Ah, por cierto:
Bueno, una pasada rápida, que ahora no puedo dedicar tanto rato al Pc.
He leído el 9 y el 10.
Debo decir, y sin que sirva de precedente, que en el 9 el nivel de tensión baja ligeramente, cosa que en determinados momentos se agradece, pues mi adrenalina parecía estar manejada por una coctelera. Lo del triángulo se confirma y veremos adónde nos lleva. La presencia de Ishmant (a quien ya creo que habíamos tratado de dar alguna identidad que no le corresponde, cosa que no pasa con Akkôlom, en el poblado, ajjaaj) aporta una buena de dosis de jugo a la historia. Y la pérdida de ese personaje del que yo te decía al principio que quería reencontrar no acabo de creérmela. Podría defenestrarte, diablo...
Ahora bien, nuestro querido amigo sin nombre (jejeje... no digo más que rozo el spoiler) la ha cagado y bien cagada. ¿Cómo pude no caer en quien era el misterioso ser de la taberna? Qué grande, qué grande... Ahora vamos a ver cómo salimos de ésta, porque la cosa se complica de verdad.
Tengo un gran dolor de corazón, pues voy acercándome peligrosamente al final, y va a ser muy duro aguantar hasta poder leer la continuación (espero que la tengas escrita, al menos). Por otro lado, no veo el momento de encontrar ratos para seguir leyendo El Enviado, tan entusiasmado estoy. Reitero todo lo dicho anteriormente: este libro es de una categoría inestimable, de verdad.
Y sí, es cierto lo que dicen por ahí, de que a veces abusas un poco de los puntos suspensivos pero... sinceramente, me importa un carajo, para nada desluce una preciosista manera de narrar.
Otro día (o al final) hablaremos sobre nuestro amigo el narrador en primera persona...
Saludos.