Pseudoabulafia escribió:Terminado.
Me ha gustado bastante.
Yo pensaba que el segundo acto trataría sobre el arte, sin embargo eso lo deja como «ejercicio para el espectador»
en el final del primer acto, con la mayoría de las posibles comparaciones entre el cuadro y la situación que plantea Buero.
El segundo acto se centra más en lo personal y yo creo que el planteamiento es bastante bueno. A mí desde luego me gusta más cuando Buero se ciñe a un par de temas que cuando nos presenta todo un ramillete.
En este caso que el tema principal es la farsa que construimos a lo largo de nuestras vidas de cara a los demás. Como ya dije en mi anterior mensaje, al principio el recurso de poner un caso tan extremo y un poco esperpéntico de un crítico de pintura daltónico no me gustó, pero en el segundo acto me gusta mucho como le saca el jugo porque precisamente se trata de ponernos ante una situación extrema. Esa situación extrema creo que es posiblemente extrapolable, mucho más matizada a la vida del común de las personas.
Una reflexión que me ha parecido interesante de Gaspar: lo que importa son nuestras obras, lo que producimos, el resultado. Da un poco igual que todos seamos una farsa. |
El personaje más inquietante (no encuentro la palabra adecuada) es Gaspar, al que veo como un punto rojo en medio de un cuadro en blanco y negro (
). Destaca sobre los demás por lo raro que se me hace que esté ahí.
Nos explica vagamente su pasado sin llegar a concretar. Tampoco nos dice claramente que se el auténtico Gaspar, sino que más bien parece que el padre de Fabio «lo adopta».
Se me hace rarísimo que tenga tango protagonismo dentro de la familia, que se le consienta beber de la forma en que lo hace y que incluso se le anime a beber. |
Como telón de fondo, el problema de las drogas que tantos estragos causó en los años ochenta.
Y por cierto, el novio de Aurora no es el único que tiene problemas con las drogas.
Gaspar y el padre le dan a la bebida y Fabio es un poco adicto a las pastillas para dormir y se dedica a repartirlas a todo el personal. |
Coincido contigo prácticamente en todo.
Gaspar es como un figura externa a la familia y de ahí que parezca que todo el mundo tenga que pedirle su opinión porque se le supone no contaminada, y también debido a su pasado entiendo yo, se supone que ha sido honesto y revolucionario, hasta el punto de ser repudiado por los suyos porque su mera existencia pone en evidencia también sus defectos, y un poco porque a través del busto ha estado presente en la vida de todos, ha sido siempre parte de la familia pero como ausente.
Efectivamente, el arte pasa a un segundo plano quedándonos en el ámbito de las relaciones familiares, yo ya imaginaba que
Teresa sabía del daltonismo del marido, eso no me ha sorprendido, y la actitud de la hija es la típica de rebelión contra los padres, rencor, y de echarles la culpa de todo lo que no le salga bien, ya se lo dice Gaspar cuando le dice que si el novio se suicidó es porque le importaba más su pintura o él mismo que ella, es decir que no la quería o que no la quería lo suficiente, pero ella necesita echarle la culpa a alguien, y qué mejor que su padre, que en el caso de hijo rebelde, pero eso sí mantenido toda la vida, es el mejor blanco. |
Se me ha quedado un poco cojo el personaje del padre y la resolución del conflicto entre padre-hijo, tantas veces imaginadas por Fabio
se queda en nada, con una espantada, no sabemos si por qué realmente el padre nunca se ha enterado de nada o por qué ha fingido como la esposa. |
Y después están las cuestiones sociales, igual de vigentes que hoy en día, por ejemplo respecto a la corrupción:
GASPAR.- Entonces todo eso es una solemne porquería. Pero es general, y tú estás en la porquería general. Se trata de sobresalir, de evitar el paro...
FABIO.- ¿El paro otra vez?
GASPAR.- Naturalmente, porque a nadie le garantizan las judías aunque las leyes digan que tienes derecho a trabajar y a comer...Hasta los ricachones temen al paro: el que les vendría encima si se quedasen sin su dinero... Y tú te mueres del miedo de que descubran tu trapisonda...Un caso vulgar.
FABIO.- Has dicho que no lo era.
GASPAR.- Ahora hablaremos de eso. Como caso vulgar, tampoco tendrías que preocuparte demasiado. Se descubre que eres daltónico. ¿Y qué? Rechifla, cachondeos... Un poco de vergüenza... Pero no te anulan. Quia. Al cabo de un tiempo todo está olvidado y te condecoran.
FABIO.- ¿Cómo dices?
GASPAR.- ¿No lo has observado? Es la solidaridad en el basurero. Al sinvergüenza lo amparan los sinvergüenzas. Sonrisas maliciosas sí, hasta que líes el petate... Pero, con un poco de cara, sigues adelante y hasta das conferencias sobre moral. Y te ponen una medalla.
Tal cual se puede aplicar a los múltiples casos de la vida cotidiana, sean políticos, el Sr. Rajoy fue el de los hilos de plastilina cuando la catástrofe del prestige, que hubiera inhabilitado a cualquiera de por vida...menos en España claro, o en el mundo de la cultura, el propio Cela condenado por plagio, o doña Ana Rosa Quintana y sus problemas de "intertextualidad" en sus libros, ¿y qué? un poco de vergüenza, o ni siquiera eso, y ya está, después se olvida todo.
Después respecto de la crítica, hay una frase que sí me ha gustado, Gaspar dice:
"Como a todos, a ti te mueven tus prejuicios y tus antipatías. O tus simpatías. Por eso es tan difícil criticar."
Y Gaspar nuevamente, dice una frase que no recuerdo si sale o me recuerda a otras de las obras del autor, como Un soñador para un pueblo o El sueño de la razón, igual estoy equivocado.
"Yo creo en el pueblo"
En fin, una buena obra de Buero.