Haces bien. Si algo he aprendido últimamente es que la gente funciona por creencias y unas creencias no las puedes cambiar con datos o razonamiento. Lo único que consigues es la reacción opuesta, que la gente se escude más en sus sesgos porque necesitan justificar(se) sus propias acciones. La gente sólo cambia de opinión cuando se da cuenta de las cosas por sí misma, por eso lo único que podemos hacer es protegernos a nosotros mismos para que cuando nos llegue la información podamos interpretarla de la mejor manera posible antes de habernos formado unas creencias férreas.
Recomiendo siempre desde que me lo leí (aplicable a todo en la vida, no sólo a la pandemia) el libro How to lie with statistics, de Darrell Huff. Es un libro de los años 50 muy básico y con dibujitos pero muy útil para no caer en trampas como la de "la mayoría de ingresados están vacunados, ergo la vacuna es caca".
También me he leído otros en los últimos años que no están mal. La trampa de la inteligencia va de por qué el argumento "esto es cierto porque lo dice Manolito Pérez y Manolito Pérez es ___ (muy listo, muy culto, con tres carreras, del Betis, el Papa)" no vale para nada. Por qué creemos en mierdas va de sesgos. Cuáles hay, cómo funcionan y por qué es una pérdida de tiempo intentar rebatir a los antivacunas con datos.
Una prima mía es antivacunas, fan del Miguel Bosé pasado de vueltas de los últimos tiempos y cuando pilló el Covid hace poco dijo que no creía en el Covid, que era un invento (me imagino que pensaría que había pillado una gripe normal). Hace años cuando ella me intentaba explicar a mí (farmacéutica) sus movidas realfooder, de péndulos que sanan con la energía y demás mandangas (novio terraplanista incluído) intentaba razonar con ella. También intentaba razonar con los que venían a la farmacia (prepandemia) con teorías conspiranoicas antivacunas y pseudocientíficas (más bien anticientíficas). Ya no. La información está en todas partes y cada uno elige cuál se cree. No hay más.
Por supuesto ya no discuto con mi prima ni con nadie. Mi salud mental es sagrada.