Pues me ha gustado pero no para echar cohetes.
En primer lugar, yo sí he sentido la angustia en la parte final, el problema es que me lo imaginaba, no
el que fuera el hueco del ascensor, eso me parece que es humor negro total, ya que saben que si pasa la puerta como sea acabará muerto dentro, como otros por lo que se ve, que ya es mala leche  |
Lo de las llaves tiene fácil explicación si conocemos el final,
como en realidad es una prueba basta con que el vigilante abra la puerta con una llave que no está en el llavero pero finja que la utiliza de ahí, entonces él cogerá el llavero y no se pondrá a escarbar más. |
Si el relato no lo analizas sino que lo tomas tal cual pues está divertido, pero si lo analizas es ilógico, porque
¿Qué necesidad hay de que golpee al vigilante, solo está él, sabe que lo van a pillar aunque abra la puerta y será su ruina? Si lo que quiere es saber lo que hay tras la puerta no será más lógico intentarlo con una ganzúa, o traer a un experto que se quede a escondidas o no sé mil cosas, intentar sobornar al vigilante, de perdidos al río, o hacerse amigo de él, en fin mil y una soluciones antes que lo que hizo, él y todos al parecer. |
Mi conclusión es que el relato me ha gustado, he notado la tensión y el precipicio al que poco a poco se asomaba el protagonista, y el final es muy Roal Dahl, pero esa es la cuestión no es Roal Dahl, que seguramente habría dado con una tecla que le daría un plus, igual no, pero me da que sí. Por ejemplo en el relato "El hombre del Sur", que sería del mismo estilo, sí existe esa coherencia narrativa de principio a fin.
La edad de la penumbra de Catherine Nixey. Amadeus de Peter Schaffer.