La Saga de los Heechees - Frederik Pohl
Publicado: 22 Mar 2006 12:44
LA SAGA DE LOS HEECHEES
Frederik Pohl
(Heechees 1) Pórtico
(Heechees 2) Tras el incierto horizonte
(Heechees 3) El encuentro
(Heechees 4) Los anales de los Heechees
(Heechees 5) Los exploradores de Pórtico
Voy a comenzar este pequeño comentario con una afirmación que creo necesaria antes de seguir adelante: Frederik Pohl es, sin ningún género de dudas, uno de mis escritores favoritos de ciencia ficción. Y voy a continuar con otra no menos tajante: Su Saga de los Heechee, formada por cuatro volúmenes, es también una de las narraciones de este género que más me ha entusiasmado en estos últimos años.
Establecidas así estas premisas, podemos pasar a la crítica de la obra, que abarca los siguientes títulos (entre paréntesis, reseño el año de publicación en inglés y el año en el que fueron publicados por vez primera en nuestro país): PóRTICO (1977-1982); TRAS EL INCIERTO HORIZONTE (1980-1988); EL ENCUENTRO (1984-1988) y, por fin, LOS ANALES DE LOS HEECHEES (1987-1988). PóRTICO sería publicada inicialmente por Bruguera (Ediciones B la ha reeditado recientemente en su colección VIB) para ser reeditada posteriormente por Ultramar, editorial responsable de la edición (aunque como se ve, con bastante retraso salvo en el último caso) de las otras tres componentes de la tetralogía.
Cualquier buen aficionado a la ciencia ficción sabe perfectamente de qué se trata cuando se habla del escurridizo término sentido de la maravilla, esa fugaz y placentera sensación que todos hemos tenido de niños ante las lecturas fantásticas y que, al llegar a la edad adulta, hemos visto escapársenos de las manos. Es muy difícil entusiasmarse a partir de cierta edad leyendo obras de ciencia ficción por mucho que éstas nos agraden; tan difícil, que cuando a pesar de todo lo conseguimos nos vemos indefectiblemente arrastrados a ese maravilloso mundo de la fantasía infantil que todos recordamos con nostalgia.
Pues bien: Tanto Pórtico como sus secuelas consiguieron infundirme ese sentido de la maravilla que creía perdido definitivamente desde hacía ya muchos años. Y este comentario, viniendo como viene de un aficionado recalcitrante a la literatura de ciencia ficción, es realmente el mejor elogio que podía hacer sobre Pohl y su obra. Esto no quiere decir que la saga no tenga también en ocasiones puntos oscuros, que los tiene y a veces muy importantes; pero el balance, sin duda, continúa siendo positivo pese a todo.
Pero dejémonos ya de preámbulos y vayamos a la trama narrativa en sí, que comienza de una manera tan atípica como espectacular: en el curso de sus correrías por el Sistema Solar la humanidad descubre Pórtico, la reliquia de una antigua y evolucionada raza que muchos milenios atrás exploró nuestro planeta cuando el hombre no había pasado aún de ser un homínido semisalvaje. Desaparecidos misteriosamente estos seres bautizados con el nombre de heechees por los terrestres, quedará no obstante el fabuloso botín abandonado por los mismos en el asteroide hueco conocido como Pórtico: una flota de varios centenares de astronaves en perfecto estado de conservación y capaces de viajar hasta el último rincón de la galaxia.
Al llegar a este punto, cualquier escritor de novelas baratas lo hubiera utilizado como excusa para pasar inmediatamente a la expansión de la humanidad por toda la Vía Láctea contándonos una versión modernizada de la conquista del Oeste con indios de color verde y con tentáculos incluidos. Pero Pohl, al que no se le puede negar su condición de gran maestro, opta aquí por una solución infinitamente más original: Los terrestres, ciertamente, disponen de naves, pero ignoran completamente la manera de tripularlas. La exploración del universo efectivamente comienza, pero de una manera tan dramática como humillante para los orgullosos hijos de la Tierra: Obligados a seguir el conocido método del ensayo y error, los audaces exploradores partirán a ciegas hacia un destino que a veces (muy pocas) les rendirá pingües beneficios pero que habitualmente les dejará con las manos vacías o les conducirá a la muerte. Si enmarcamos este espléndido planteamiento en una Tierra agobiada por la superpoblación y la hambruna, nos encontraremos con toda una epopeya digna de la mejor tradición clásica.
