Compañeros de piso - Julio Baquero Cruz

En principio incluye biografías, autoayuda, libros de viajes, arte y otros que no sean ensayos o de divulgación.

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lucia
Cruela de vil
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Compañeros de piso - Julio Baquero Cruz

Mensaje por lucia »

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ISBN: 84-934079-1-7
264 páginas
Tamaño: 13,2 x 21 cm.
PVP sin IVA: 14,38 €
PVP con IVA: 14,95 €
Funambulista escribió:El narrador, mientras realiza un viaje con su novia por Europa, rememora sus extrañas experiencias de estudiante itinerante por diversas ciudades del mundo. Como si de un moderno Decamerón se tratase, las aventuras del protagonista van dando pie a la evocación de un rosario de «compañeros de piso» que van conformando el bagaje del perfecto «animal Erasmus».

Así, entre otros muchos, conoceremos a Suzanne, la explosiva francesa que conoce en Lovaina, auténtica devorahombres que encarna todos y cada uno de los valores y los tópicos que se suponen a la mujer gala; o al hombre-pijama, un anómalo abogado que nunca sale de casa y que, cuando tiene que atender a un cliente, se pone directamente el traje encima del pijama para no perder tiempo; al hindú con crisis de identidad de su casa de Nueva York; el pintor fracasado en el piso con realquilados, cuya modelo, una joven japonesa, desaparece en trágicas y misteriosas circunstancias; o a los extraños compañeros del piso de Florencia, inmersos en una auténtica epidemia de suicidios…

Huyendo de los fáciles tópicos del lenguaje vulgar y empobrecido de cierta juventud urbana, Julio Baquero Cruz refleja, aguda y elegantemente en este verdadero «libro-bestiario» experiencias compartidas por toda una generación, la de los 70.

Un fresco irónico y a veces cáustico de los miembros de la «Fauna Erasmus», una generación nacida con la Democracia, desorientada, con crisis de identidad, en un mundo sin valores y carente de referencias.

«Hubo un nuevo suicidio, justo antes de las Navidades. Fue el de Costas, estudiante griego de tercer año que hacía una tesis sobre Kierkegaard y también vivía en los apartamentos del instituto Machiavelli. Se atiborró de pastillas. Algunos pensaron que había sido un accidente, pues era tan despistado que podía haberlas tomado por equivocación, pensando que eran caramelos. Yo estaba seguro de que se trataba de un suicidio. Varias veces había visto a Costas caminando por la biblioteca con la mirada perdida y repitiendo el nombre “Soren”, como un encantamiento. “Soren, Soren, Soren…” Era el número uno en las apuestas…»
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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