Elizabeth Barret Browning
Moderadores: Tessia, lunallena
Elizabeth Barret Browning
¿De qué modo te quiero? Pues te quiero
hasta el abismo y la región más alta
a que puedo llegar cuando persigo
los límites del Ser y el Ideal.
Te quiero en el vivir más cotidiano,
con el sol y a la luz de una candela.
Con libertad, como se aspira al Bien;
con la inocencia del que ansía gloria.
Te quiero con la fiebre que antes puse
en mi dolor y con mi fe de niña,
con el amor que yo creí perder
al perder a mis santos... Con las lágrimas
y el sonreír de mi vida... Y si Dios quiere,
te querré mucho más tras de la muerte.
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Re: Elizabeth Barret Browning
¡Mis cartas! Papel muerto... mudo y blanco...
Y no obstante palpitan esta noche
en mis trémulas manos cuando aflojo
la cinta y caen sobre mis rodillas.
Ésta decía: Dame tu amistad...
Ésta fijaba un día en primavera
para tocar mi mano... casi nada,
¡pero cuánto lloré! Ésta... un papel...
decía: Te amo, y yo me estremecí
como si Dios rasgase mi pasado.
Ésta, Soy tuyo... pálida la tinta
por estar junto a un pecho tumultuoso.
Y esta última... ¡oh, amor!, no fuese digna
de lo que dices si lo repitiera.
Y no obstante palpitan esta noche
en mis trémulas manos cuando aflojo
la cinta y caen sobre mis rodillas.
Ésta decía: Dame tu amistad...
Ésta fijaba un día en primavera
para tocar mi mano... casi nada,
¡pero cuánto lloré! Ésta... un papel...
decía: Te amo, y yo me estremecí
como si Dios rasgase mi pasado.
Ésta, Soy tuyo... pálida la tinta
por estar junto a un pecho tumultuoso.
Y esta última... ¡oh, amor!, no fuese digna
de lo que dices si lo repitiera.
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Re: Elizabeth Barret Browning
La primera vez que él me besó,
Fue sobre estos dedos que ahora escriben;
Y desde entonces han crecido en pura palidez,
Lentos para estrechar otras manos,
Y lascivos para acariciar sus labios
Mientras los ángeles suspiran.
Aquel anillo de amatista
Permanece lejos de mi vista,
Desde que ese primer beso
Bendijo su antiguo hogar.
El segundo pasó más alto que su ancestro,
Y buscó la frente, fallando a medias,
Derramándose sobre mis cabellos,
Superando toda recompensa.
Esa fue la cima del dolor,
La corona misma del amor.
Con santificadas dulzuras
Procedió el tercero,
Sobre mis labios, presionándolos
En un púrpura suave, perfecto.
Desde entonces, ciertamente,
He dicho plena y orgullosa:
Mi Amor, sólo mío.
Fue sobre estos dedos que ahora escriben;
Y desde entonces han crecido en pura palidez,
Lentos para estrechar otras manos,
Y lascivos para acariciar sus labios
Mientras los ángeles suspiran.
Aquel anillo de amatista
Permanece lejos de mi vista,
Desde que ese primer beso
Bendijo su antiguo hogar.
El segundo pasó más alto que su ancestro,
Y buscó la frente, fallando a medias,
Derramándose sobre mis cabellos,
Superando toda recompensa.
Esa fue la cima del dolor,
La corona misma del amor.
Con santificadas dulzuras
Procedió el tercero,
Sobre mis labios, presionándolos
En un púrpura suave, perfecto.
Desde entonces, ciertamente,
He dicho plena y orgullosa:
Mi Amor, sólo mío.
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