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Intensísima novela negra con estructura de thriller la que nos ocupa. Mediante un diseño literario tan propio y característico, Arlidge nos sumerge de nuevo en una historia sencilla pero muy directa, sin ambages y con pulso clínico. Así, la firmeza y seguridad no abandonan al autor en ningún momento, traduciéndose en una lectura de ritmo endiablado pero con una trama precisa, cuidada y bien hilvanada en cada uno de los muchos capítulos que conforman la novela. Y es que, pese a la estructura antes mencionada, lo que aquí se relata y el modo de hacerlo no podrían distar más de la superficialidad.
Arlidge vuelve a regalarnos unos personajes para el recuerdo, posiblemente mejor dibujados aún que en el primer volumen, con una iridiscencia tal que recuerda por momentos a la desenvoltura de un grande como es el genio McBride. Todos los caracteres rezuman realismo por cada uno de sus poros. Y el escrito desprende dedicación, empeño, pasión y esmero por un género literario tan tramposo que, en ocasiones, puede ocultar joyas como éstas a quien no sabe ver más allá. Sea como fuere, el autor ha creado un equipo policial que ya está a la altura de otros como pueden ser los comandados por Fabel, Hjelm o el inefable Lázaro McRae. Porque Grace resiste cualquier envite, se enfrenta a adversarios de éste u otro jaez y no se arredra salvo en el éxtasis final, impelida por un pasado y una sensibilidad que marcan aún más, si cabe, la personalidad compleja y palpable de un gran personaje. Obviamente, el resto del plantel tampoco desmerece y contribuye a crear un escenario coral que Arlidge retrata con simplicidad pero que esconde, no obstante, un gran trabajo. Ésta es otra de las propiedades de los grandes talentos: hacer que parezca fácil lo difícil e imbuir al lector de la arrogancia y temple necesarios como para creerse capaz de remedar tamaña tarea.
En lo que respecta a la trama, el autor no se pierde en disquisiciones ni se deja llevar por veleidades propias de otros escritores. La historia rinde siempre a un gran nivel, culminando en un desenlace intenso y emocional que, por veraz, es mejor. El ritmo no da tregua y el lector pasa las páginas embebido gracias al buen hacer de Arlidge y a un sistema de capítulos cortos que no echan en falta siquiera los cliffhangers con los que otros autores pueblan sus novelas.
Cinco estrellitas para un gran libro, apuntalado con solvencia para triunfar en cualquier escenario posible. El mimo por el detalle y el talento aunados para no dejar nada al azar, para alejarse indefectiblemente del fracaso. Como curiosidad, el autor nos regala una de las escenas más originales que yo haya leído en cualquier género:
el cara a cara entre dos serial killers desatados |
. Triunfa por lo inesperado pero también por la rectitud con la que todo se lleva a cabo. Parece que estamos de suerte. Parece que tenemos buena literatura para rato. Ya lo verás.