Seremos un equipo.

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

Moderadores: Megan, kassiopea

Responder
Avatar de Usuario
Rebeca_Rodriguez
Lector
Mensajes: 79
Registrado: 05 Nov 2006 11:41
Ubicación: Lothlorien
Contactar:

Seremos un equipo.

Mensaje por Rebeca_Rodriguez »

¡No entiendo como pudo ocurrir! No sé si lo recordarás pero estábamos jugando en el suelo tranquilamente cuando de pronto te paraste, te tambaleaste y caíste al suelo desplomado. Me quedé fraccionada entre la diversión y amor con los que me estabas obsequiando, y el pánico que de pronto me invadió al verte tirado en el suelo, tratando de llevar aire a esos pulmones tan pequeños. No, cariño, no pienses que te dejé allí solo. Traté de serenarte y al tocarte esa barriguita tan hinchada por lo mucho que comes, zampón, esa barriga desprovista de pelito me recordó que apenas tenías unos días de vida. ¿Cuántos exactamente? ¿Quince? ¿Tal vez veinte? Creo que ni tú lo sabes. ¡Dios mío, estabas ardiendo de fiebre! Pero, ¿qué te estaba pasando? ¿Cómo te había subido la temperatura tan deprisa? Sé que siempre me reprocharás que te lleve al hospital para que te pinchen y esas cosas tan desagradables que os hacen en aquellas salas donde no nos dejan entrar a nosotros, pero estoy segura que cuando me viste que recogía tu cuerpo diminuto –si, ese que con el tiempo se haría igual que el de un caballo de grande-, con tanto cuidado y protección para que te viera un médico, estoy segura me lo agradecerás de por vida porque estabas igual de asustado que yo, o tal vez mucho mas. Tienes que perdonarme por la atrocidad que cometí debido a mi falta de experiencia pero no sabía como enfrentarme a una fiebre. Siempre pensé que la fiebre da frío así que te arropé mucho para llevarte al veterinario y creo que lo único que hice fue subirte más las décimas. Por suerte la clínica veterinaria está a pocos minutos de casa y pese a que te incomodaba mucho el trote que llevaba contigo sobre mi pecho tenía que llegar antes de que la fiebre acabara con tu vida. Lo sabes, ¿verdad?

Si, es cierto. No lo recordaba, hacia un frío espantoso y yo no paraba de mojar tu precioso hociquito con mis lágrimas, pero al menos eso calmó el calor que tenías. ¿No lo recuerdas? Es normal. Tranquilo, yo te lo cuento. Cuando entramos en la clínica me puse a chillar como una loca pidiendo ayuda. La gente me miraba como si me hubiera poseído un demonio pero no me sentí incomoda. Claro, todo esto tiene una explicación. Primero que como te tenía tapado con la chaqueta no te veían y pensaban que gritaba por gritar y segundo, que a la gente se le olvida que esa clínica tiene urgencias. Aunque para ser justos, no es muy normal que entrara como entré. Lo bueno es que como estaba histérica y tú ardiendo y ya comenzabas a tener convulsiones nos metieron deprisa en la sala de emergencias. Entonces, a partir de ahí, todo fue terrible para ambos. Te arrancaron de mi pecho, provisto para darte cariño, protección y el calor que ya no podía darte tu verdadera madre solo porque ese maldito cazador se lo pasó en grande a golpes con ella antes de reventarle el cráneo. Fuiste el único a quien pude salvar de toda la camada. Si la gente de la clínica lo supiera, entendería el porqué de mi miedo a que te pasara algo. José, el médico de urgencias me dijo que no me preocupara, que estaba en buenas manos. Eso ya lo sabía yo. Es un gran médico y os trata con todo el amor del mundo. Está muy sensible con todas las aberraciones que les hacen a otros como tú últimamente. Y por cierto, te tiene un cariño especial; no te preocupes, hará todo lo posible para que no te duela tanto. Mientras observaba como te apartaban de mi lado para hacerte pruebas, para ver porqué respirabas tan mal, yo me eché las manos a los ojos y no paré de llorar. Te veía a través de un cristal y divisé como empezaron a pincharte tubitos. Madre mía, con lo diminuto que eras y ya lleno de tubos. Te pusieron una mascara de oxigeno muy rara que jamás había visto e inmediatamente dejaste de moverte; aunque tampoco te resistías mucho antes. Estabas agotado por los esfuerzos de querer respirar y no poder. Los médicos se movían de un lado a otro, te medían la tensión y la temperatura; te inyectaban cosas de las que, por supuesto, no tengo idea qué eran. Se me hicieron eternas las cuatro horas que pasé esperando a que alguien me dijera que te pasaba. No dejaba de observar tras el cristal tu cuerpecito inerte sobre esa camilla; y tu tripita desprovista de pelito, con esa textura que tanto nos gusta a los humanos cuando sois cachorros. Tu raza precisamente no es que sea de las más bonitas cuando os hacéis mayores pero de pequeños sois una ricura. Pero ¿sabes qué? No me importa como seas de mayor. Quiero que salgas vivito y coleando de la sala de urgencias y nos vayamos a casa para seguir jugando. Pero tienes que poner de tu parte; nada de dejarse vencer. ¡Ay, ya viene José!

