Estoy terminando el libro -tengo últimamente mucho trabajo y compromisos y le he dedicado poco tiempo
-, y lo cierto es que el último tramo se me está alargando. Es un tanto prolijo el relato de la relación con Fay, y los de los reencuentros sucesivos
. Fay podría haber sido un personaje cargante y me ha despertado la simpatía.
Me ha gustado la visita al asilo Warren -¿existe ese asilo?- y su mentalización para retornar a él. Un detalle bien traído es el del ratón echado sobre sus excrementos, que le hace reflexionar a Charlie en el tipo de interno que puede llegar a ser.
Creo que la mención al “Skyjet” de Nueva York a Chicago es el único apunte a un escenario de ciencia ficción propiamente dicho. Por lo demás, se describe un Nueva York un tanto intemporal con Central Park, Times Square, etc. Me gustan las referencias puntuales a la cultura americana, como cuando el padre se ve a sí mismo en la película “Muerte de un viajante”. Qué curioso cuando antes los hombres se podían broncear en las peluquerías después del afeitado. Yo creo que aquí no llegó eso.
Muy bien los “flashbacks” intercalados de la familia. Agobiante para el lector, cuando Charlie no puede controlar los esfínteres y sabe el castigo que le aguarda. Yo las pasé canutas leyéndolo.
Me quedan pocas páginas para el final, que se ve venir hace mucho. Pero intuyo que me va a emocionar, como en general todo el libro salvo algunos alargamientos innecesarios, ya digo. Creo que la novela, como tantas otras de ciencia ficción, proviene de un relato corto. A ver si hay suerte y lo localizo, porque promete.
Sin querer ser cursilón, digamos que la novela “me ha llegado”, o quizá hacía tiempo que otro texto no despertaba sentimientos que tendemos a olvidar en las relaciones con nuestros semejantes. Al menos a mí me pasa.