Sábanas blancas

[Rebeca_Rodriguez]

Me hundo en una profunda oscuridad, gélida y espeluznante, capaz de callar de forma suave, casi imperceptible, las voces más vivas. Camino sin que mi cuerpo se mueva por un oscuro callejón, negro, húmedo y sin vida. Oigo pisadas detrás de mí, pero también a mi lado y sin embargo no veo a nadie. Es extraño viajar en condiciones como estas y ni tan siquiera tener miedo. Pero mi mente, agotada por tanta lucha, se hace preguntas que no sabe responder. Miro hacia un lado y hacia otro y veo lo mismo: todo oscuro. Busco una bifurcación en este camino pero nada hay y nada encuentro. El frío envuelve mi cuerpo hasta el grado de hacerme castañear los dientes y es cuando miro hacia abajo y descubro que solo soy una sombra de lo que antes fui. Mi piel ha perdido brillo; mi pelo es áspero y mis manos son tan transparentes que veo el color de mis venas. Casi me he convertido en un esqueleto con piel pues la carne apenas esta ahí. Busco en mi memoria algún recuerdo de cómo era yo y me encuentro en un jardín, con la hierba creciendo alta y verde; tiendo la ropa con una sonrisa que me demuestra que fui feliz y descubro el porqué de esa sonrisa. Veo a dos niños jugar con una cometa, mis hijos, gritando y riendo por una felicidad agradecida. El sonido de otra sonrisa llama mi atención y descubro a mi madre sentada en una mecedora, con su eterno libro sobre el regazo y sus gafas graciosamente posadas en la punta de la nariz. Esa fotografía me recuerda que una vez fui feliz; que tenía una vida; que era un ser humano. Y entonces, cuando esos recuerdos intentan aclarar mi triste soledad, la oscuridad vuelve a ocultar mi alma y cuerpo.

De nuevo estoy en ese callejón, negro y frió; y comprendo lo que esta pasando.

Ese pasadizo me lleva a los aposentos de la muerte; me han vestido con un camisón de hospital y me han dejado aquí, para que yo misma camine hasta su puerta y llame para ser acogida. Siempre me dijeron que vería una luz blanca cuando la muerte me llevara, pero no es así. Todo es oscuro y empiezo a sentir la necesidad de comprender por completo que hago aquí. Me doy la vuelta y veo luz a lo lejos. Tal vez sea de ahí de donde vengo. Pregunto si alguien me escucha y nadie contesta. Me dejo llevar por el cansancio y la pesadumbre y caigo al suelo de rodillas con mi rostro cubierto por mis manos. Pero oigo el llanto de una mujer y descubro mi rostro para escuchar mejor. Cada vez es más fuerte, más fuerte, más fuerte, más...alguien llora y pide que no me vaya. Grita mi nombre amargamente y yo, llevada por el dolor de alguien que no conozco, que no veo, que no siento, lloro y sin saber porqué. Entonces algo extraño ocurre y todo se llena de luz. Vuelvo a mirar a mi alrededor y me siento fraccionada por dos mundos; dos sensaciones; dos necesidades. La luz me lleva a la vida, la oscuridad al descanso; y yo no puedo decidir que camino tomar pues ambos son atractivos. Miro hacia la luz y oigo a esa mujer llorar; miro hacia la oscuridad y un silencio maravilloso es lo que me ofrece. Camino sin darme cuenta hacia las puertas de la muerte pero el llanto parte lo que queda de mi corazón. Y entonces lo oigo, débil pero fuerte: “hija mía, no te vayas”. ¡Mi madre está llorando! La vida me esta abandonando lentamente y entiendo lo que ocurre en ese momento. Recuerdo aquel fatídico accidente y como un automóvil que grita y lanza luces azules y naranjas me lleva a gran velocidad por lo que pudiera ser la carretera. Allí me miran varios hombres vestidos de verde y dicen que me estoy desangrando. Todo está ahora claro. Y se que me estoy muriendo. Un hilo de consciencia me hace ver mas allá de lo que puedo y noto como ponen algo sobre mi pecho que me hace daño, me electrocuta pero me da pequeñas dosis de vida. Intento cogerlas con mis manos; sin embargo, desaparecen en seguida y de pronto cesan.

Se han rendido.

Pero yo no; no quiero dejar mi vida anterior. La sensación de paz en este callejón es agradable y estoy preparada para dejarme llevar por ella, pero no dispuesta. Quiero volver con mis hijos, mi madre y volver a sonreír.

