviado a esa ciudad para abogar por una mujer musulmana condenada a la horca por haber mantenido relaciones sexuales siendo viuda. Tonio tenía la misión de convencer al emir de la ciudad de aminorar la sentencia.
De Tonio sólo queda un vídeo, captado por la cámara de seguridad de un estacionamiento subterráneo, en el que aparece rodeado de hombres vestidos con túnicas blancas. Le acompañaba Franco, su secretario, un español que vivía con él desde hacía años. Y hay otra huella de Tonio, un mensaje de correo electrónico dirigido a Karen: K^303LR132. Se trata de una fórmula o de la fichas de catálogo de un documento que nadie ha podido descifrar.
Se sospecha que se trata de una referencia a un texto de Darwin porque antes de su viaje a Oriente Medio, Tonio acumuló en el estudio de su departamento de Londres copias de varios manuscritos del naturalista y porque su ordenador contiene varios documentos donde se repite la frase “el secreto de Darwin”.
A Karen, sus pesquisas la llevan hasta la Abadía de Westminster donde está sepultado Darwin, una gran incongruencia ya que para muchos Darwin fue el Gran Ateo, el Asesino de Dios.
El escondite de los fanáticos
En El dios de Darwin las investigaciones de Karen Nieto se suceden mientras Sabina Berman traslada a los lectores a un país indeterminado de Oriente Medio gobernado por el fanatismo religioso. Allí es donde Tonio y su secretario Franco son atrapados por un grupo de vigilantes de la moral. Tonio les planta cara, una actitud que tendrá terribles consecuencias. A Franco le espera un destino diferente: lo llevan a una base secreta enclavada en pleno desierto, un lugar de adiestramiento para 400 “hermanos de la fe”. “Acá termina tu libertad, acá empiezas a ser un esclavo de Dios y su ley”, le dice el Recitador cuando todos a una gritan «¡Dios es grande!».
Darwin se arrepiente
Karen avanza en su investigación. Encuentra un documento desclasificado que da cuenta de un encuentro de la reina Victoria con Miss Hope, la fiel secretaria de Darwin: parece que al padre de la teoría del origen de las especies le atormentaba el haberse convertido en el “profeta de una nueva religión materialista”. “Permití que miles de personas perdieran la fe y abjuraran del cristianismo”, se dice Darwin. Se adivina que el científico, arrepentido de su ateísmo fulgurante, ha escrito una autobiografía teológica. ¿Es ese el secreto de Darwin del que hablaba el desaparecido Antonio Márquez?
Todo apunta a que sí. Karen es uno de los cuatro destinatarios de un texto encriptado, una de las cuatro partes de la autobiografía teológica de Darwin. Márquez dio con ese misterioso texto, escondido en un archivo secreto por orden de la reina Victoria durante 150 años.
El científico se decide a redactar ese texto porque “yo negué que Dios hubiera hecho todo en la Naturaleza, cada flor, cada animal, cada estrella. Escribí en cambio que la Naturaleza misma había ido evolucionando a partir de sí misma, pero no negué a Dios, una inteligencia suprema vigilante del proceso”.
La autobiografía teológica y secreta de Darwin se va desplegando cuando los depositarios de sus capítulos dan con las claves para acceder al texto. Así los lectores viajan a los tiempos de Darwin, escuchan las opiniones de personajes reales de la Historia como Charles Lyell, Thomas Huxley o las mismísima reina Victoria de Inglaterra.
La novela de Sabina Berman se intensifica con la presencia de personajes turbadores, como el sacerdote Sibelius, un religioso que lleva más de treinta años estudiando a Darwin y rastreando su secreto. “En su autobiografía teológica puede estar el nacimiento de una religión científica, de una Ciencia religiosa”, dice.
Alianza secreta
También Karen Nieto descubre la existencia de una alianza secreta y poderosa que aúna a las autoridades de las tres grandes religiones monoteístas en su lucha contra el laicismo imperante en el siglo XXI.
