Sigo leyendo. Leídos los 10 primeros capítulos (primer tercio de la novela), me está gustando. Por ahora la novela narra
el viaje de Covenant y Atiarán (la madre de la violada Lena) para que Thomas les dé el mensaje del Execrable a los Amos. |
Este pregrinaje me recuerda mucho mucho al viaje de la Compañía del Anillo viajando a Mordor.
La novela avanza lentamente, de manera pausada, al autor se recrea en descripciones del entorno, de los sentimientos de Covenant, sus vivencias y pensamientos. Acción por ahora hay poca, aunque algo hay.
La historia es de corte muy clásico: un largo viaje lleno de peligros, un anti-héroe que poco a poco va descubriendo su poder, un Mal que crece día a día y amenaza con destruir el orden vigente...
Pero también tiene toques originales que le dan valor a la novela: ante todo, el protagonista, Thomas Covenant, el Incrédulo...
un hombre que no sabe si está viviendo un sueño o una pesadilla, que cree que se está volviendo loco, una persona que se siente insegura en este nuevo mundo, al que sus habitantes ven como un caudillo, o un héroe reencarnado que viene a salvarles, pero lo que nosotros vemos de él es un ser egoista, asustadizo y hasta cobarde, y en ocasiones hasta un ser despreciable. |
Pues bien, según parece, este hombre va a salvar el mundo. Veremos.
En cualquier caso, el poder evocador de Donaldson es grande, el Reino está muy bien descrito, y viajar en compañía de esta curiosa pareja es muy agradable, perderse en las praderas de Andelairan, en sus bosques, conocer a los fustarianos... fantasía de la de toda la vida, con regusto a clásico, aunque aún no ha pasado nada digno de mención, se palpa la épica subyacente, se va vislumbrando toda una Historia previa que ha marcado la actual situación del Reino.
Pego un fragmento que me pareció sobrecogedor (contiene spoilers). Final del capítulo 8 "El alba del mensaje",
Atiarán se entera de que Covenant a violado a su hija Lena, e incluso así, le prohibe al ofendido prometido de la joven cobrarse su venganza. |
Me encanta cómo Donaldson, describiendo unos gestos, con unas palabras, puede transmitir tantos sentimientos. En especial, la última frase dicha por Atiarán me parece demoledora:
Lentamente, Atiaran alzó la cabeza y extendió los brazos, como si ofreciera su pecho a un golpe tremendo procedente del cielo. El dolor se reflejaba en su rostro, y sus ojos eran oscuros cráteres de aflicción, cuya mirada abstraída parecía dirigirse al conflicto que se libraba en su interior, entre la cólera por lo ocurrido y la necesidad de cumplir ante todo con su deber.
- Ayúdame, Trell -musitó débilmente. Entonces su voz recobró la energía perdida, y su angustia pareció desbordarla e impregnar el aire que la rodeaba-. ¡Ay! ¡Ay de los jóvenes del mundo! ¿Por qué es tan dura de sobrellevar la carga del odio? ¡Ah, Lena, hija mía! Veo lo que has hecho, lo comprendo. Es una valerosa hazaña, digna de alabanza y orgullo. Perdóname por no poder estar a tu lado en esta prueba.
Pero al cabo de un rato su mirada volvió a fijarse en el entorno. Se levantó vacilante, tambaleándose como si le costara permanecer de pie, y dijo en un tono áspero:
- La lealtad es necesaria. Te prohíbo tu venganza.
- ¿Debe quedar sin castigo? -protestó Triock.
- Hay peligro en el Reino -respondió ella-. Deja que los Amos lo castiguen. -Un deseo de sangre afiló su voz-. Sabrán qué pensar de un extraño que ataca al inocente. -Entonces retornó su debilidad-. Yo no puedo hacer nada. Triock, recuerda tu juramento.
Se llevó las manos a los hombros y apretó el dibujo de hojas bordado en su túnica, como para ahogar su pena.
[...]
- Has convertido en un páramo mi corazón -dijo Atiaran [a Covenant] como si hablara desde una distancia que el aborrecimiento o la compasión hicieran más grande. |