Camino hacia la luz con paso decidido y una mano me acaricia. Giro mi cuello para ver quien es y veo la figura de un hombre. No veo su rostro pues la oscuridad no la delata. Viste una capa negra y debajo un traje del mismo color. El tacto de su piel es frío pero llena de paz mi alma y me dice que me quede. Su voz es pacifica, romántica y espeluznantemente excitante. Le pregunto quién es y me contesta: “La muerte”. “¿Qué quieres de mí?” “Tu compañía. Estoy solo. Necesito a alguien con quien hablar y que ésta eterna espera de algo que no sé que es, sea acompañada por deliciosas conversaciones”. Sus palabras me convencen y resultan maravillosas a mis oídos. Pero mi madre llora y mi corazón se parte. La luz se expande hacia mí y me alcanza, llenando mis venas de vida y de vitalidad. La mano de aquella atractiva figura intenta pararme pero yo ya estoy decidida y le hablo con la voz de una amante. “Pasaré contigo largas horas y mantendremos bonitas conversaciones; pero no hoy. Aún me queda mucha vida. Se paciente y espérame”.

Aunque no veo su rostro sé que las lágrimas lo recorren y me llena de pena. Pero he de volver. Giro mis pies hacia la luz y camino de frente. Mientras lo hago, la luz me provoca un gran cosquilleo y mi cuerpo se llena de vida y de conciencia. Empiezo a percibir cosas que antes me parecieron insignificantes. Ahora es cada una un mundo. Percibo el tacto de una tela, suave e inmaculada como una virgen; acaricia mi piel y le da calor. Las sábanas que me cuidan, que me protegen, me desvelan información. Ya no veo el oscuro callejón, ni al hombre envuelto en capa. Solo luz y mucho ruido. Oigo gente llorar y a otras hablar con emoción. Me instan a abrir los ojos, a luchar y volver. Me quieren con ellos y yo acepto. El olor que entra por mis vías respiratorias es de medicina, fuerte y desagradable. De pronto un dolor insoportable ruge por todo mi ser y descubro que he vuelto a la vida. Mi cuerpo magullado se queja del daño causado y lo siento como si fueran cuchillos clavándose sin desmedida. Abro un poco los ojos y todo esta borroso para mí pero consigo ver varias siluetas distorsionadas, desconocidas ante todo. Se mueven por la habitación donde me encuentro y van desapareciendo poco a poco hasta solo quedar una. La observo y descubro quien es: mi madre. No veo su rostro con claridad pero si percibo la mezcla de sentimientos que hay en su alma. Su mano me acaricia, llenándome de armonía y me dice al oído que todo ira bien. Sus lágrimas empañan mi rostro y yo las siento conmigo. Son mías, por mí; y las guardo en mi recuerdo para no olvidar el dolor de una madre cuando esta a punto de sobrevivir a su hija. Y sé que todo va a salir bien, que voy a recuperarme; pero mi corazón y mi mente no dejan de pensar en el hombre vestido con capa. La atracción que sentí al notar su mano sobre la mía, la paz que me ofrecía. Y en el fondo de mi corazón le digo: “Más adelante, pero ahora no. Más adelante”.


© ® 2005, Rebeca Rodríguez.

[abejacar el bojari]

Rebeca, leer tu trabajo ha justificado la tarde, te felicito y espero seguir encontrando trabajos tuyos para disfrutar. El personaje de la muerte lo has logrado con gran sobriedad.

[Rebeca_Rodriguez]

Me alegro mucho que te haya gustado. Por cierto, bienvenido.

[Fenix]

Precioso Rebeca, muy emocionante.

[takeo]

Me ha gustado Rebeca, sobre todo esa capacidad literaria de hacer literatura (y yo me entiendo).
(Cuida las tildes)

¿Has escrito alguna vez algo en el que el personaje principal sea hombre y no mujer? simple curiosidad.

[Rebeca_Rodriguez]

Gracias a todos por comentar.

Buenas, Takeo. Curiosamente esa pregunta me la hice hace tiempo, y la verdad, no puedo escribir como hombre pues os conozco bien poco. Cometería demasidas faltas y recurriría a los clichés, tópicos, etc, y eso me tiraría por tierra como escritora. Aún así, hice mis pinitos con un relato gore que en breve subiré aquí, pero no está escrito en primera persona.

No obstante, está en mi lista de cosas pendientes, escribir como si fuera un hombre. Hay que hacer de todo, ¿no?

Miraré las tildes, soy penosa con esto. Gracias.

[JANGEL]

No es tan difícil, Rebeca. Los hombres somos tan simples...

