Nunca ayudes a una extraña - J.M. Guelbenzu

Elemental, querido Watson.
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natura
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Nunca ayudes a una extraña - J.M. Guelbenzu

Mensaje por natura »

Nunca ayudes a una extraña
J.M. Guelbenzu

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Fecha de publicación: 16/09/2014
Editorial: Destino / Colección: Áncora & Delfin
Formato: 13,3 x 23 cm. / 360 páginas / Rústica con solapas
ISBN: 978-84-233-4847-3

20 € (edición impresa) // 12,99€ (edición digital)

Sinopsis
Javier Goitia es un periodista de investigación con una larga trayectoria a sus espaldas, que acaba de ser despedido. Para pasar el golpe, se dirige a G..., donde tiene un amigo que lo acoge durante un tiempo y donde espera repensar su futuro. En la cafetería del tren, Javier se detiene fascinado por una mujer pensativa a la que no se atreve a abordar pero que le dejará una huella imborrable.
Una noche en que Javier está tomando unas copas, mientras fuma un cigarrillo a la puerta de un local, oye unos quejidos que vienen de un callejón. Cuando se acerca, ve cómo un hombre sale corriendo dejando en el suelo a una mujer a la que parece que ha atacado. Javier corre tras él y mientras tiene lugar la pelea, llega la policía y los detienen a ambos. Mientras, la mujer ha desaparecido. Ya en los juzgados, el testimonio de Javier queda en entredicho por la declaración de su oponente, que sostiene que él había ido al callejón a ayudar y que Javier se ha equivocado de hombre. Tras las primeras diligencias, Javier es llevado ante la juez, que no es otra que Mariana de Marco, la fascinante mujer del tren.
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Caroline
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Re: Nunca ayudes a una extraña - J.M. Guelbenzu

Mensaje por Caroline »

Eso de la fascinante mujer del tren me ha gustado. :mrgreen:

Natura, natura, natura. :grinno: :grinno: Hablaremos largo y tendido. 8)
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natura
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Re: Nunca ayudes a una extraña - J.M. Guelbenzu

Mensaje por natura »

:nono: :mrgreen:

Entre que sale, que alguien le echa un vistazo, que llegan las navidades... hablaremos, hablaremos 8)
Como sea una de esas veces en que la sinopsis es lo que más vale del libro, la hemos cag... :dragon:
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lucia
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Re: Nunca ayudes a una extraña - J.M. Guelbenzu

Mensaje por lucia »

Os dejo información del dossier de prensa de la editorial.
Destino escribió:La inexplicable pulsión psicológica:


La mejor información es el conocimiento. El conocimiento de las personas.


J. M. Guelbenzu se alimenta de los clásicos del género para retomar la carrera judicial de Mariana de Marco. En esta ocasión la intriga parece estar resuelta desde el primer momento, pues un más que evidente suicidio, no da para muchas indagaciones. Sin embargo, la muerte siempre cruel e implacable de una persona, no parece estar afectando a ninguno de los familiares cercanos a la víctima, que buscan pasar página lo más rápido posible. Un contrasentido que se hace aún mayor al constatar el carácter tradicional de las familias, y que termina alertando a la juez de extrañas y ocultas motivaciones. Mariana se niega a aceptar, en un arrebato de justicia solidaria, la versión que podría llegar a imponerse. Suspense, juego psicológico e investigación se dan la mano en una trama que promete hacer las delicias del lector ávido de historias inteligentes, elegantes y efectivas.

«Quizá por eso estaba obsesionado en ayudarla. Nada podía hacer por ella en vida, pero ver cómo su vida y su muerte se desvanecían en el aire rancio de aquellas amorales familias provincianas podridas de dinero era un acicate para seguir revolviendo en aguas pantanosas. La inmovilidad y dureza de que hacían gala, cada uno a su manera, eran ofensivas para gente como yo».

Aunque la juez Mariana de Marco ya ocupa un lugar destacado dentro del género de la novela policíaca, en este nuevo y complejo caso tendrá que compartir protagonismo con el periodista Javier Goitia, el cual asumirá un rol dentro de la investigación que resulta determinante. Una vez más, Guelbenzu vuelve a demostrar su buen hacer a la hora de construir personajes que, si bien enmarcados en un círculo de crimen y misterio, no pueden evitar mostrar sus propios dramas, particularidades y su naturaleza más íntima. Llegado a ese punto es cuestión de, como bien saben los personajes protagonistas, estar al quite, atentos a cualquier comentario, descuido o silencio del sospechoso que permita encarrilar con tino la resolución del proceso.

«Lo mejor sería que el caso no trascendiese a los medios de comunicación más allá de la escueta noticia del suicidio que, de todas formas, tenía su relevancia; ella se debía a la instrucción y la haría del mejor y más completo modo posible, como siempre».