Frederik Pohl
(Heechees 1) Pórtico
(Heechees 2) Tras el incierto horizonte
(Heechees 3) El encuentro
(Heechees 4) Los anales de los Heechees
(Heechees 5) Los exploradores de Pórtico
Voy a comenzar este pequeño comentario con una afirmación que creo necesaria antes de seguir adelante: Frederik Pohl es, sin ningún género de dudas, uno de mis escritores favoritos de ciencia ficción. Y voy a continuar con otra no menos tajante: Su Saga de los Heechee, formada por cuatro volúmenes, es también una de las narraciones de este género que más me ha entusiasmado en estos últimos años.
Establecidas así estas premisas, podemos pasar a la crítica de la obra, que abarca los siguientes títulos (entre paréntesis, reseño el año de publicación en inglés y el año en el que fueron publicados por vez primera en nuestro país): PóRTICO (1977-1982); TRAS EL INCIERTO HORIZONTE (1980-1988); EL ENCUENTRO (1984-1988) y, por fin, LOS ANALES DE LOS HEECHEES (1987-1988). PóRTICO sería publicada inicialmente por Bruguera (Ediciones B la ha reeditado recientemente en su colección VIB) para ser reeditada posteriormente por Ultramar, editorial responsable de la edición (aunque como se ve, con bastante retraso salvo en el último caso) de las otras tres componentes de la tetralogía.
Cualquier buen aficionado a la ciencia ficción sabe perfectamente de qué se trata cuando se habla del escurridizo término sentido de la maravilla, esa fugaz y placentera sensación que todos hemos tenido de niños ante las lecturas fantásticas y que, al llegar a la edad adulta, hemos visto escapársenos de las manos. Es muy difícil entusiasmarse a partir de cierta edad leyendo obras de ciencia ficción por mucho que éstas nos agraden; tan difícil, que cuando a pesar de todo lo conseguimos nos vemos indefectiblemente arrastrados a ese maravilloso mundo de la fantasía infantil que todos recordamos con nostalgia.
Pues bien: Tanto Pórtico como sus secuelas consiguieron infundirme ese sentido de la maravilla que creía perdido definitivamente desde hacía ya muchos años. Y este comentario, viniendo como viene de un aficionado recalcitrante a la literatura de ciencia ficción, es realmente el mejor elogio que podía hacer sobre Pohl y su obra. Esto no quiere decir que la saga no tenga también en ocasiones puntos oscuros, que los tiene y a veces muy importantes; pero el balance, sin duda, continúa siendo positivo pese a todo.
Pero dejémonos ya de preámbulos y vayamos a la trama narrativa en sí, que comienza de una manera tan atípica como espectacular: en el curso de sus correrías por el Sistema Solar la humanidad descubre Pórtico, la reliquia de una antigua y evolucionada raza que muchos milenios atrás exploró nuestro planeta cuando el hombre no había pasado aún de ser un homínido semisalvaje. Desaparecidos misteriosamente estos seres bautizados con el nombre de heechees por los terrestres, quedará no obstante el fabuloso botín abandonado por los mismos en el asteroide hueco conocido como Pórtico: una flota de varios centenares de astronaves en perfecto estado de conservación y capaces de viajar hasta el último rincón de la galaxia.
Al llegar a este punto, cualquier escritor de novelas baratas lo hubiera utilizado como excusa para pasar inmediatamente a la expansión de la humanidad por toda la Vía Láctea contándonos una versión modernizada de la conquista del Oeste con indios de color verde y con tentáculos incluidos. Pero Pohl, al que no se le puede negar su condición de gran maestro, opta aquí por una solución infinitamente más original: Los terrestres, ciertamente, disponen de naves, pero ignoran completamente la manera de tripularlas. La exploración del universo efectivamente comienza, pero de una manera tan dramática como humillante para los orgullosos hijos de la Tierra: Obligados a seguir el conocido método del ensayo y error, los audaces exploradores partirán a ciegas hacia un destino que a veces (muy pocas) les rendirá pingües beneficios pero que habitualmente les dejará con las manos vacías o les conducirá a la muerte. Si enmarcamos este espléndido planteamiento en una Tierra agobiada por la superpoblación y la hambruna, nos encontraremos con toda una epopeya digna de la mejor tradición clásica.