El cerco se va cerrando en torno a la protagonista, a quien acompaña Franco, el misterioso secretario y amante de Antonio Márquez.
Con cada capítulo que se va abriendo del texto secreto de Charles Darwin los lectores descubren las profundas disquisiciones del científico”. ¿Dónde estaba la perfección de la Creación de Dios? Me lo preguntaba ante cada anomalía de la Naturaleza”. “Me pregunté por qué un Dios, si es que existiese, crearía algo tan estúpido como alas que no vuelan”.
El guerrero
Karen ha conseguido descifrar su parte del texto de Darwin. Ahora le toca a John Ford, un personaje muy peculiar, le conocen como el Gran Blasfemo, le Bulldog o El Guerrero de la Ley del Más Apto. Es un darwinista convencido y un polemista fiero. Ford alerta a Karen de la Santa Alianza, “una alianza con recursos económicos inmensos y una organización mundial”, le advierte.
Hay un plan ideado por esta alianza, con tres fases. “Nuestra guerra es contra el laicismo de las culturas. Contra el muro de la indiferencia que se ha levantado entre el hombre y Dios. Contra el ateísmo de las democracias capitalistas”, explica el enigmático Sibelius. Su propósito, confiesa, “es conquistar la controversia moral de las democracias, derrotar el materialismo ateo”.
Los miedos de Darwin
El naturalista no está tranquilo, le martiriza la sensación de haber negado a Dios. Su pesar aumenta cuando recibe la visita de un estrafalario millonario africano que le habla de un libro sobre una «Súper especie». Este hombre es partidario de la supervivencia de los más aptos y de la eliminación de los seres humanos más débiles o con anomalías. Darwin le rebate: “Cuanta más variedad de anomalías contenga una especie, más oportunidades hay para su supervivencia”.
John Ford no se acaba de fiar de Franco. Le pide que se quede en su casa, a ver un vídeo muy importante. Las imágenes son estremecedoras: aparecen Tonio y Franco rodeados de hombres en túnicas blancas, ¡es una grabación de la captura de Tonio!
El visionado de este vídeo acaba de una manera inopinada y dramática. Los lectores de El dios de Darwin se sacuden ante el inesperado y trascendente giro de la trama.
Una ciencia del bien y el mal
“Su Ley del Más Apto no es una ley en la que una sociedad pueda fundarse. Es lo contrario a la sociedad, es una ley que disocia”. Es lo que le dice la reina Victoria a Darwin cuando ambos se encuentran. “La moral judeo-cristiana es necesaria en tanto la biología no nos entregue algo mejor”, reconoce el científico.
A Darwin le preocupa el asunto de una ciencia del bien y del mal. Observa el comportamiento de algunas especies y descubre que hay cierto altruismo, individuos que se sacrifican por el bien del grupo. “Las especies sociales son la respuesta de la Naturaleza para suspender la lucha atroz por la existencia, porque las especies sociales han desarrollado toda una variedad de conductas para que la escasez no se presente”.
El origen del hombre, de Darwin, contiene, según Sabina Berman “esbozos de las leyes de una Ciencia del Bien y del Mal, una Moral Natural”.
Así, Charles Darwin concluye que “cuando hay escasez hay competencia, pero cuando hay abundancia se suspende la competencia”. El padre de la teoría de la evolución del hombre sostiene que “la lucha por sobrevivir tiene un sabor heroico, un dramatismo épico sin duda atractivo, pero la mayor parte del tiempo nuestro alrededor nos habla de la cooperación”.
La última cerradura
La doctora Edna R. Garden dirige una granja acuífera experimental cerca de Sevilla, en España. Ella es la encargada de descifrar la última clave, de permitir la lectura completa del texto secreto de Darwin, si es que realmente el científico británico es el autor de esa supuesta autobiografía teológica, porque Sabina Berman es muy hábil en sembrar varias opciones que resuelven el enigma.
En este acuífero sevillano tiene lugar el desenlace de El dios de Darwin, en un final trágico, impactante, rotundo.