El humor y el potente pulso narrativo de Guelbenzu se conjugan con maestría a la hora de enfrentar incluso las más inmorales circunstancias. Intentar ponerse en la piel de la víctima, comprender sus impulsos, temores y emociones puede resultar entonces una labor ciertamente traumática. Solo atando los cabos y procurando castigar a los responsables del crimen, podría Mariana acallar la incomprensión y rabia que le produce la corrupción moral y provinciana de determinadas personas. Individuos que buscan especular, enriquecerse y mantener un poder y posición social que no entiende de sentimientos ni ilusiones. No aprovecha Guelbenzu para hacer crítica mordaz del asunto, sino que busca sobre todo profundizar en el carácter psicológico de los personajes, someterlos a un tercer grado que saque a la luz sus vicios y podredumbres. De esa lobotomía narrativa no se escapa ni la protagonista absoluta de la novela.

«Estábamos contemplando el crimen y la escena o, mejor dicho, las escenas del crimen, desde el punto de vista errado. Todo crimen tiene una explicación lineal, los torcidos somos nosotros cuando lo enfocamos equivocadamente».

En determinados tramos, y como si de un reportero de acción se tratase, J. M. se coloca en la piel de Javier Goitia, y valiéndose de una narración en primera persona cambia la perspectiva de la historia: analiza, articula y propone posibles salidas a un caso que se antoja de difícil solución. Volver a la visión de la juez se hace indispensable para contrastar y conformar una trama que evoluciona al ritmo que lo hace la investigación, cada vez más tensa y resolutiva. Es entonces cuando las reflexiones que una Mariana muy humana y cercana, que comparte en voz alta con los lectores, se hacen piezas esclarecedoras y sugerentes de un experimentado bagaje no solo personal, sino también profesional.

Leer a Guelbenzu es siempre una aventura narrativa que en esta ocasión adopta la tenaza criminal para explorar las contradicciones y los intersticios más miserables del hombre, para ampliar la escala de aquellos mapas psicológicos que de otra manera ni siquiera llegaríamos a observar con detenimiento. Un escritor firme y leal a sus personajes que nuevamente devuelve la fe en una literatura de calidad, capaz de llegar e impactar en cualquier lector, que como debería ser habitual, esté dispuesto a ayudar a una extraña.


Sinopsis:

Ayudar a una extraña puede traer a veces complicaciones inesperadas que el buen samaritano de turno ni siquiera se llega a plantear cuando se decide a intervenir... Que se lo pregunten, si no, a Javier Goitia, un curtido periodista de investigación, que tras una larga trayectoria profesional acaba de ser despedido. Recién llegado a la ciudad de G... busca pasar unos días que le permitan la tranquilidad necesaria para replantearse su futuro. Sin embargo, la realidad distará mucho del plan y no será precisamente sosiego lo que encuentre... Una noche de copas intenta auxiliar a una mujer que ha sido agredida en un oscuro callejón del que inesperadamente sale corriendo un hombre. Javier se abalanza sobre él e inicia una persecución, y posterior pelea, que se salda con la detención de ambos por parte de la policía.

Ante la desconcertante desaparición de la víctima, y ya puestos a disposición judicial, la versión del periodista queda en entredicho por la declaración de su rival en la disputa, Francisco Llorente, hijo pródigo de un rico empresario de la zona. Éste último mantiene que él también había entrado al callejón a ayudar, y que fue allí donde Goitia se confundió de hombre. Tras las primeras diligencias, Javier es llevado ante la juez, que no es otra que aquella enigmática y atractiva dama con la que coincidió en el tren que le llevaba hasta G... y que le había dejado tremendamente fascinado. Ya puede poner nombre a la mujer que tanta atracción y admiración le había despertado: Mariana de Marco.

«De modo que tomé mis decisiones: si el tipo conocía a la víctima, o incluso era su amante, yo daría con ella para empezar a poner las cosas en claro. Llevaba una temporada como para que alguien viniera a tocarme los cojones y cobrar una indemnización por daños, encima».

Mariana se halla centrada en la instrucción de un supuesto suicidio: una rica y bella mujer, de profunda moral católica y familia de postín se había tirado por el balcón de su casa. Un caso que no acababa de convencerla a pesar de que todas las evidencias parecían contundentes. Javier, mientras tanto, decide por su cuenta seguir investigando el caso de violación en el que había intervenido; en el fondo, no puede desligarse de su trabajo, y hacer confesar su felonía al tal Llorente se convierte para el reportero en un problema de interés personal. Todo se complica cuando por azar, se descubre que la mujer violada y la que se ha suicidado son la misma persona. Dos asuntos que no tenían nada que ver, ahora se relacionan. La visión de los hechos parece dar un giro y el enfoque, antes claramente errado, deberá replantearse hacia una explicación criminal.

«La realidad mostraba que, bajo apariencias de normalidad y educación se escondían almas ceñudas y perversas. De hecho, a menudo, cuando se encontraba con un caso de éstos, era ya un tópico que todos los vecinos y conocidos de víctima y verdugo pareciera que se caían de un guindo cuando se enteraban del fatal desenlace».

