MCarmen
acabado
En unos tiempos en los que la novela negra nórdica parece haberle ganado la partida a la vertiente americana, es de agradecer que aún podamos contar con autoras como Sandra Brown, que dignifican un género patrio muy castigado. La larga hegemonía americana se contrae debido tanto a su extenso recorrido como a la falta de originalidad y enfoques novedosos por parte de sus autores. En ese sentido, Brown posee el proceder americano que tantas veces hemos leído pero con un estilo muy personal que la aleja de sus coetáneos. Así, sus novelas cuentan con un desarrollo de personajes más profundo y un pulso narrativo que está al alcance de muy pocos. La autora es capaz, incluso, de integrar acrónimos tan manidos como FBI sin caer en la mediocridad tan característica de la literatura procedimental. En remotas ocasiones se antoja tan sumamente perceptible el buen hacer de un autor y su relevancia en una obra que, en otras manos, no supondría una experiencia tan grata.
Brown nos ofrece en este relato un buen número de personajes iridiscentes que nada tienen que envidiar a otros creados en el ámbito literario europeo. Ellos solos se bastan para sustentar una serie de giros que el lector asumirá de buen grado. La pericia en estas lides parece innata en Brown. En cualquier caso, también aporta una dosis de crítica social que no por efímera resulta menos trascendente. El sentimentalismo acompaña acertadamente a este pasaje, en el que se tratan temas tan serios como
el acoso laboral y escolar y sus consecuencias. |
Cuatro estrellitas para una pura de novela de entretenimiento que cuenta, no obstante, con un nada desdeñable valor añadido. Mientras un gran número de escritores americanos permanece remiso a ahondar en el género, Brown cautiva sin despeinarse a todos los públicos. Es, dentro del thriller actual, un valor seguro. "Maldad latente" es la constatación.