¡Oh, no! Tienes asma y parece que es muy grave. Tendré que estar constantemente dándote pastillas y cuidando de tus ataques asmáticos de por vida. Pobrecito mío. Yo que pensé que serias fuerte y sano… ¿Y ahora qué? Parece que ya te despiertas y te encuentras un poco mejor. José me ha dejado entrar para verte. ¡Eh, mira como me reconoces! Me mueves el rabito. Si, yo también te quiero mucho. ¿Sabes? Cualquier sinvergüenza te abandonaría por ser asmático pero yo no voy a hacerlo. Yo soy miope y tengo una mano un poco inútil debido a un accidente. No me abandonarás por ello, ¿verdad? Pues yo tampoco. Seremos un equipo. Venga, mi niño; vámonos a casa.

¿Sabes que es lo que menos me gusta de toda esta historia? Que tan solo eres producto de un sueño en una siesta para descansar. No existes, al menos en mi vida. No sé si existirás en un futuro o tan solo eres producto de las brutalidades que he escuchado estos días en la televisión. Ni siquiera tienes nombre. Pero al menos eso si puedo arreglarlo, mi pequeño. Te llamarás Isaac. En honor a Isaac Newton. Porque me has dado luz durante el tiempo que he tardado en escribir tú historia. Cuídate mucho, aunque sea desde ese mundo en el que yo te he creado. O ese en el que existen muchos como tú. Un beso, Isaac. No me olvides. Yo no lo haré.


© ® 2006, Rebeca Rodríguez
1
Avatar de Usuario
Fenix
No tengo vida social
Mensajes: 2248
Registrado: 25 Abr 2006 21:33
Ubicación: En mi casa, dónde si no

Mensaje por Fenix »

Muy bonito Rebeca, te lo dice el dueño de un perro.
1
Avatar de Usuario
Rebeca_Rodriguez
Lector
Mensajes: 79
Registrado: 05 Nov 2006 11:41
Ubicación: Lothlorien
Contactar:

Mensaje por Rebeca_Rodriguez »

Gracias, Fenix. Me alegro que te haya gustado. QUe perro tienes? Yo tambien tengo una perrica mas bonitaaaaaa.
1
takeo
GANADOR del III Concurso de relatos
Mensajes: 5070
Registrado: 05 Mar 2006 12:19
Ubicación: Al noreste de Madrid

Mensaje por takeo »

No me gusta el mundo de los animales, pienso que deberían estar en su habitat natural pero... espero que no os parezca muy grave.
Al principio de la historia, como eres muy 'cuca', pensaba que se trataba de un bebé y me entró una cosilla por ahí dentro por recuerdos de mi hija mayor de pequeña y ahora mi nieta, que está malita y tenía mucha fiebre.
Pero, aunque sea un perrillo, has conseguido que me concentre en el transcurrir de la historia.
Y, aunque haya dicho lo del principio, no creas que no me afectó ver a esos (lo que sean) maltratar a palos a un perro.
1
Avatar de Usuario
Naomi
Foroadicto
Mensajes: 3282
Registrado: 07 Sep 2005 23:02
Ubicación: Entre la realidad y la ficción

Mensaje por Naomi »

Una historia preciosa, rebeca; me ha gustado mucho :D :D

Me ha emocionado porque me ha hecho recordar a mi perrita, que se nos murió hace un año :cry:
1
Avatar de Usuario
Fenix
No tengo vida social
Mensajes: 2248
Registrado: 25 Abr 2006 21:33
Ubicación: En mi casa, dónde si no

Mensaje por Fenix »

Rebeca_Rodriguez escribió:Gracias, Fenix. Me alegro que te haya gustado. QUe perro tienes? Yo tambien tengo una perrica mas bonitaaaaaa.


Tengo un Spaniel Breton, al menos su madre lo era y el nació sin rabo pero con mayor alzada. Es un perro cazador, pero yo me reconvertí en ecologista y mí perro, que remedio, también. Disfruta cuando sale al campo pero ya no muestra conejos o perdices, que también, prefiere cualquier bichito insignificante. Se ha convertido en mi propio reflejo.
1
Responder