La falta de pruebas que sustenten el asesinato y la previa violación hace que tanto la juez, como el inspector Quintero –colaborador en la investigación–, deban iniciar de nuevo la ronda de interrogatorios entre familiares de la víctima y vecinos del bloque. La búsqueda de pruebas se hace perentoria para poder seguir manteniendo abierto el caso, así como el prestigio de firme y certero magistrado que hasta ahora había logrado la juez. En esa tesitura, la cooperación con Goitia se hará ciertamente importante, e incordiante, para Mariana, que cada vez es más consciente de la triste hipocresía de ciertos sectores sociales. Solo hace falta escarbar un poco para ver la oscura corrupción moral que domina la alta sociedad de la ciudad, sus enredos especuladores y las relaciones de silencio que parecen primar en sus acciones. Al margen de esa realidad, la juez de Marco verá como su vida personal es sacudida por unos sentimientos que creía olvidados desde hace tiempo.

«Para hacer cierto tipo de periodismo hay que ser muy bueno fingiendo. Cuando uno decide meter la nariz en un asunto turbio, lo mejor que puede hacer es enturbiar su figura para disimularse en el ambiente. Luego, una vez dentro, el trabajo consiste en tomar la dirección correcta, sembrar confianza e ir con los ojos bien abiertos porque donde menos se piensa, salta la liebre».

Personajes implicados:


Mariana de Marco es juez de primera instancia e instrucción en la ciudad norteña de G... Ya entrada en los cuarenta aún conserva la sugerente belleza que da la madurez alcanzada con inteligencia. Es una mujer independiente, elegante y mordaz. En su trabajo destaca por ser eficaz, concienzuda y crítica, algo que ya le ha permitido cerrar con éxito algunos importantes casos, aunque también le ha granjeado ciertas enemistades. Sin embargo, en este episodio de su vida, y a ojos del periodista Javier Goitia, también es la mujer de pecho altivo, vientre liso, anchas caderas y piernas bien formadas cuya naturalidad y atractivo innegables han conseguido cautivarle.

Javier Goitia ha desarrollado su vida profesional en Madrid como periodista de investigación en un semanario de actualidad. A sus cincuenta y cuatro años este hombre paciente, divertido y hablador, pero también atrevido y fantasioso, no puede evitar –en un arranque de dignidad profesional– adentrarse de lleno en el nuevo lance que se le plantea durante su visita a la ciudad de G... Le encanta el jazz, una música que consigue sacarle de cualquier estado de abatimiento. Prendado de Mariana desde el primer momento que la vio en el tren, opta por apurar el momento al máximo.

«Pero yo lo pagué con mi propia humillación y aunque, como buen español del montón, estoy acostumbrado a que me dé por el culo la autoridad pública o privada (eso sí: con vaselina, uno tiene su dignidad) juré devolverle el trato si se presentaba la ocasión».

El inspector Quintero pertenece a la policía judicial y trabaja con la juez de Marco. Está de su parte a la hora de enfrentar cualquier investigación y la apoya firmemente en sus intervenciones. Es un hombre serio, perspicaz, voluntarioso, buen observador y totalmente íntegro.

Francisco Llorente es el presunto violador con el que se pelea Javier y al que éste decide investigar. Su respectivas declaraciones chocan frontalmente. Vástago rebelde y tarambana de una adinerada familia de sidreros, gusta de vivir a lo grande sin dar golpe, de armar bronca y derrochar el dinero.. Aconsejado por el abogado de la familia, decide sospechosamente poner tierra de por medio. Goitia se arriesgará peligrosamente al seguir sus pasos muy de cerca.

«Impresionado por el vuelo de mi imaginación, por primera vez en años me persigné, como cuando era un chaval que combatía sus pensamientos impuros».

Concepción Ares es la víctima. Presuntamente, esta mujer de buena posición, rica, atractiva y de arraigada moral religiosa, decide saltar desde el balcón de su casa tras sufrir una violación. Presa del orden, la tradición y convencionalismos sociales retrógrados, vivía un matrimonio que realmente era una farsa, y acataba las normas de un familia conservadora encabezada por Constantino Ares, un patriarca antiguo, señor de “ordeno y mando”, y dueño de un gran número de propiedades. La madre, decentemente piadosa, y dos hermanos, uno sacerdote y otro vividor, completan una prole que solo quiere olvidar y mantener las formas.

Tomás Sánchez-Hevia es el marido de la víctima. Entregado a sus negocios y a una vida silenciosamente disipada, es un hombre simple y tranquilo que no parece lamentar mucho el suicidio de su esposa. También pertenece a una familia acomodada de la ciudad que se vale de su posición social para reforzar su poder. Temerosos del “qué dirán”, buscan silenciar cuanto antes el suceso, y pasar una página que solo puede provocar rumores y sacar a la luz los temibles trapos sucios que siempre deben limpiarse en casa.

«¿Por qué la muerte de Concepción Ares, una vez terminadas las gélidas honras fúnebres, se cerró sobre ella como lo hizo su propia tumba? Porque lo más llamativo era el silencio que siguió a su defunción, como si el olvido hubiera tomado posesión de su espíritu».
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Re: Nunca ayudes a una extraña - J.M. Guelbenzu

Mensaje por natura »

lucia escribió:Os dejo información del dossier de prensa de la editorial.
:ojos4: ¿y un resumen no podías haber dejado? Joer, vaya ladrillo :hola: , tardas menos en leerte el libro aunque luego resulte un tostón :cunao: :dragon:
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