Lleno de emociones y sensaciones. Así calificaría tu relato. El transcurso de unos segundos, dilatados por las palabras, mientras un alma se decide a continuar viviendo o a sucumbir a ese extraño caballero, la Muerte.

Aparte de las tildes, hay una ligera errata (creo), cuando mencionas a unos niños que juegan con "un cometa". Imagino que has querido decir "una cometa".

[Rebeca_Rodriguez]

Uff... en otra novela que estoy escribiendo si pongo a hombres como protagonistas, en algunos capítulos. Me siento cómoda cuando lo hago pero poner como protagonista a un hombre me parece demasiado para mí. Algún día, supongo.

Gracias, Jangel. Me agrada que me leas y me hagas ver los errores que cometo (creo que es la única forma de verlos).

Por cierto, en tu avatar... ese que aparece eres tú? es que me hace mucha gracia el montaje que has hecho. Es muy curioso.

[takeo]

[quote="Rebeca_Rodriguez"
escribir como si fuera un hombre. [/quote]

Me quedo con esta frase. Da para pensar: ¿Escribir como un hombre o escribir de un hombre?

He escrito cosas con protas mujeres y no querría parecer un atrevido o que escribo como una mujer o que las conozco lo suficiente para no hacer el ridículo...
Como dice Jangel, todos tenemos sentimientos y sí, hay que atreverse, tener respeto por ambos sexos y considerar que todos podemos hacer todo, incluso ser protas de cualquier obra, la escriba quien la escriba.

[Rebeca_Rodriguez]

ay, dios>! que no me expliqué bien yo creo. No quise decir eso que tu has entendido. No sé ponerme en el pellejo de un hombre porque no os conozco lo suficiente, es a lo que me refería. Para escribir y que el prota sea un hombre has de saber muy bien como es el sexo masculino, yo no lo sé y caeria en topicazos como el machismo, sexismo, estupidismo (palabrejo al canto) y seamos sinceros, no todos los hombres son iguales. Y mira que he tenido mala suerte con vosotros, eh? pero aun así creo que alguno majete tiene que haber. Pero bueno, no nos vayamos por los laureles. En definitiva, para hablar de politica en una novela hay que estar documentado; para que tu protagonista masculino resulte creible has de conocer bien al sexo opuesto. Eso es lo que creo.

[takeo]

Bueno, Rebeca, sí te había entendido, pero a veces me gusta enrrollarme.
No me atrevería a definirme como polemista pero me va la marcha, si entro en ella (en la marcha, o en la polémica) aunque, si no me apetece, paso

Pero tú vete practicando, lo mismo al final no es (no somos) tan complejos o, precisamente eso da juego para escribir de nosotros y al fin, demonios solo hay dos o tres y ¡no me digas que te han tocado a ti!

Me voy a Las Vegas. Ciao

[JANGEL]

Por cierto, en tu avatar... ese que aparece eres tú? es que me hace mucha gracia el montaje que has hecho. Es muy curioso.

Ése soy yo, así es.

El año pasado escribí una novela con una mujer como protagonista. Sé que puse pensamientos femeninos en el personaje, pero también sé que no pude tratarlo con la profundidad que hubiera deseado, porque, en efecto, no es fácil meterse de lleno en el otro sexo. Pero fue un primer intento y el intento no resultó tan mal (creo). Observas, apuntas situaciones y palabras, y así das forma a una persona. ¿Cuántas grandes novelas escritas por hombres tienen como protagonista a una mujer, por ejemplo? Sin embargo, pocas llegan a la esencia de una mujer, aunque nos gusten por su argumento. Otra cosa es querer llegar a la esencia...

[Rebeca_Rodriguez]

Si no dejáis de tener razón, sin duda. Pero es que creo que, aún así, la cagaría, no sé... Si en el fondo no dejan de ser barreras que uno se pone

[JANGEL]

Si en el fondo no dejan de ser barreras que uno se pone

Eso sí me lo creo. Y a veces nos cuesta vencerlas, porque hay que entrenarse.

[Rebeca_Rodriguez]

Bueno, acaban de mandarme una carta notificandome que no he salido seleccionada en un concurso con este relato de Sábanas blancas. Mierda, mierda y mierda. Vale, me han tirado en otros concursos ¡Pero jamas me lo habían notificado! Dios... que ganas de echar sal en la herida...

"Uf, uf, uf. Respira, Rebeca, respira". Mierda, estoy frustrada. Me voy a comer una tableta de chocolate...