Cuando tenía quince años leí "El pájaro pintado", una novela con tintes biográficas de un niño judío que queda huérfano e indefenso en la Polonia de Hitler, en medio de la guerra y la deportación de miles de judíos.
Desde entonces me he sentido especialmente "atraida" por las historias que retratan las heridas que la guerra deja en los niños.
Me acerqué a esta breve novela, por su extensión más parecida a un cuento, sin saber casi nada de la misma y creo que fue lo mejor que pude hacer.
De temática inclasificable, al menos desde mi punto de vista...habla de la guerra, la muerte, la infancia, el abandono, el amor en todas sus formas, la vejez, la lealtad, la familia.
Y lo hace a través de los ojos de un protagonista cuya vida ha sido tan complicada en su más tierna infancia qué mira al mundo con una especie de odiosa indiferencia, entregando todo de sí y al mismo tiempo nada.
Supongo que un crítico literario podría sacar un buen análisis de esta pieza literaria, pero a mi me ha dejado con un regusto amargo, semidulce, incluso agrio...y una sensación de depresión y desasosiego, uno donde la felicidad no existe realmente y "los gatos caen de pie" porque tienen que vivir.
Mención aparte el detalle que hasta el final se te diga claramente que el protagonista, del que nunca conocemos su nombre, no es "él", sino "ella". Supongo que el autor quiso jugar con sus lectores un poco, al principio los tome por errores de traducción o despiste de mi parte, pero creo que esa es la intención original del autor. |
Por último me quedo con esta frase que bien puede definir los bandos de cualquier guerra habida y por haber.
A saber: había revolucionarios y había contrarrevolucionarios. Además: según los contrarrevolucionarios, los revolucionarios eran los contrarrevolucionarios, mientras que según los revolucionarios, los que eran contrarrevolucionarios eran los contrarrevolucionarios. Además: según los revolucionarios, no habría que fusilar a los contrarrevolucionarios como a perros pestilentes si no se autodenominaran revolucionarios y no fueran fusilando por ahí a todos los contrarrevolucionarios; por otro lado, según los revolucionarios no es que ellos fueran por ahí fusilando a todos los contrarrevolucionarios, lo que pasaba era que éstos iban por ahí afirmando ser los a perros pestilentes. Además: el que le dice a un revolucionario que no es que él sea un contrarrevolucionario, sólo que no es un revolucionario, ya es un contrarrevolucionario; igualmente es un contrarrevolucionario aquel que dice que no es que sea un revolucionario pero tampoco un contrarrevolucionario. Y además: da absolutamente igual lo que le diga uno que no es revolucionario a un revolucionario, puesto que éste lo va a matar de un tiro; y también da lo mismo lo que luego el revolucionario le diga a otro revolucionario, porque también éste acabará matándolo de un tiro; lo que basándonos en lo anterior, resulta casi natural.