Es una novela magnífica. Aún me faltan unas páginas para acabarla, pero lo estoy pasando muy bien con Harlan y el Programador.
Sin saber cómo acabará todo esto, en medio de la discusión, mientras piensan cómo pueden intentar rescatar a Cooper, veo al maduro Programador como el rival perfecto para el protagonista. Llegas a ponerte del lado de Twisell y a menospreciar a Harlan. Es un hombre lógico y razonable, convincente y persuasivo. Todo lo comprende, ante todo reacciona bondadosamente. Piensas que, de un momento a otro, va a estallar impulsado por la tensión y va a descargar toda la cólera que debe haber acumulado, aunque la oculte.
Es difícil, imposible concebir la Eternidad. Nada de lo que describe Asimov -lo hace escasamente- permite que el lector se haga una idea de esa realidad invariable desde la que acometen la vigilancia de los Tiempos y las Realidades y fomentan los Cambios para "salvar" a la humanidad y conducirla por el buen curso.
Pero lo que más me ha llamado la atención de esta obra, escrita hace más de cincuenta años, es la ingenuidad que la impregna en algunos aspectos. Cuando se escribe ciencia ficción, ineludiblemente, el autor cae en la tentación de utilizar lo que conoce, para dar forma a un mundo más avanzado. Ni la lúcida mente del ingenioso Asimov es capaz de prever:
- La gran y disparatada capacidad de la publicidad en un futuro cercano para él, pero que apenas llegó a vivir. Un anuncio en una revista como el que llegan a sugerir no hubiera resultado tan desatroso ni raro en nuestros días (aunque ellos hablan del segundo cuarto del siglo XX, lo que salva la situación inteligentemente por parte del autor).
- La capacidad de almacenamiento de todo. El problema causado por Harlan que origina el conflicto de la segunda mitad del libro sería mucho menos grave o mucho más difícil de justificar si Asimov hubiera pensado que la tendencia iba a ser guardar toda la información, guardar memoria de todo lo que se procesa. Quizás entonces no podía imaginar que computadoras de bolsillo serían capaces de guardar tantos datos, históricos completos y auditorías exhaustivas de cualquier gestión que se realice. Este es el difícil obstáculo que intenté esquivar en mi relato
Accidente en la Terminal, que versa sobre la teleportación y pongo como ejemplo.
Voy a concluir la lectura, para poder atender a vuestros comentarios ocultos, que tanto me tientan.